Tengo Un Primito (Cap 3: Hogar)

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(Narra Rodrigo)

(Hechos 10, 31:

31Le contestaron: «Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia».)

Mamá me ha dicho que tengo un nuevo primo, estoy muy emocionado. Hace ya un año que nació, pero hasta ahora no hemos ido de visita, ¿por qué no? ¿Por qué los adultos están tan ocupados? Las visitas cuestan poco, menos que una visa, ¡jajaja!

Mamá y yo, por fin, vamos a visitarlo hoy, ¡qué guay!

He oído por su parte, que yo, antes de nacer, daba pataditas en el vientre de mi mamá, ¡caramba! ¡no sabía hablar y ya apuntaba a futbolista!

Mi tía Heather vive en una hacienda, en un pueblecito lejano que se llama Cat Mostacho, ¡tienen una granja con vacas y cerditos! ¡y un rancho! Mi tía sabe montar a caballo, ojalá algún día me pueda enseñar a mí...

Justo en estos instantes, me hallo en el coche de mi madre, que ella conduce hacia la finca. En el paisaje alcanzo a divisar extensos huertos con lechugas y pimientos, ¿por qué la gente dice: "Me importa un pimiento" cuando algo no les interesa? Parece que dan de comer a la gente que los cultiva, ¡tienen mucho morro! ¡Incluso más que los pimientos morrones!

Al fin... ¡Ya llegamos! Mama y yo nos bajamos del coche y tocamos el timbre. Respecto a la casa- si te cuesta imaginártela-, es poco espaciosa, solo con una planta baja y vetusta en demasía. La fachada es rocosa; el techo de pizarra, como corresponde a las casas rústicas; y rodeada por unas verjas, que dan a su vez, al solar, con todas las edificaciones de la hacienda circundantes a la vivienda.

He estado aquí muchas otras veces, y dentro, uno se siente muy confortado, ya que hay una gran chimenea y una muy hospitalaria calefacción. Cada vez que voy a esta casa, me acomodo en una silla y me pongo a calentarme las manos en la lumbre, aunque a una cierta distancia, pues no se debe jugar con Fuego, ¡pobre Fuego! Estará echando chispas porque nadie quiere divertise con él...

Desde el otro lado de la puerta, puedo escuchar los gráciles pasos de la tía Heather. La puerta se abre, y puedo observarla, tan radiante y bella, como siempre. Por si no te lo había dicho, es hermana adoptiva de mi madre, ¡me comentó que nació en África, y que en su infancia los demás chicos se metían con ella! ¡Decían que daba mala suerte cruzarse con un gato negro! ¡vaya con la superstición!

(Mateo 7,11:

11Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden! )

-Hermanita, querida, ¿Cómo estás?- nos recibe mi tía.

-Muy bien, Heather. Vamos a visitar a tu querido hijo.

-¡Pasad, pasad!- nos invita amablemente.

Entramos dentro, y la tía Heather cierra la puerta. En el salón está sentado el tío Charles. Al igual que su mujer, él también es de África. Parece estar leyendo una Biblia.

Yo me siento en la silla, al lado de la leña y me caliento las manos, mientras Mamá y mi tía se sientan en el sofá a recrearse en su charla.

El tío Charles se levanta y se apresura a sacar algo de su bolsillo, ¿Qué será? ¡son caramelos!

-Toma, hijo, para que los disfrutes- dice mientras me los entrega.

-Muchas gracias, tío Charles.

Le doy un beso y me vuelvo a sentar en el sillón.

(Salmos 139, 13:

13Tú has creado mis entrañas, | me has tejido en el seno materno.)

Rodrigo en la Villa Miau Miau (Cuentos infantiles Católicos) (COMPLETADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora