Villa Miau Miau

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¡Hola! Me llamo Rodrigo, mi madre dice que soy un gato fabulosísimo. ¿Cómo? ¿Qué los gatos no hablan? ¿Nunca has oído un gato hablar? ¿Qué? ¿Qué los gatos solo maúllan y cuando los dejas solos, rompen cosas? ¡Calma, echa el freno, madaleno! Estamos en el mundo de los cuentos infantiles, aquí hay mucha imaginación y no hay nada imposible.

Tengo 11 añitos y vivo en la Villa Miau Miau, una ciudad, o mejor dicho, un pueblo donde las aventuras son el pescado de cada día, ¿te gustaría acompañarme a través de mis experiencias por este pueblo? Con gusto, te las mostraré.

En las afueras de la villa está la Iglesia de San Lasañero, ¿Qué me estás contando? ¿Nunca has visto a un gato ir a la Misa? ¿Qué si un gato entra en una iglesia, el sacerdote lo echa de patitas en la calle? ¡Qué crueldad! ¿En que mundo vives, humano? ¡Ay! Creo que me está sintiendo mal el pastel de pescado.

Querido lector, en la Iglesia nos reunimos para orar y tomar el cuerpo de Cristo, en la Santísima Misa. Vamos por obligación cada domingo y otros días también, los de precepto como la Iglesia Católica nos enseña.

¿Otra vez, con interrupciones, hombre estudioso? ¿Qué los gatos no necesitan salvación porque no pueden razonar? ¿Entonces si un gato es perezoso, le roba a los demás el pescado y va diciendo cosas malas de sus hermanos, ese gato por qué tiene que ir al cielo? ¿Es que no pierde las 7 vidas de gracia? ¡Vaya! ¡Vaya! Si tantas pegas tienes, escribe tú el libro, y explicas conceptos que solo Albert Gatestein pueda entender. ¡Esto es un libro para los más jóvenes! ¡Punto y ovillo de lana!

Dicho esto, voy a seguir guiándote por mi pueblo, Villa Miau Miau, después de la Iglesia mi lugar preferido es la pastelería, aquí comemos lo que más nos gusta, pasteles de leche, lasaña, napolitanas de chocolate... ¿En tu mundo has visto a un gato con un gorro pastelero? ¿En fotos para causar gracia? ¿Se ven muy cuquis, muy pastelosos y tiernos, dices? ¡Oye! ¡No te rías de nosotros! ¡Sssh! ¡Baja la voz, que si te oye el pastelero de Villa Miau Miau, te pondrá sus pasteles de sombrero!

El señor mayor que está a cargo de la pastelería se llama Jahseh, cuando voy con mis amigos siempre nos da dulces gratis, es un señor muy simpático.

Los gatos niños como yo vamos a la escuela, es nuestro deber, ahí nos enseñan matemáticas, lengua gatuna y educación física.

Necesitamos saber sumar y restar, no sea que nos den liebre por gato, aunque quizás no lo creas, los gatos somos mejores que las liebres, por lo menos somos mejores bailando, somos más acrobáticos, pero creo que nunca podremos superarlas en las carreras de atletismo, ¡son muy rápidas! Aquí para dormir, no imaginamos ovejas saltando una cerca, sino liebres saltando las vallas en las carreras. Sí, tú también crees que estamos un poco obsesionados por la competencia, ¿no? Para poder movernos en el mundo que nos rodea, es indispensable tener una educación básica.

Mi maestra se llama Señorita Lara, nos enseña las materias, y pone orden en la clase cuando sea necesario. Aunque algunas veces puede ser estricta, nos quiere y solo desea que seamos gatos de provecho. Tiene un pelaje blanco y unas gafas pequeñitas que se deslizan por la parte inferior de su nariz. Viste un vestido largo azul, o en su caso, con una falda vaquera.

Podría apostar mis bigotes a que tiene 30 años o así, ¿como? ¿Qué si no le he preguntado la edad? No nos la quiere decir, no lo entiendo, el Sol tiene millones de años y se ve muy radiante, ¿y va a ser menos la señorita Lara?

Tenemos un alcalde trabajador y honrado, invierte el dinero en obras públicas, construyó una presa para protegernos de los desbordamientos del lago, a los gatos no nos gusta el agua, ¡imagina que el agua hubiera llegado a nuestros tobillos! ¡Nos hubiéramos subido al rascacielos más cercano! ¡No puedo rascar el cielo con mis garras, está a mucha altura, necesito un poste! ¡Y mira que nos gusta estar en los tejados! Pero estar mucho tiempo allí arriba, como que no cuadra, caballo.

Querido lector, te preguntarás como son nuestras casas, ¿te gustaría saberlo? ¿De verdad, de verdad, de la buena? ¡Tienen puertas, ventanas y muebles! ¡Jajaja! ¿Qué te esperabas? ¿Gateras con postes para rascar? No me tomes el pelaje, soy muy listo para mi edad, o al menos, eso dicen mis amigos y mis mayores.

