❝¿Qué fue lo que pasó que nadie quiere entrar en esa sala de música?❞
Kang Lia es una estudiante que ingresó a último año de secundaria a una nueva escuela debido a una mudanza repentina por problemas familiares. Al llegar, es bien recibida, pero no...
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《 PASADO | AÑO 2020 》
—Entonces yo...
Las palabras no le salían. Podía ver algunas escenas vagamente manchadas de sangre de aquello que la chica le había dicho, más algunas no le eran familiares. Estaba muy confundido y algo preocupado por no poder hacer conexiones con aquellas cosas. Lo único que le hacía ruido porque era un hecho, era que estaba muerto, y que su muerte había sucedido en la institución (en esa misma sala en la que estaban, para ser exactos). Aquello sí lograba causarle escalofríos, pero el hecho de que se había suicidado, no. Pero y es que ni siquiera recordaba nada acerca de aquello. BeomGyu jugueteó un poco con sus dedos mientras Lía lo observaba preocupada. El suspiro que soltó luego de pensar mucho, alarmó a la joven que tenía el libro sobre almas que habían leído hace poco en sus manos.
—...Yo supuestamente me suicidé. —susurró BeomGyu algo vacío y Lía mantuvo silencio mientras le daba su espacio para pensar—. Bueno... Es un poco fuerte. No pensé que sería tan oscura mi muerte. —continuó con la misma voz.
—Si esto es así como descubrí, tendremos que ir directo a ello. —afirmó Lía—. Lo positivo de todo esto, es que las personas que me dieron esta valiosa información, son mis actuales compañeras para un proyecto grupal. Supongo que puedo descubrir algo más.
BeomGyu la observaba confundido. Aquella joven era valiente, carismática y decidida. ¿Por qué no había tenido el placer de haberla conocido cuando... cuando estaba vivo? Realmente creía que se habría enamorado de aquella reluciente muchacha que solo irradiaba cosas bellas con su sonrisa, y te hacía sentir confiado de todo. El joven fantasma dejó escapar un dulce pero inexpresivo suspiro. Ese tipo de cosas, como el ser inexpresivo con respecto a gesticulaciones, o en base a sonidos, era consecuencia de ser una persona sin vida. Las únicas expresiones que podía demostrar eran las de dolor, sufrimiento y agonía. Esas podía expresarlas de una forma escalofriante, y sí, era extraño. Lía suponía que era algo para tener en cuenta más adelante. Lía se acercó a BeomGyu y se sentó a su lado apoyando su cabeza en su hombro. El joven se sorprendió y la observó con algo de miedo, pero al ver que ella no planeaba dañarlo, se relajó un poco en aquella muestra de afecto.
—BeomGyu... —susurró ella sacando de su mochila aquella fotografía que había conseguido por mera suerte.
—¿Hm?
—¿Se te hace conocido el nombre de... Kai Kamal Huening? —preguntó mostrándole la foto en la que él salía abrazado junto al nombrado, y al no obtener respuesta, lo miró rápidamente separándose, observando cómo éste la miraba con una lágrima recorriendo su delicada y pálida mejilla. Ella se asustó y se acercó rápidamente a limpiar aquellas gotas de agua cristalina—. ¡Hey, no! No llores, pequeño, ¡Lo siento mucho!
BeomGyu se relajó en las caricias que Lía le propinaba, pero sus ojos aún estaban aguados y amenazantes a volver a llorar. Él puso sus manos encima de las de Lía y ambos se observaron fijamente. BeomGyu quería hacerle entender a Lía que aquel nombre sí había causado algo en él, y Lía no era tonta. Ella apoyó su frente en la ajena y luego bajó la mirada. Un extraño calor se posicionó en sus mejillas y ella intentó ignorarlo.
