3 años antes
La realidad de cómo se vive la guerra era mucho peor a como Kovan se la había imaginado. Andar por las calles de Llunder ya no era lo mismo. Antes de que los Zanatos decidieran masacrar su ciudad y asesinaran a quienes antojaran, en Llunder se respiraba felicidad y aceptación. Seres humanos, Qroswen, licántropos, trols, Pélagos, Áizers... Todos vivían y se sentían a salvo en Llunder.
Aunque a Kovan le faltaba un año para tener la edad legal para consumir alcohol, fue a un bar en el que sabía que no iban a impedírselo. Era una noche fría y sombría y la niebla azotaba las calles de Llunder. Wolfgang, el padre de Kovan, se quedaba trabajando hasta tarde desde la muerte de su esposa, por lo que nadie le impidió a Kovan adentrarse en este bar. Miró el letrero que rezaba en letras verdes "Oikía", y recordó que su madre le había contado hace mucho que significaba "casa" en griego antiguo. Su madre había dedicado toda su vida al estudio de las lenguas, ya que desde las primeras rebeliones de los no-humanos se habían descubierto todas aquellas lenguas jamás oídas por los humanos, lo cual fue como oro para los lingüistas como la madre de Kovan, pero sus favoritas siempre habían sido el latín y el griego. Así, le explicó también a Kovan de niño que, aunque el nombre de los "Zanatos" viniera del apellido de Allistor Zanato, también significaba "muerte" en griego, lo cual tenía todo el sentido del mundo.
Al lado de la puerta del bar Oikía había una especie de portero automático con botones de los números del 0 al 9. Kovan pensó hasta que se acordó. La contraseña se la dio hace años Radón, un amigo con el que había crecido debido a la amistad entre sus padres, aunque en la adolescencia sus caminos tomaron diferentes rutas.
Nada más entrar, fue al primero que vio, era difícil evitarle; se encontraba en el centro de la sala sentado en un sofá del mismo color verde que el letrero rodeado de gente y crásticas que no le quitaban los ojos de encima. Radón se había vuelto más atractivo desde la última vez que le vio Kovan. Había notado que le había crecido un poco más el pelo, pero aquella belleza y magnetismos que atraían a cualquiera a quien mirara seguían ahí; Kovan creía que eran aquellos ojos azulados casi turquesa los que te hipnotizaban sin que te dieras cuenta.
Kovan solo había entrado una vez a este local de paredes rojas y de dos pisos cuando era más pequeño, ya que en la planta de arriba vivía Radón. Antes también vivía con sus padres, pero ambos fueron asesinados por los Zanatos en un viaje cuando Radón tenía 15 años, por lo que él se encargó del negocio desde aquella temprana edad. Kovan recordó que, aunque ya no eran amigos cuando la tragedia ocurrió, le pudo llamar para darle el pésame, aunque no le vio en persona.
Antes de que pudiera acercarse a la barra, Radón se había dado cuenta de su presencia y se acercó a abrazarlo. Iba un poco borracho.
- ¡Kovan, amigo mío! ¡Que grata sorpresa!
Kovan le abrazó con un poco de dificultad debido a sus alas. Radón era un Áizer, por lo que aparte de parecer un humano, contaba con unas grandes alas que le proporcionaban la envidiosa habilidad de poder volar. Las alas de los Áizer eran diferentes entre ellas; algunas eran negras, otras pardas, otras verdosas, y otras grises, como las de Radón.
-Hace mucho que no nos vemos. Ven, vamos a hablar -le indicó Radón mientras le llevaba a un sitio más apartado. Se sentaron en unos asientos de terciopelo rojo y con un movimiento de mano Radón señaló al camarero que les trajera bebidas. -Cuéntame qué es de ti. No tienes muy buen aspecto.
-Bueno acabamos de estar en guerra, ¿cómo podría?
-Kovan, esto no ha sido una guerra. En una guerra luchan ambos bandos. Esto es un genocidio, ¿me entiendes?
-Hemos perdido a mi madre -logró decir Kovan antes de dar un trago. Radón resopló dramáticamente.
-Lo siento, tu madre era una buena persona -afirmó Radón tocándole la mano a Kovan.

ESTÁS LEYENDO
Hyunder
FantasyYvette y Kovan viven en la Tierra, aunque ya no es como la conocemos, concretamente en la isla de Hyunder. Las criaturas fantásticas por fin son libres de caminar por las calles, aunque no a todos les parezca una buena idea. Sigue sus historias mien...