[2ª temporada ya disponible]
Lana Haros es una estudiante extranjera de intercambio en Corea del Sur que pronto conocerá a un grupo de chicos bastante especiales.
Si viajar a la otra parte del mundo no era suficiente, una sonrisa cambiará aún más su...
Desperté cuando la luz de la mañana entró por mi ventana. Refunfuñé y froté mis ojos con mi mano libre todavía soñolienta.
Al abrir mis párpados del todo, me incorporé asustada al ver como mis brazos abrazaban la almohada. Miré alrededor de la habitación en busca de algo que me asegurase que todo había sido un sueño. Pero al notar que solamente llevaba mi ropa interior puesta, supe que lo de anoche verdaderamente había ocurrido.
— ¿H-Hannie? - Temblé. Su ropa no estaba en el suelo. - ¿Han? - Repetí más alto.
Al no recibir respuesta, mi corazón comenzó a latir más deprisa. Pasé mis manos por mi pelo y me coloqué la camiseta del pijama, que estaba arrugada al lado de la cama.
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Puse mis pies sobre el frío suelo y rastreé mis pantalones con la mirada. Al colocármelos, troté inmediatamente hacia el baño en busca del chico. Tampoco estaba allí. Memiré en el espejo. Parecía que mi reflejo me gritaba que estaba haciendo el ridículo.
Decidí mirar mi teléfono móvil. Abrí varios cajones desesperada hasta que lo encontré casi sin batería. Lo primero que vi fue un mensaje de Helena y Edward en el que decían que cuando llegaron de trabajar estaba durmiendo y que no quisieron despertarme. También me avisaban de que ya se habían ido a trabajar esta mañana. Otro mensaje era de Jeongin, el cual me seguía una conversación que habíamos tenido ayer sobre series. El último mensaje era de Minho. Me mandaba un meme hecho con una foto muestra.
Lancé el móvil a la cama y bajé las escaleras lo más rápido que pude para llegar al salón. Di una vuelta en mí misma y después busqué en la cocina. Casa vacía. Estaba totalmente sola y no podía asumirlo. O quizá no quería hacerlo.
¿Por qué te habías ido así? ¿Por qué habías jugado con mis sentimientos? ¿Por qué te llevabas cosas de mí que no necesitabas?
Me senté en una de las sillas de la mesa del comedor y metí la cara entre mis manos, comenzando a llorar de la rabia y de la frustración que me causaba no entender absolutamente nada. El sonido del reloj de la pared me estaba aturdiendo y al cerrar los ojos, solo veía todos buenos recuerdos resbalándose de mi agarre. No comprendía cómo nos habíamos alejado tanto de donde partimos ayer.
Tus labios estaban marcados por todo mi cuerpo en la forma de manchas moradas. ¿Lo hiciste para que te recordara, fuera que fuera donde mirase? Eso era egoísta, ¿no crees?
No estaba en mi mundo, parecía que la realidad era un delirio.
Me habías usado para una noche, después me tiraste contra el suelo y me dejaste desangrándome, varada para lo que parecía ser la eternidad. Estaba sola como en un naufragio.
