(Narra Jorge)
(Isaías 38, 10-12:
10Yo pensé: «En medio de mis días | tengo que marchar hacia las puertas del abismo; | me privan del resto de mis años». 11Yo pensé: «Ya no veré más al Señor | en la tierra de los vivos, | ya no miraré a los hombres | entre los habitantes del mundo. 12Levantan y enrollan mi vida | como una tienda de pastores. | Como un tejedor, devanaba yo mi vida, | y me cortan la trama». | Día y noche me estás acabando. )
Hoy, Rodrigo, al llegar a casa de la escuela, se topa con una triste e inesperada noticia: su abuela ha caído gravemente enferma. Ella tiene mucha tos y fiebre, y los médicos le han dicho a sus familiares, que lo más probable es que no sobreviva.
Rodrigo siempre había estado muy unido a su abuela, desde que tenía uso de razón, le mimaba sentándole en su regazo y, mientras, escuchaba las historias de su juventud, muy fascinado.
En estos momentos, Rodrigo está muy afligido, sin saber cómo reaccionar, nunca antes le había ocurrido algo así. Su Mamá le abraza y le dice entre lágrimas:
-Hijo...- dice sollozando-. La abuela se ha puesto malita.
-¿Y por qué está así? ¿Por qué no se pone bien?- pregunta Rodrigo.
-No puede, hijo, no es decisión suya- le explica Mamá.
A Rodrigo se le había helado la sangre.
Tumbado en su cama, cierra los ojos y rememora todas las épocas bonitas que vivió a su lado: cuando era pequeño y le aupaba, cuando lo llevaba a la feria... Todo eso terminará para siempre, pues hay escrito algo que no se puede borrar: todos los gatitos han de morir, llegará una hora en la que será la última para ellos.
(Juan 11, 11-13:
11Dicho esto, añadió: «Lázaro, nuestro amigo, está dormido: voy a despertarlo». 12Entonces le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se salvará». 13Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural.)
Rodrigo se pregunta a sí mismo: ¿Qué hay después de la muerte?
En la clase de catequesis le han explicado que para los que creen en Cristo y han llevado una vida recta, existe un lugar llamado Cielo, un paraíso donde no hay dolor, y los difuntos, entonces resucitados, son felices por siempre. Este es el premio que encuentran los justos, los católicos: les dan una corona como reyes y unas hermosas diademas, y vivirán por siempre en ese jardín.
Querido lector, ¿alguna vez te han dado una recompensa por sacar notas muy altas en un examen? Pues esto es parecido, nada más que la prueba la haces a lo largo de la vida.
Rodrigo imagina que debe ser un lugar muy paradisíaco: no tienes hambre, no te duele la barriga, puedes corretear mucho sin cansarte...
Nuestro protagonista prosigue esclareciendo en su cabecita lo que le aguardará a su abuelita cuando vaya al encuentro con Dios.Ella es muy fiel a la Iglesia, ¿Qué temerá su alma después de haber servido a una Divinidad, que se niega en rotundo, a abandonar a sus Hijos? ¿Qué turbará sus entrañas si después le ajustaran la corona, en ese jardín del que tanto se habla en Catequesis?
(Apocalipsis 21, 4:
4Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido.)
Todo buen católico sabe que la muerte no es el final, sino una especie de excursión, en la que Dios secará toda lágrima de los ojos, un descanso para los que son sepultados, habiéndose confesado y arrepentido.
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Rodrigo en la Villa Miau Miau (Cuentos infantiles Católicos) (COMPLETADA)
EspiritualLibro de cuentos infantiles. ¿Te gustaría acompañar a Rodrigo en sus aventuras por la Villa Miau Miau? ¡Adéntrate en su fantástico mundo de aventuras! Te gustará. Portada- @Milenka358