Capítulo III: Zanatos

35 7 0
                                        

El pasado de Kovan no relucía tanto como el de Yvette. Hace tres años su población se estaba recuperando de los estragos que los Zanatos habían dejado a su paso por la región este de Hyunder. Allí residían muchos Qroswen, así como humanos y otras crásticas (criaturas fantásticas). Esta zona de la isla era conocida por su diversidad y aceptación en comunidad, siendo Llunder la capital de Hyunder y donde se localizaba el centro de toda esta diversidad cultural.

Los Zanatos era un grupo radical errante de humanos "puros" que poseía lo último en tecnología de armas del mercado global. Cualquier proveedor de armas se las vendía antes a los Zanatos que a cualquier otro comprador. Esto se hacía así, como no, por el dinero. El fundador y líder de los Zanatos, Allistor Zanato, era uno de los hombres más ricos y racistas de la Tierra, y lo que empezó como un movimiento radical racista contra los no-humanos, acabó en un ejército de asesinos y una forma de vida para muchos. Aunque su fundador fue Allistor, este prefería alejarse del campo de batalla, por lo que su hijo Kadjar Zanato era quien dirigía los ataques, siendo la otra cara en la que la gente piensa al oír la palabra "Zanatos".

Aquel día, ya hace un par de años, Kovan, su madre y su padre se encontraban cerca de un acantilado poco conocido al que les gustaba ir por lo menos una vez a la semana. Comían comida casera en una mesa de piedra y luego pasaban el rato contemplando las vistas desde el acantilado.

-Eso no es justo, sabes que tu madre te conoce mejor -le respondió a Kovan su padre.

-Quien adivine gana el juego entero.

-Es el morado -respondió su madre.

- ¡Correcto! -exclamó Kovan y todos se rieron.

Entonces se empezó a escuchar un megáfono a lo lejos. Alguien diciendo algo que ninguno llegaba a entender del todo. Lo que si escucharon fue a una licántropa corriendo hacia ellos.

- ¡Debéis iros! ¡Corred! ¡Ahora mismo, están viniendo! -les advirtió.

Kovan estaba muy confuso, pero sus padres comprendieron la situación en ese instante y comenzaron a correr.

-Pero no podemos dejar ahí nuestras cosas -le decía Kovan a su madre mientras corría y miraba cómo se alejaban de sus pertenencias.

Corrieron y corrieron, pero no sabían hacia dónde. Cualquier lugar al que se acercaban para salir de Llunder estaba plagado de aquellos soldados Zanatos con sus inconfundibles trajes amarillos que contrastaban con la sangre de sus víctimas. Tras huir sin éxito se dirigieron hasta donde originalmente se encontraban ya que les pareció la zona más segura por la que habían pasado. Se refugiaron tras la mesa de piedra, pero podían escuchar cómo poco a poco uno de ellos se acercaba. Cuando le tuvieron delante, ellos sabían que sus hechizos no harían efecto debido al campo protector con el que estaban equipados, aunque su madre lo intentó de todas formas.

-Si vas a matar a alguien, mátame a mí -le dijo la madre al asesino poniéndose de pie. -Sois unos cobardes que ni siquiera respondéis ante la ley -le seguía hablando mientras le guiaba hacia el acantilado alejándole de su familia.

Kovan quería ir a por ella, pero su padre le sujetaba fuerte entre sus brazos para que no le matara. Su madre empezó a divisar como unos Servaterra se acercaban corriendo hacia ellos, así que intentó ganar tiempo realizando algunos hechizos sobre el Zanatos, aunque sin efecto alguno.

- ¡Mamá! -gritaba Kovan mientras era alejado por los Servaterra, así como su padre.

-Debemos poneros a salvo antes de ir a por tu madre -le explicaba el Servaterra a él y a su padre mientras entraban en una forma de vehículo parecida a un autobús, pero siendo casi completamente transparente.

Los Servaterra ya tenían la orden de rescatar a su madre, aunque era una misión arriesgada, pero en cuanto los dos Servaterra comenzaron a correr hacia la madre, el Zanatos consiguió dispararla en el lugar donde las cejas y la nariz se encuentran, haciendo que su cadáver cayera al vacío del acantilado, y en seguida el vehículo en el que se encontraban Kovan y su padre comenzó a moverse dejando atrás aquella trágica escena.

Kovan solo sintió dolor en cada nervio de su cuerpo expandiéndose desde el pecho. Un dolor intenso e inimaginable que le impedía pensar en cualquier otra cosa que no fuera ese dolor. No era consciente de sus alrededores, lo único que veía era a su madre caer. Se dio cuenta de que estaba encogido en el suelo junto con su padre, rodeados de gente.

Pasadas unas semanas, Kovan y su padre pudieron dormir en su casa, pero no era lo mismo. Ahora todo había cambiado y Kovan no veía una salida a ese dolor. No veía el día en el que dejara de doler. Contempló la punta de la navaja que mantenía cerca a todas horas. La calentó con cerillas y se dibujó una flor de loto en la clavícula. Ésta sería aquella marca que llevaría consigo para siempre, representando en su exterior la marca que la muerte de su madre dejó en su interior.

Actualmente, aunque Kovan intentaba vivir en la ciudad de Llunder, sobrevivía. Desde aquellos últimos ataques de los Zanatos hace poco más de tres años la ciudad no había tenido el placer de ser visitados por ellos una vez más. Esto en parte se debía al gobierno de Llunder y sus políticas que no podrían estar más alejadas de la filosofía de los Zanatos. Aún así, y siendo la ciudad más acogedora de Hyunder, existían grupos radicales que apoyaban a los Zanatos, aunque en este caso estos grupos se reunían de forma clandestina ya que cualquier forma de odio hacia cualquier raza iba contra la ley de Llunder y estaba castigado con la muerte, sin excepciones. Entonces, ¿por qué Kovan sobrevivía y no vivía? Bueno, como muchas veces pasa en la vida, las cosas no se hacían como se deberían hacer. Aunque estos grupos estuvieran prohibidos, el gobierno de Llunder no ponía mucho empeño en encontrarles.

El padre de Kovan trabajaba en el ayuntamiento de Llunder, por lo que sabía mucho de los entresijos de la situación.

-No es seguro, pero hoy nos han dicho que podrían haber encontrado pruebas de que Frey, el director de la Patrulla Armada, sea un aliado de los Zanatos -le dijo su padre a Kovan al llegar del trabajo aquel día. Eso explicaría mucho sobre por qué tantos aliados de los Zanatos seguían reuniéndose en Llunder y causando estragos sin ser castigados. -El problema es ese, que no tienen suficientes pruebas. Si consiguiera...

-Papá, no, por favor -le cortó Kovan. -Si empiezas a rebuscar te vas a encontrar en un callejón sin salida, ya sabes cómo son. Además, seguramente con el poder que Frey tiene en la ciudad nadie le creerá y aunque haya un juicio saldrá impune. Estoy convencido, por favor. A veces es mejor no hacer nada.

-Hijo, te entiendo, pero podríamos estar muy cerca, Lana, Teneso, y los demás. Todos nos hemos puesto a trabajar en ello y estamos tan cerca. -El padre de Kovan, Wolfgang, suspiró y tomó asiento al lado de su hijo. -Tienes que entender que ya tengo una edad en la que me importan menos las cosas banales de la vida, como que me despidan. Hay asuntos más importantes y tenemos que luchar por ellos, por nuestra especie, por todos a los que marginan. Hay que luchar hijo. -Le dijo a Kovan mientras le ponía la mano en su espalda para consolarle, ya que de sus ojos asomaban lágrimas.

-Lo sé papá, pero es muy arriesgado... Ya perdí a mamá, ahora no quiero que ellos... -Kovan no pudo terminar la frase porque las lágrimas no dejaban de salir. La herida no dejaba de doler. Respiró hondo.

-Lo entiendo, hijo. Sé que da miedo el no saber qué puede pasar, pero nos tenemos que arriesgar.

HyunderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora