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EL CORAZÓN LLENO DE INVIERNO,
tus ojos color caramelo,
LAMENTO NO SABERLO, PERO...

Lo volví a ver, pero no con ese brillo como el de antes, y sin saber, me acerqué. Le dediqué una sonrisa con un curva al final, sin dudar y sin falta de confianza.

No explota mi cabeza, explota mi corazón. Todos esos pedazos caen en un mar. Un mar de presagio y dolor, pedazos hechos con pedazos, donde vive la tristeza y siempre llueve, donde nadie se quiere y todos temen.

Temen de la desdicha del amor, del sufrimiento, del dolor y un brillo, ese matiz de color, ese estúpido sentir que te hace rugir. Te fractura, te quiebra, te corrompe y te deja ir. No todos están listos para eso, no todos deben sentir o por lo menos sufrir, de ser así, hay un millar de humanos con el corazón roto y la mirada perdida.

Al igual que yo, pero no importa, porque mis ojos solo le pertenecen a él y los suyos a mi, aunque se los dirija a alguien más.

Una noche, de esas en la que el alma flota y el aire es limpio. Organizan una fiesta en la cual La Chica de Cristal es invitada. En la cual, nada importa y todo es irrelevante, irreversible, inevitable.

Ella se luce, se viste sencilla, y es algo común de ella, nunca quiere destacar, solo quiere ser observada. Una de aquellas noches dónde cuyas estrellas la guían hasta su paradero y no deja de fluir el centenar de maravillosos sentimientos.

CIRCUNSTANCIAS ATENUANTES
y de formas delirantes,
MI CORAZÓN SE HUNDE Y HASTA
que el sol se nuble, y mi amor perdure.


Si supieras que cuando te veo no es amor carnal, te miro con admiración, con devoción, con amor, con angustia, con dolor. Sin saber si algún día me mirarás de la misma forma. Sin saber si algún día me tocaras como yo quiero que me toques, poco me imagino que lo hagas.

Decirme tu pensamientos, tus sueños, tus anhelos, tu cuestiones y tus dolores. Sentir el olor de tu piel, el olor que emana, el sudor que sale de sus poros. Aquel olor que dejas después de dormir o cuando sales del sol y no haz de usar protector solar.

Al llegar a la fiesta, luego de divagar diferentes formas de besarte y tocarte, al entrar te encuentro como debes estar. Siendo el anfitrión de la fiesta, siendo cauteloso con las decoraciones de tus padres o cuidando que el suelo no se estropee. Sin dudar, eres un corazón de mar y lamento no decirte la verdad.

Nuestros ojos se cruzaron y pude notar en el fondo de ellos que me pedías ayuda a toda costa. Dejé a un lado mi chaqueta y mi bolso y fui sin vacilar hasta donde te encontrabas y me encontré mirándote los labios. Aquellos labios de pura excitación.

Y al estar acercándome, logré notar como haz de sonreír y luego de eso, te mordiste los labios. Eso causó que mi corazón latiera a mil y que debajo de mi ropa interior se creara un mar.

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La Chica de Cristal © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora