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Es la primera noche, desde que están juntos, que duermen al aire libre, es peligroso y ciertamente un riesgo que ninguno quería correr y sin embargó allí estaban, armando un campamento y escondiendo este con algunas ramas y arbustos, no pueden darse el lujo de dejar una fogata encendida sería como dejarles la puerta abierta y solo esperar a que entren, Gregory no luce tan seguro de la decisión que tomaron, pero el pueblo que habían abandonado resultaba ser más bosque y naturaleza que casas.

Christophe suspira, está sentado en el suelo, cerca de la fogata antes de que el sol terminé por esconderse completamente; ambos tienen gruesas chaquetas que tomaron de la última tienda que pisaron, Gregory permanece alejado, comiendo frituras del casino que robaron. Un jugo de naranja reposa a su lado y su rostro tiene ciertas migas de la chuchería, le recuerda mucho aún niño, viéndolo desde esa perspectiva.

—Greg. —Llama, rascándose el mentón, su barba estuvo creciendo y sin hojilla y crema de afeitar, no puede darse el lujo de desaparecerla. —¿Estás bien? Te dije que podíamos seguir caminando hasta encontrar algo más seguro.

—Dentro de cinco minutos va a oscurecer, estaríamos en la parte más frondosa del bosque y de verdad no quiero perderme en la madrugada con esas cosas por ahí. —Bufa, arrugando la bolsa para tirarla fuera de su escondite, lo a echo con todo lo que suene, según él; sería fácil saber si alguno de ellos está cerca gracias a esas bolsas.

—Dormir en la rama de un árbol sigue siendo opción. —Opina señalando arriba, lo ve beber el jugo y lanzar el envase. —¿Ese sonaba también? —Pregunta con evidente sarcasmo, es una lata.

—Si la pisan suena. —Sonrie falsamente, deja la mochila bajo el refugio de ramas secas y hojas. —Respondiendo tu sugerencia, nunca a dormido en un jodido árbol, voy a joderme la espalda.

Refunfuña aburrido, cruzandose de brazos listo para dormirse allí mismo, está bastante seguro, ninguno de los infectados está por la zona que más libre de humanos está, sin embargó, los animales siguen allí, son seres vivos y ciertamente tienen mucha carne de dónde comer también.

Terminó metiéndose en el refugio junto al rubio, la fogata ya está apagada y ahora solo les resta permanecer calientes durante el resto de la noche, cuándo todo se sume a la oscuridad. Ninguno puede dormir, esto no es ninguna tienda, no hay paredes de concreto de por medio, no hay nada disimulando el aroma que Gregory emana y que los ubica, no hay nada entre ellos y los infectados. Pasados unos minutos, empiezan a escuchar quejidos y gruñidos haciéndose presentes, el más bajo termina pegandose al francés, que lo apreta entre sus brazos.

Media hora después, escuchan como cada bolsa de frituras es pisada y cada lata aplastada, aún no los ubican, pero están a solo cuatro escasos metros; Gregory mantiene los ojos párpados fuertemente cerrados, Christophe le cubre la boca con su mano para que ningún sollozo se escuche y los delate, están temblando.

La luz de la luna ilumina un poco su alrededor, ver tantos infectados caminando de aquí para allá es algo simplemente perturbador para sus jodidas mentes. El rubio se negó a seguir mirando, siente que en algún momento alguno va a sentir la mirada y va a ver los puntos brillantes que terminan siendo sus ojos. No pudo resistirlo, nada de eso era similar a los enfrentamientos con otras mafias, si, tiraban a matar, pero al menos sabías que tu muerte no sería a causa de ser devorado vivo.

—Asi que la dulzura tiene miedo~

Abre de golpe los párpados, e intenta reincorporarse pero Christophe no lo deja, termina apretando más el pequeño cuerpo entre sus brazos y su mano se afirma más alrededor de su rostro, nuevamente las lágrimas siguen bajando, mojando la morena mano de quién quiere mantenerlo a salvó, siendo su movimiento tan escaso, solo busca con la mirada entre tanta oscuridad.

Tarea imposible, claro.

—¿Estás asustado Greg~? Dije que me esperarán...

Se queja bajo, quiere salir corriendo lo más lejos posible, aún si es atrapado y comido por los infectados, no lo soporta, saber que quién creyó era producto de su trastornada cabeza en realidad existe, y compartió espacio con él.

—¿Sabes rubio? Pensé que me esperarían, ya veo que apenas tuviste la oportunidad de huir con tu rata francesa lo hiciste... Eso me enfurece lindura~

—Gregory. —Llama el moreno, en un pequeño susurro que espera pase desapercibido por el resto, el tembloroso rubio parece hundido en lo más profundo de su mente y eso le preocupa. —Calmate

—Hazle caso o los van a descubrir, ah~ ¿Cómo se vería Christophe sin la mitad del rostro y las tripas colgando? ¡Seguro para ellos sería un manjar~!

—Deja de llorar Greg, nos van a descubrir. —Advierte, nota como las lágrimas dejan de bajar y Gregory deja de quejarse, suspira un poco y arrima más ambos cuerpos a la esquina más oscura del escondite, la luna había empezado a iluminar los a ellos también.

—Creo que mi trabajo está hecho, por ahora, nos encontraremos pronto Gregory~

Cuando el francés retira la mano de su rostro, suspira un poco. Limpia las lágrimas que no dejaban de bajar y permanece callado, no lo soporta, lo único que quiere es estar en algún lugar seguro, algo completamente lejos de las manos de los infectados que buscan comer.

Se siente como una basura, una rotunda y gran basura.

»Help« [Gregstophe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora