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Las semanas transcurren con normalidad; ensayos, un par de entrevistas y algunos descansos ocasionales por la sobrecarga de horarios que presentan. Una rutina bastante relajada, a comparación de la que generalmente mantienen al estar en medio de promociones. Aunque un único detalle es nuevo en la vida de aquellos dos chicos.

Las tormentas no pararon, quizás no son diarias, pero ocurren con frecuencia. Debido a esto, Yeosang se mantiene corriendo a la habitación del mayor cada vez que aquel fenómeno climático se da, pues de lo contrario conciliar el sueño se vuelve una tarea horrorosamente complicada, hasta imposible a veces. En consecuencia, se pasa la mayor parte de sus noches envuelto en los brazos de Park, quien le cuenta historias de su niñez con gran emoción para poder calmar su llanto, el cual varía en intensidad de acuerdo a lo fuerte que su terror se manifieste.

El mayor no falla en ningún momento. En las primeras ocasiones se desconcertó un poco, pero pronto formó una especie de rutina, rutina la cual contiene todo lo que debe hacer para calmar a Yeosang lo más posible y, posteriormente, dormirlo. Cerrar las ventanas antes de recostarse, dejar un espacio libre a su lado, cambiar la funda de la almohada a una más suave y contar con aquella específica manta blanca de algodón cerca. Seonghwa se encarga de hacer todo aquello cada noche. Hay ocasiones en las que no llueve, por lo tanto su preparación es inútil pues Kang simplemente no se presenta en la habitación. Sin embargo, aquellos días en que las tormentas se dan, lo único que debe hacer es despertar cuando el chico toca su hombro y atraerlo en un abrazo, pues el resto de ingredientes, por llamarlos de alguna forma, están en su lugar. Resulta muy similar a cuidar de un bebé, y al instinto protector de Seonghwa no le molesta ni un poco aquello.

Al de hebras grisáceas le sorprende un poco lo diferente que puede llegar a ser Kang al estar asustado. Normalmente el chico es bastante frío y sarcástico, actuando también reacio a cualquier demostración física de cariño, por más mínima que sea. Las cosas dan un giro completo cuando está atemorizado por los relámpagos; se abraza con fuerza a Seonghwa y es sumamente tierno al hacerle al mayor inocentes peticiones para sentirse mejor, como que acaricie su cabello o le cuente alguna historia. Aquel es, sin dudas, su lado más vulnerable y que quizás más le avergüenza también, pues se encarga de ocultarlo con detalle. Park es muy probablemente el único que conoce ese curioso aspecto de la personalidad ajena.

—Estoy tan cansado —expresa Jongho una vez que todos toman asiento en la furgoneta, listos para volver a casa.

—Deja de exagerar —habla esta vez San a su lado, estirándose para golpear el hombro del menor del grupo—. Ni si quiera tuvimos ensayo de baile...

—Igualmente estoy cansado, tengo mucho sueño —al no recibir respuesta, el pelirrojo frunce el ceño. Todos están metidos en sus propios asuntos—. ¿Por qué no me prestan atención?

—Hoy estás más molesto de lo normal —se burla Yunho, sin quitar la vista del teléfono en el que juega junto a Yeosang. Choi bufa ante la contestación, acercándose a aquellos chicos para poder distraerse con ellos, resignado a seguir intentado irritar a sus aburridos compañeros. Le hacen un lugar en los espaciosos asientos del fondo, terminando pronto los tres sumidos en aquel infantil juego de construcciones tan sencillo y complicado a la vez.

Seonghwa los observa con una sutil sonrisa desde su posición. Le gusta bastante escuchar las carcajadas de sus compañeros cuando pasan tiempo en conjunto, y es que por más exageradas que en ocasiones lleguen a ser le recuerdan bastante el resistente lazo de cercanía que todos mantienen. Quizás todos cuentan con personalidades que contrastan bastante, y un par de diferencias de por medio, pero la amistad de años que mantienen supera a grandes rasgos aquellos detalles.

𝐒𝐋𝐄𝐄𝐏𝐓𝐀𝐋𝐊 | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora