Presente
Entre los arroyos del bosque más próximo a Llunder, Kovan buscaba el lugar de encuentro de esas personas que le defraudaron. Ese tipo de gente a quienes guardaba más rencor del que pudiera imaginar. Los Servaterra. Gracias al boca a boca de las calles, había llegado a sus oídos que los Servaterrantis, aquellos Servaterra que fueron corrompidos por sus poderes, se reunían al menos una vez cada mes por estas zonas. Kovan había pasado mucho tiempo intentando encontrarles para así poder convertirse en un potencial espía entre ellos y sabotearles, aunque todavía no sabía cómo.
Una vez Kovan se planteó qué hacer con su vida tras la muerte de su madre, quiso mantenerse tan cerca de su padre como pudiera. Al final y tras mucho reflexionar, pensó que podría probar suerte en el mismo trabajo que él, aunque fuera en una sección distinta del Ayuntamiento de Llunder. Su padre habló bien de él y consiguió un puesto en el Departamento de Gestiones de la Comunidad. Aunque suene aburrido, a Kovan le pareció una opción excelente. Era un puesto diseñado para jóvenes principiantes como él por lo que tenía mucho tiempo libre, el cual, si eras un empleado dedicado, lo invertirías en ayudar a la Comunidad. Tal y como él lo veía, consideraba que hacía justo eso. Deshacerse de los Servaterra sería un servicio para su comunidad, para las crásticas, así que se preguntó a sí mismo por dónde empezar. Decidió comenzar por los Servaterrantis.
Cuando el Sol se empezó a esconder tras el lejano horizonte y el cielo se tiñó de color ámbar y morado, Kovan se adentró entre los árboles siguiendo el sonido del agua. Ya había seguido este mismo proceso desde hace varios días, pero aún estaba aprendiendo y no se había acostumbrado a lo que ello conllevaba. Solo escuchaba los suspiros del bosque, los cantos de algunos animales y el sonido que provenía de los movimientos del agua, además de su respiración y sus pulsaciones; sentía que su corazón le podría estallar de un momento a otro, ya que era consciente de muchos de los peligros de este bosque, sobre todo en soledad y cuando se acercaba la noche.
Se paró, miró sus pies y respiró hondo. Debía concentrarse. Al mínimo ruido que los Servaterrantis oyeran, huirían y nunca más volverían a reunirse en el mismo sitio, por lo que no podía desperdiciar esta oportunidad.
Sus ojos se concentraban en cada mínimo detalle que podían captar entre las ramas de los árboles y los arbustos. El bosque estaba repleto de diferentes tipos de vegetación, todos distintos entre ellos. Para ver dos árboles iguales uno al lado del otro tendrías que buscar hasta cansarte. Así como con las flores, las plantas aéreas, y las más cercanas a las zonas de agua.
Tras dar unos pasos más, pisó un desafortunado charco de barro, y justo cuando sacó el pie y levantó la vista, se fijó en unos cuernos que asomaban desde un arbusto muy cercano a él. Se agachó de inmediato; no le importaba si se manchaba. Podría tratarse de un Wéndigo, y si lo era, no querría enfrentarse a uno. Estas despiadas crásticas eran temidas por muchos, y aunque los Qroswen se podían enfrentar a ellas gracias a sus poderes mágicos, la opción más sensata siempre era la de evadirles a toda costa. Poco a poco podía sentir cómo se acercaba más y más. Oía los ligeros rugidos del Wéndigo. Ya le había olido. Sabía que estaba ahí y no tenía escapatoria. Kovan se levantó y se quedaron uno frente a otro, y al segundo el Wéndigo se lanzó hacia Kovan, y este realizó un hechizo de protección, que le duró hasta que se calló al suelo. Con otro gesto derribó un tronco para que este le cayera encima al Wéndigo, pero solo le alcanzó una pata, aunque Kovan tuvo tiempo suficiente para correr un poco y alejarse de la temible crástica. Mientras perseguía a Kovan, el Wéndigo daba bocados al aire debido a su incontrolable ansia de querer comerse a Kovan, ya que los Wéndigos eran caníbales. Kovan pudo pararse un segundo y realizar un encantamiento que paralizaría al Wéndigo el suficiente tiempo como para escapar e intentar esconderse.
Después de que recuperara la respiración, volvió a moverse sigilosamente. De repente, se topó con un campo de fuerza que pudo reconocer gracias a unos libros de su madre que guardaba debajo de su cama. El Wéndigo no podría atravesarlo, así que sin muchos miramientos, hizo lo propio y entró sin hacer ruido, ya que suponía que alguien más se encontraría dentro.
Tal y como sospechaba, ahora que veía menos borroso y que pudo sentir cómo la temperatura se enfriaba a su alrededor, escuchó ruidos lejanos de una conversación y divisó luz a la altura de las copas de los árboles hacia su izquierda. Su instinto le afirmó que serían los Servaterrantis, y sus pulsaciones empezaron a subir sin descanso, pero pudo calmarse concentrándose en el sonido del agua.
¿Me acerco? ¿Qué se supone que debo hacer? Ni si quiera tengo un plan.
Pensó que podría intentar escuchar su conversación, y miró atrás una vez más para asegurarse de que el Wéndigo no le perseguía.
Cuanto más se acercaba, más claras se volvían las palabras que provenían desde aquella especie de cobertizo en la copa de un árbol que parecía tener cientos de años. Se dio cuenta entonces de lo útil que era ser un Qroswen en aquel momento, ya que sus oídos eran capaces de oír mejor que los de un humano. La tenue luz que antes veía ahora se volvió morada, aunque no le dio importancia.
... sin que él se entere y que no nos pase nada a nosotros, ¿no? Podemos intentarlo. Puesto así, no me parece tan arriesgado. Tomaremos todas las precauciones necesarias.
Pudo escuchar bastante de la conversación, pero nada que tuviera sentido. Aun así, lo más interesante que entendió fueron varios nombres, aunque solo pudo recordar dos: Yvette y Kadjar. Reconoció este último debido a su reputación, asumiendo que se trataba de Kadjar Zanato, el hijo de Allistor Zanato, pero ¿qué tendría que ver él en los asuntos de los Servaterrantis?
Kovan inhaló airé de repente como si este se le hubiera ido de los pulmones. Yvette. Entonces se dio cuenta. La chica de pelo tan negro como el carbón que le ayudó. La Servaterra de la biblioteca. Yvette era una Servaterranti.
Antesde que la reunión terminara y le descubrieran, Kovan salió del campo de fuerzay del bosque tan rápido como pudo, esperando no encontrarse a ningún Wéndigopor el camino. Al fin y al cabo, su plan podría funcionar.
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Hyunder
ФэнтезиYvette y Kovan viven en la Tierra, aunque ya no es como la conocemos, concretamente en la isla de Hyunder. Las criaturas fantásticas por fin son libres de caminar por las calles, aunque no a todos les parezca una buena idea. Sigue sus historias mien...