Pero, para que entres más en detalle sobre estos cuentos y como vivo, te explicaré más o menos el interior de mi casa. Mi familia y yo tenemos un porche con una hermosa mesita con unos jarrones y en sus muros, rosales, ¡se podría decir que mi casa está como una rosa (Na... Mentira, tiene por lo menos 60 años)! La fachada de mi casa está pintada de negro azabache, y al lado está la casa de nuestros vecinos.

Cuando entras por la puerta- ahí es donde tienes que entrar, a menos que seas una mosca, que suelen colarse cuando dejas una ventana abierta- tienes a tu izquierda un comedor, es la habitación donde mi familia se reúne para saborear las deliciosos postres que papá y mamá preparan, ¡están riquísimos! Más ricos que el sushi que sirven los gatos del Pez Luna Naciente.

Si sigues poniendo tus patitas por el pasillo, y giras a la izquierda encontrarás la habitación de mi hermana Adelaida, es mayor que yo, tiene 15 años, se pasa todo el día maullando con sus amigas por el teléfono, toda la noche están de chicharra y todo el día sin dar el callo, ¿me he equivocado? ¡Ups! Toda la noche de cháchara y sin decir "Me callo", eso era lo que quería decir, me figuro.

Al lado de la habitación de mi hermana se encuentra el baño. Girando por el mismo pasillo a la derecha está el salón, la sala más salá', por eso es el salón. Aquí, los gatos de la familia nos reunimos para ver la televisión y nos divertimos contando las historias que nos han transcurrido durante la jornada. Hay risas y carcajadas.

Al lado mismo está la cocina, tras pasar un hueco con unas cortinas. Ahí están los fogones, las sartenes y las cazuelas. Mamá ha dicho que no toque nada, que soy muy torpe, podría causar un accidente, ¡dice que siempre entro como un torpedo!

Bueno, hasta ahora, ya te he descrito mi casa. ¿Qué podría mostrarte ahora de mi diminuto mundo de aventuras?

Ya se me ha ocurrido algo que seguro amenizará esta introducción: te presentaré a mis padres. Ellos me quieren mucho, aunque algunas veces me riñen cuando me porto mal, pero supongo que todos los niños necesitan disciplina para ser gatos con un buen futuro.

Mi padre se llama Oliver, pero él dice que le llame simplemente "Papá", eso le sienta mejor. Papá Gato trabaja en una oficina.

Cada mañana, cuando me despierto, él siempre está en la cocina, tomándose unas tostadas con mermelada y mantequilla y un café, ¡he oído que para trabajar bien por las mañanas los adultos suelen tomarlo! Pero yo soy todavía muy pequeño, y debo ir a la escuela, así que no debo beberlo.

Mi Papa Gato, para trabajar, se pone una corbata y un traje, va bien uniformado, tiene un importante cargo en una empresa.

Mi Mamá Gato se llama Matilde, trabaja en unos grandes almacenes, donde venden muchas cosas útiles: ordenadores, juguetes, ropa... Todavía no entiendo por qué se llaman almacenes, si los almacenas, ¿para qué los vas a vender? Algunos de mis juguetes están en un trastero, o sea, como acumulados por el polvo, pero no los vendo, ¿para que quiero tener en vez de un juguete un papel verde con la cara de un gato que ni conozco? Para eso cojo un papel, lo coloreo de verde y pinto en él la cara de algún amigo mío, que por lo menos me quedo con el juguete, ¿que? ¿Qué si tuviera esos papelitos verde podría comprarme más juguetes? ¿Incluso si fuera un gato mayor podría comprarme una mansión? ¡Habérmelo dicho antes!

Me voy a poner a fabricarlos, mis amigos y yo, ¡si señor! ¡Necesitamos un contable, mi hermana ya sabe contar! ¿Eh? ¿Me estoy equivocando en todo? Bah, déjalo, no entiendo temas adultos.

Bueno, hasta ahora te he explicado como es la sociedad en la que vivo, mis vivencias, mi familia, mi casa, mi escuela, etc.

En este libro, formado por varios cuentos, en ocasiones los relataré yo, el gatito Rodrigo, desde mi punto de vista y en otras el joven que creó mi personaje, Jorge, porque hay situaciones que yo, por mi corta edad, no puedo entender y que es necesario que alguien con más experiencias las explique.

Sus historias serán un tanto más serias, y las mías, mucho más graciosas, aunque debo decirte, querido lector, de que de ambas podrás sacar enseñanzas y moralejas. Espero que como padre, madre o niño puedas divertirte con este libro de cuentos, de inspiración en las enseñanzas, fe y costumbres de la Iglesia Católica.

¡Te doy la bienvenida a "Rodrigo en la Villa Miau Miau"!

Rodrigo en la Villa Miau Miau (Cuentos infantiles Católicos) (COMPLETADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora