𓏲 07

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Un par de días sin tormentas transcurren después de lo sucedido en la sala de baile. La situación entre ambos muchachos desborda tensión.

Seonghwa realiza todo lo que tiene a su alcance para evitar pasar tiempo con Mingi y San, intentando acercarse a la vez a Yeosang, pero resulta inútil; el joven logra evadirlo de alguna u otra forma.

A pesar de su aparente indiferencia, todos han logrado notar a simple vista lo desanimado —y hasta avergonzado— que el chico de hebras claras se encuentra el estar cerca del mayor de todos. En los almuerzos y cenas que se dieron durante el transcurso de la semana, Kang no abrió la boca en ningún momento, a menos que una pregunta hubiera sido hecha directamente hacia él. A decir verdad, siempre fue bastante callado, sin embargo, nunca llegó al punto de mantenerse sumido en un terrible silencio al hallarse rodeado por sus amigos, con la mirada fija la mayor parte del tiempo en plato de comida frente a él.

Cruzarse diariamente con Seonghwa después de aquello que el muchacho soltó es, para Yeosang, una completa tortura. Su pecho arde con sólo ver a su amigo y experimenta la necesidad de escapar al encontrarse en el mismo espacio que él, pues poco le agrada la dolorosa sensación que su corazón presenta en esos momentos. Todo obtuvo un resultado tan vergonzoso como hiriente para su persona.

Sus intereses románticos jamás fueron realmente correspondidos, o aquella no fue una fortuna con la que se encontró de manera frecuente en el pasado. Hace un par de años le resultaba bastante sencillo superar sus enamoramientos unilaterales y salir adelante, pues sólo tenía que seguir un sencillo paso; evitar chocar con aquellas personas que tanta tristeza le generaban. Pero claro que, actualmente, no puede permitirse aquel lujo que tanto desea. Ensaya, trabaja y vive con el muchacho que logró destruir sus esperanzas con una simple oración, oración que se escuchó bastante mal intencionada a su parecer. No piensa que superarlo sin pasarla mal en el camino sea una posibilidad por el momento.

—Creo que llegué a molestarlo —le dice a Yunho, quien se ha encargado esos días de lidiar con sus penas torpemente expresadas y consolarlo un poco. Ambos están sentados en el sofá de la extrañamente vacía sala, una película proyectándose en el televisor sin embargo no obteniendo ni un poco de atención.

—¿Otra vez con eso?

—Sí, otra vez con eso —abraza un cojín sin mucha fuerza, descansado su cabeza en el respaldar del asiento—. Fui demasiadas veces a despertarlo por la madrugada, quizás sólo me recibía por pena...

—Perdón, Yeosang, pero no sé que decirte. No estuve ahí.

El mencionado asiente con la cabeza tranquilamente. Es muy consciente de que su amigo no está obligado a brindarle una respuesta instantánea, o un consejo si es que nada se le ocurre. Con que realice el esfuerzo de escucharlo lamentarse constantemente le resulta más que suficiente. Kang lo agradece totalmente, pues él estando en el lugar del más alto probablemente ya habría tirado la toalla.

—Me sigue gustando mucho —admite el rubio, dejando salir un poco de aire ante la frustración y el desánimo. Poco le importa soltar aquello en voz alta. Ya todos conocen su aparentemente mal guardado secreto, incluso cuando él no fue quien decidió revelarlo.

Sí, Seonghwa podría haber dañado su corazón con un simple comentario, dejando la sensación de profundas cuchillas clavadas en él. Pero de cualquier forma, Yeosang se mantiene aún sintiéndose como un ingenuo y tonto enamorado de la existencia del mayor. Maldice en su mente el día en el que la primera tormenta torrencial se desató, maldice a Mingi por no haberlo ayudado propiamente cuando se lo pidió, y más que nada, maldice a Seonghwa por haberlo cautivado con tanta facilidad.

𝐒𝐋𝐄𝐄𝐏𝐓𝐀𝐋𝐊 | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora