14. Infidelidad

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La cerveza tibia bajo por su garganta. Las luces del bar eran tenues y el humo de cigarrillo creaba una débil neblina en el bar de mala muerte.

El celular vibró en su bolsillo. Observó el reloj en la pared. 1:38 am. Se inclinó sobre la mesa, acomodó su postura e hizo el tiro definitivo. La bola negra rodó tranquila y con elegancia cayó en la esquina derecha.

La pelirroja gritó victoriosa y se burló de sus contrincantes. Steve y Sam rodaron los ojos.

-Ha sido muy grato patear sus traseros,- dijo jocoso.- pero el deber llama.- terminó de despedirse haciendo una reverencia y desechando la colilla del cigarro.

-Tu ex deber querrás decir.- corrigió el moreno, recalcando la segunda palabra.

-Deber es deber.- gritó casi en la puerta del lugar.

El ronroneo de motocicleta paró y el joven que lo esperaba se acercó. Ninguno medió palabra. Sabían a que iban y no desperdiciarían el tiempo, o al menos eso es lo que Peter le había dicho es uno de sus furtivos encuentros.

Pero el hombre de ojos claros sabía, con total certeza, que la culpa carcomía la mente de su acompañante, y aunque en más de una ocasión se había planteado la idea de terminar aquello, una perversa satisfacción dominaba su ser al saber que el deseo de volver a sus brazos le ganaba a cualquier otra cosa, a sus principios y convicciones incluso.

-No.- ordenó el más joven al sentir los persistentes labios del sargento en su cuello- Sabes que ya no puedes hacer eso.

Barnes gruño. Sus manos alzaron las piernas torneadas en un arrebato de cólera y Peter se enredó contra su cuerpo.

-Él no lo sabrá.- sentenció restandole importancia, chupando el lóbulo de su oreja.

Sus dedos se clavaron en la descubierta entrada.

El recuerdo del novio de Parker lo llenó de ira. Saber que ese imbécil tenía el permiso de tocar el delgado cuerpo, de recorrerlo con su cuerpo, morder sus labios, de usarlo como desease, lo enfermaba y lo orillaba a internarse bruscamente en el chico por permitirle aquello.

-Ah, sí. James...- hasta que oía los gemidos extasiados. Entonces el orgullo y la sensación de victoria corría por sus venas y ponía una sonrisa soberbia en su rostro.

Tomar consciencia de lo inútil que era Beck le daba gracia, sin embargo le agradecía su ineptitud. Gracias a eso podía tener al tranquilo chico a su disposición, para demostrarle que él era el único capaz de entenderlo y saciarlo.

Peter clavó sus uñas en la musculosa espalda, el placer clausuró su raciocinio, jadeo y gimió sin control. Carajo que se sentía bien.

-Eres mío.- exclamó Bucky derramándose en su interior, extendiendo los espasmos del joven.

Peter asintió. Ambos eran conscientes que por más que ya no fuesen una pareja como tal, algo en ellos siempre se pertenecerían, lo quisieran o no.

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⏰ Última actualización: Oct 20, 2020 ⏰

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