Yvette se marchó, y Kovan hizo lo propio unos minutos después que ella, quien no supo cómo sentirse al revelar e invitar a este chico a su sitio secreto y favorito en Hyunder. Le gustaba la soledad que le proporcionaba, algo deseado por muchos ahora que la sobrepoblación estaba en sus picos más álgidos. Aunque siempre había sido una persona aparentemente extrovertida y social, la realidad era que Yvette disfrutaba de sus momentos de soledad. Los ansiaba, y no entendía a la gente que no podía pasar tiempo consigo mismos y que querían estar rodeados de gente a todas horas. En realidad, les podía entender, ya que ella fue así antes de convertirse en Servaterra. Cuando sus días de instituto eran geniales porque era la chica con más amigos de su curso, la más popular, la más guapa, la más rica... Pero eso cambió el día en el que su hermano desapareció. Fue todo un escándalo. Tyrell Xenon, el hermano de Yvette Xenon, había desaparecido. La familia entró en depresión durante un año o dos, excepto su madre, quien se recuperó antes. Su trabajo como Yerbatera era su prioridad en la vida, para bien o para mal. Su padre se dedicaba al mismo negocio, pero lo había visualizado desde un punto de vista más innovador y tecnológico más apropiado en su era. Él fue el que tuvo la idea del negocio, pero era un poco incompetente en cuanto a contabilidad y administración de empresas, por lo que la madre de Yvette tomó el rol de cabeza de la empresa. Esta utilizaba el concepto antiguo de las medicinas a través de las hierbas y lo implementaba en técnicas más modernas. En general, era un imperio de la medicina moderna, por lo que contaban con muchísimo dinero.
Yvette estaba cursando su penúltimo año de la academia Servaterra. En estos dos últimos años se les daba mucha más libertad a los aprendices, o, en otras palabras, debían trabajar más en vez de entrenar. Se acabaron los días de entrenamientos en salas y entornos con seguridades por todas partes. Bienvenidos a la realidad de ayudar a los no-humanos a no ser asesinados. A la impotencia de ver gente morir ante tus ojos sin poder hacer nada. A soldados Zanatos tomando el control de poblaciones enteras. Yvette se planteó en muchas ocasiones si había escogido el camino correcto en su vida cada vez que sentía aquella impotencia. Pero no todo en este trabajo era así. En la mayoría de sus misiones ayudaban a la gente, pero las personas recordamos más a menudo lo malo en vez de lo bueno de nuestras vidas.
El único problema era que los Servaterra escaseaban. Puede que fueran bastantes alrededor del mundo, pero no los suficientes. Kovan tenía razón. Los Servaterra debían tener dinero y además renunciar a esas vidas fáciles que podrían tener, y cambiarlo por una vida sin lujos, sin vacaciones, llena de muerte y de sacrificios. ¿Qué persona adinerada entregaría su dinero y vida por una causa mayor? ¿Qué millonario no sería tan egoísta como para elegir esa vida llena de comodidades en un mundo lleno de pobreza y desigualdad? Exacto, no muchos.
Una vez desaparecido su hermano, Yvette contempló los diferentes oficios que podría realizar en el futuro. El ser Servaterra no le hacía mucha gracia a su familia, quienes querían que se convirtiera en empresaria y continuara con el legado familiar. Aun así, Yvette comenzó a ahorrar para que llegado el momento sus padres no le pudieran impedir el ir a la academia. También pensó que, si algún día fuera Servaterra de verdad, sería un buen trabajo para encontrar a su hermano Tyrell, si es que aún seguía vivo.
3 años antes
Yvette volvía del instituto. Era el Día de los Oficios y el momento en el que la gente aplicaba sus cartas para las universidades y los oficios a los que querrían dedicarse.
-Mamá, papá, me he estado informando y creo que voy a ser una Servaterra -les dijo en un tono decidido. Pero sus padres la miraron incrédulos.
-Claro que sí hija, y también una vagabunda -respondió su madre.
-Va en serio, sabéis cómo es esto ahora, los padres no podéis decidir por los hijos. El nuevo PEU (Programa de Educación Universal) dicta que "será una decisión totalmente hecha por el individuo, sin importar las circunstancias". El gobierno sabe que si elegimos la carrera que queramos, beneficiaremos la economía a nivel global. Y de momento está funcionando.
Los padres de Yvette comprendieron que no se andaba con rodeos; que esto iba en serio, y decidieron consultarlo con la almohada para no tomar decisiones precipitadas, como la idea de su madre de desheredarla que le dijo a su marido una vez Yvette no se encontraba ante ellos.
Aun así, al día siguiente no se solucionó todo como por arte de magia. A los padres de Yvette les costó días aceptarlo, pero ellos sabían lo que se sentía al ser una minoría de la población.- ¿Te acuerdas cuando les dijimos a tus madres y mis padres que íbamos a casarnos y engendrar hijos? Que te querías quedar embarazada, y que preferíamos una vida heterosexual más propia de los tiempos anteriores al siglo XXIII. Sabían que había gente así, aunque no fuera lo más común, y al final lo hicimos porque sabíamos que era lo que queríamos y lo que nos haría felices.
A lo que el padre de Yvette se refería era a lo siguiente. Allá por el 2150 más y más gente se declaraba parte de la comunidad LGTB llegando al punto de superar en número a la población heterosexual. Entre sociólogos y científicos era un debate de lo más polémico. En general, el argumento más popular fue el de que debido a la necesidad básica de reproducción del ser humano, así como de cualquier animal, las relaciones sexuales y románticas entre los humanos se formaron originalmente entre el hombre y la mujer para perpetuar la especie. Pero tras alcanzar una sobrepoblación que hizo que la mayoría si no toda la población adoptase niños en vez de engendrarlos, y la creciente aceptación de la comunidad LGBT, los humanos veían más beneficios en tener parejas del mismo sexo. Aunque los expertos en el tema sospechan que el ser humano nunca dejará de lado las relaciones heterosexuales y que puede que en un futuro no muy lejano sea la nueva forma de identidad sexual más popular. Para los no-humanos era tan común una cosa como la otra, ya que al no ser tantos en número como los humanos, no tenían problema en seguir reproduciéndose, lo que fomentaba las relaciones heterosexuales.
La cuestión es que Yvette entró en la Academia Servaterra de Hyunder, y esto es lo que le dijeron el primer día.
- Me alegra veros aquí conmigo porque eso significa que ya tenemos y tenéis mucho en común -decía Winnefred, la directora de la Academia. Era una señora de cabello corto y blanco y una silueta esbelta, con unas gafas que le empequeñecían un poco los ojos. Parecía de carácter estricto, pero a la vez una persona en quien podrías confiar. -Sé que estaréis nerviosos por saber cuál será vuestro elemento, pero para eso están las pruebas que realizaréis a lo largo de esta semana.
Yvette no conocía a nadie y no recordaba cómo hacer amigos de cero, por lo que estaba muy nerviosa ya que sabía que todos los presentes la conocían o bien por su "prestigioso" apellido, o por la desaparición de su hermano.
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Hyunder
FantasyYvette y Kovan viven en la Tierra, aunque ya no es como la conocemos, concretamente en la isla de Hyunder. Las criaturas fantásticas por fin son libres de caminar por las calles, aunque no a todos les parezca una buena idea. Sigue sus historias mien...