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El día de descanso ha transcurrido de la manera más pesada y complicada de sobrellevar, desbordante de incomodidades. Ni Yeosang ni Seonghwa lucen bien; ambos cuentan con la misma mirada vacía, acompañada de ojos hinchados de tanto haber llorado la noche anterior, por distintas razones claramente.

Kang se encargó de pasarse la mayor parte del día fuera de casa, en un desesperado intento de tomar un poco de aire y quizás también tranquilizarse, en todos los sentidos a interpretar de la palabra. Realiza las compras durante la mañana, se pasa varias horas de la tarde encerrado en la empresa ensayando incluso cuando no está supuesto a hacerlo, para posteriormente permitirse pasear por las frías calles de la noche que tanto avecinan el próximo y cercano invierno. Todo por su cuenta, sin la compañía de alguien. Y si bien aquellas libertades son pequeñeces, le resultan totalmente útiles para despejar su cabeza y sentirse capaz de enfrentar los problemas de una manera más directa, llegando a la conclusión de que finalmente cuenta con el suficiente valor para actuar con cierta normalidad ante la presencia de Seonghwa.

Llega a casa después de la cena, sin tener intenciones de resultar maleducado. Simplemente perdió la noción del tiempo en su paseo por la afortunadamente poco transitada calle, y es que cuando menos se dio cuenta, las once en punto marcaron en su teléfono. Claro que Hongjoong lo regaña duramente apenas coloca un pie en la estancia, más que nada por no haber dado ningún indicio de su bienestar. Nunca es seguro andar solo por la —a veces— peligrosa noche, por más paz que pueda llegar a transmitirle aquel escenario vacío. Además, él es una celebridad, quizás no la más conocida aún, pero sigue contando lamentablemente con ciertos fans preocupantemente obsesivos, supuestos fans que no tienen ni un poco de discreción al momento de invadir su total privacidad y espacio personal. Quién sabe lo que puede sucederle estando tan descuidado en el exterior, considerablemente lejos de su seguro hogar.

Se encuentra finalmente recostado en su cama cuando las doce pasan. Mingi no se halla cerca. Tiene entendido que, por alguna inusual razón, el muchacho tomó la decisión de pasar la noche en la habitación de San. No puede evitar pensar que, últimamente, aquellos dos jóvenes se la pasan mucho tiempo juntos. De cualquier manera, decide no otorgarle demasiada importancia al asunto, y es que muy poco le incumbe. Adopta el comportamiento que le hubiera gustado que tuvieran con él. Claro que no es consciente de que los menores, acompañados de un tercero bastante conocido, le ocultan algo.

Lo único que puede llegar a hacer por su parte es rogar porque una nueva tormenta no se desate esa noche. Sería extremadamente vergonzoso para él tener que correr a los brazos de Seonghwa después de haber rechazado irrespetuosamente su ayuda el día anterior. Irrespetuosamente, porque ni siquiera fue él quien se negó frente al mayor. Aún así, no se le ocurren demasiados métodos factibles para ser capaz de calmar sus intensos ataques. El intento que Wooyoung realizó el día anterior fue decente, pero totalmente inservible al mismo tiempo. El muchacho no obtuvo ningún resultado positivo sobre Yeosang, quien mantuvo su fuerte y preocupante llanto hasta caer dormido a altas horas de la madrugada. Ha pasado un tiempo desde la última vez que la fobia, todavía no superada, lo afectó en tal medida. Fue cuando empezó a acudir a Park que su llanto desgarrador se redujo gradualmente, quizás porque el mayor se había acostumbrado rápidamente a sus visitas, adaptándose a aquello que debía hacer para relajarlo.

Cuenta con las ventanas y persianas de su habitación totalmente cerradas, cubiertas también por las cortinas, exclusivamente para prevenir cualquier percance. De cualquier forma, es muy consciente de que si una tormenta se inicia con fuerza, su acción no será suficiente para saciar su sed de tranquilidad.

Está obligándose a sí mismo a dormir cuando la puerta de su habitación es lentamente abierta. Asume que se trata de Mingi, por lo que no se toma el trabajo de abrir los ojos hasta sentir un suave tacto sobre su brazo, similar a una tímida caricia. Definitivamente, Song no lo trataría con tanta delicadeza, o por lo menos no a él. Deja de mantener sus párpados cerrados para casi atravesar un fugaz paro cardíaco. Seonghwa se encuentra sentado frente a él, sobre el colchón, con aquella mirada indescifrable que tanto lo caracteriza en las situaciones más confusas. Le es inevitable incorporarse también, hasta hallarse igualmente sentado.

𝐒𝐋𝐄𝐄𝐏𝐓𝐀𝐋𝐊 | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora