Capítulo VII: Delab

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Presente

Al otro lado de Hyunder, en Delab, Helio continuaba maquinando su plan. Sabía que dentro de 5 días un tsunami azotaría la costa oeste de la isla de Hyunder, por lo que sería un buen momento para ejecutarlo. A estas alturas la sismología había llegado a tales niveles de perfección que cualquier terremoto, tsunami o fenómeno relacionado con los seísmos se detectaba como mínimo con dos meses de antelación. Así, la isla estaba completamente preparada para el suceso.

En esta edificación llamada Delab, variación del inglés the lab(oratory), se producían experimentos, como ya has podido imaginar. A todos se les trataba como animales. Incluso peor, porque puede que el ser humano le tenga más piedad a un animal. En ningún momento se tomaba en consideración el dolor que se le podría producir al "sujeto" ya que lo único que importaba eran los resultados. Eso sí, les importaba que los sujetos no fallecieran; cuanto más durasen vivos, mejor.

Investigaban a los Áizers por su capacidad pulmonar, y, en secreto, por sus alas. Digo en secreto porque Allistor buscaba la perfección, pero no consentiría mutar al humano de una manera en la que se pareciera a simple vista a una crástica (criatura fantástica). Así, de cada crástica investigaban de lo que el ser humano se podría beneficiar, como de los Pélagos su extraordinaria visión o la capacidad de respirar bajo el agua, aunque, una vez más, en secreto, ya que las branquias sí son visibles. Lo malo de experimentar con Pélagos era que, debido a su alianza con los Zanatos, cada vez que desaparecía un Pélago tenían que borrar las huellas de que podrían haber uno de ellos. Aunque lo que más les importaba sin duda alguna era la experimentación con Qroswen, y de ellos, su capacidad regenerativa.

Cuantísimas enfermedades se habían podido curar ya gracias a los experimentos con Qroswen... Este era un tema del que muchos humanos renegaban ya que estaban en contra de los Zanatos. Estaban en contra hasta que algún ser querido necesitaba curarse o moriría, claro está. Los poderes mágicos de los Qroswen no se habían podido tratar hoy en día ya que para que un Qroswen realice magia debe ser a voluntad propia y que se encuentre en condiciones favorables, por lo que era imposible.

Helio se había pasado toda la mañana en los campos de adiestramiento contemplando a los Zanatos entrenando para que no bajaran la guardia, aunque no estuvieran en una misión. Se encontraba en paz, al menos tanto como podía, y disfrutaba de estos pequeños momentos: la agradable brisa que traía el olor del mar azotando su cabello, los rayos del sol parcialmente tapados por las nubes intermitentes... Hasta que a lo lejos vio cómo entraban varios vehículos seguidos de uno aún más grande. "Puede que sea Kadjar", pensó. Y sus sospechan se hicieron verdad cuando vio bajar del vehículo al hijo de Allistor Zanato.

Kadjar Zanato no tenía el intelecto de su padre; él era todo físico y músculo. Disfrutaba con la muerte de sus víctimas, con sus gritos de auxilio. Le divertía que una crástica pensara que le podría derrotar, y ahí era cuando los mataba lentamente, pero por lo general no se aguantaba las ganas de desnucar a todos los que pudiera cuanto antes. Aun así, Helio, que había perfeccionado la habilidad de ver más allá de las personas, siempre había notado algo más oscuro en el interior de Kadjar. Y había tenido mucho tiempo para comprenderle ya que se conocían desde hace varios años.

Quizás lo peor acerca de Kadjar, y más allá de ser un despiadado asesino, es que se le cogía cariño. Helio, por desgracia, le consideraba un amigo. También era, probablemente, la persona más graciosa que había conocido en su vida. Helio deseaba que un día Kadjar le dijera que se negaba a continuar con un genocidio como el que los Zanatos se proponían, pero ese día nunca llegaba.

Se acercó a Kadjar y le abrazó pasándole un brazo por los hombros, una demostración de afecto que ninguno de los presentes se atrevería o soñaría en hacer.

-Pasamos por varias dunas complicadas por el Antedelab, tienen que reparar las dos aeromotos que llevábamos, ¿vale? -le comunicó Kadjar a Helio, quien se encargaba de este tipo de asuntos.

El atuendo de Kadjar nunca era simple. Siempre buscaba la comodidad para tener un gran rango de movimiento, así que el tejido era más o menos flexible y ajustado, pero de colores llamativos. Los refuerzos en los hombros, codos, pecho, entrepierna y rodillas se integraban en el traje sin costuras, pero a la cadera solía llevar algo parecido a un kilt escocés en el que se integraban artilugios con funciones como la de activar el modo de camuflaje, que lo hacía invisible ante sus enemigos excepto por el rostro, el cual, como su personalidad, tenía facciones duras que de primeras intimidaban a cualquiera.

Helio miró discretamente en la pantalla de su antebrazo las cámaras que vigilaban aquellas salas donde se solía encontrar la chica que pasaba ahí el tiempo, pero no estaba. Hacía días que no aparecía por ahí, y si no la veía pronto, iría él mismo en persona a investigarlo.

-Siempre mirando la pantallita esa. Lo ocultas bien, pero algún día te pillaré in fraganti, pervertido -le dijo Kadjar "bromeando".

-Puedes intentarlo, pero sabes que no podrás.

-Eres demasiado metódico y frío, tienes que soltarte, respirar, y apreciar las cosas buenas de la vida. Me vas a acompañar en la próxima partida, verás que divertido.

Antes de que a Helio se le ocurriera alguna excusa, Nirvana, la novia de Kadjar, aunque nunca le pondrían esa etiqueta, se acercó a ellos tras bajarse de otro vehículo del que bajaban muchos soldados Zanatos. Así, ella también llevaba un traje amarillo con el logo de la Z en el pecho y el brazo, como si el apellido Zanato fuera dueño de todos ellos.

Nirvana era tal y cómo Helio se la había imaginado antes de conocerla hace meses. Una chica humana cualquiera criada para ser una Zanatos. Aunque sí había algo especial en ella; era una Reencardente. Se decía que los Reencardentes eran aquellas personas que recuerdan cosas de sus vidas pasadas, creyendo así en la reencarnación. Según Nirvana, ella era tan buena luchadora porque ya había estado en otras guerras como la Segunda Guerra Mundial, y lo cierto es que sus conocimientos de lucha y estrategia eran impresionantes y fuera de lo normal, aunque se hubiera criado desde pequeña para el combate.

Helio era demasiado escéptico para creérselo. Él necesitaba pruebas. Pero en ocasiones se asombraba con algunos conocimientos de esta chica pelirroja. Además, sus comentarios eran muy específicos, como el número de muertes de una batalla concreta de una guerra que pasó hace lustros, o la forma en la que murió algún compañero suyo en alguna de aquellas batallas. A veces sí se impresionaba, y reconocía que era difícil pensar que Nirvana no fuera una Reencardente, pero otras dudaba de ello.

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