Despedida

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¡Hola de nuevo, niños! Tengo que daros una mala noticia: este libro se termina aquí. Sí, así como lo oís, todo tiene un principio y un final, - excepto Dios, y la sinvergonzonería del que inventó la escuela-, y bien está lo que bien acaba.

A lo largo y ancho del libro te he relatado las peripecias que vivió Rodrigo, en la Villa Miau Miau, cada una con una moraleja basada en la Biblia, y en las enseñanzas de la Iglesia Católica.

Como escritor he intentado enseñarte los misterios y doctrinas de la fe en Dios, que espero hayan sido de tu agrado. Y no solo eso, sino que también te he mostrado las adversidades a las que nos enfrentamos los que seguimos a Jesús, los cristianos.

He disfrutado como un enano- y de los barbudos, que casi no me afeito, ¡jajaja!- sacando de mi imaginación cada detalle, palabra, y aventuras y desventuras de estos cuentos infantiles. He de decir que me he inspirado en mí mismo para crear el personaje de Rodrigo, pues me gusta mucho hacer el tonto, y así he podido crear al payaso de esta aventura.

He invertido mucho de mi tiempo en escribir esta historia, y no me van a devolver ni un céntimo por todo el esfuerzo, y tampoco quiero donaciones - aunque si fuera la de un cerebro nuevo, que el mío lo tengo hecho polvo, me lo pensaría-. Me basta con sacarle una sonrisa y un buen rato al lector.

Si has llegado hasta aquí, debo agradecértelo de veras, pues has debido vivir también todas las hazañas y fracasos del pequeño Rodrigo, ¡y me alegro enormemente que hayas acompañado a mi pequeña creación por lo largo y ancho del mundo! Él no lo conocía muy bien, pero tú le has ayudado a descubrirlo.

Bien está lo que bien acaba, y todo tiene que tener un fin, ¡no llores! ¡no llores, por favor! Crearé muchos más personajes, dignos de ser rememorados con la nostalgia de quien llega al final del libro sabiendo que ha vivido todo lo que le ha ocurrido al personaje principal. Así que no te preocupes.

Las historias son la televisión de la imaginación, al fin y al cabo. Todos tenemos algo que contarle al mundo, y yo soy de los primeros que más ganas tienen de hacerlo.

Siempre que haya un libro, habrá todo tipo de sentimientos y emociones: una lágrima, una sonrisa, una carcajada...

Mantengamos viva la llama de la creatividad, y pasémosla a los más jóvenes para que disfruten de todo el arte y su visión, que aún tenemos que vislumbrar en este mundo de humanos.

Hasta pronto, y ¡qué el Señor te bendiga enormemente!

EL FINAL

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Rodrigo en la Villa Miau Miau (Cuentos infantiles Católicos) (COMPLETADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora