-¿Una fiesta?- preguntó Vegetta.
-Si Vege, quiero hacer una e invitar a los demás- dijo Rubius al sentarse a su lado en la sala de la mansión.
Vegetta se quedó contemplando un poco el fuego de su chimenea considerando la petición de su esposo, la verdad, no le hacía mucha ilusión pensando en lo que sus amigos terminarían haciendo en su casa.
-Mmmm Doblas no creo que sea el momento para eso- respondió.
-¿Qué? ¿Por qué no?- pregunto molesto.
-Sabes lo que sucederá si lo haces- respondió con calma.
-No, no sé-.
Vegetta soltó un suspiro- pasará, que harán un desorden en mi casa y luego seré yo quien deba recoger el tiradero que dejen- respondió mirándolo seriamente- lo siento, pero eso no pasará- agregó poniéndose de pie.
Rubius se puso de pie poniéndose en el umbral de la puerta evitando el paso de Vegetta.
-Doblas, ya me voy a dormir, déjame pasar- dijo con calma.
-Oye, esta bien... sólo piénsalo ¿si?- le pidió- ahora estas cansado- le reconoció- quizás mañana... con la mente más relajada cambies de opinión- agregó empujándolo por la espalda para que subiera a su cuarto.
-¿Eh? No creo que...- comenzó Vegetta casi sin comprender su actitud, creyó que Rubius se enfadaría y haría nuevamente un berrinche como los que solía hacer. Pero la actitud de su osito no era como esperó.
-Además- lo interrumpió- me haré responsable y si desordenan yo me encargaré de dejarlo todo tal y como estaba- dijo con seriedad, prácticamente prometiéndolo.
Suspiró resignado, podía ser muy terco y no dudaba al momento de actuar y al momento de tomar una decisión. Pero algo tenía ese chaval en los ojos que lo debilitaban- esta bien, prometo que mañana me lo pensaré- respondió entrando en la habitación.
-¡¡¡Gracias Vegetitta!!!- exclamó contento su compañero abrazándolo fuertemente- ¡eres el mejor esposo del mundo!- agregó llenando su cara de besos cortos.
-Ya estás exagerando chiqui- respondió Vege entre risitas por esos besos- además, no dije que sí. Aún estoy en contra de eso- agregó separándose de él.
-Mmmmmm estoy a medio camino- susurró sonriendo con cierta malicia traviesa, viendo cómo se dirigía al armario para ponerse su pijama.
-¿Cómo?- Vegetta lo había escuchado levemente.
-Nada cariño- le sonrió- que estoy a medio camino de llegar a la cama-.
Vegetta le miró extrañado, sabía que algo se traía entre manos su travieso esposo. Lo conocía y se daba una idea de las cosas que le gustaba hacer, mayormente tratar de superar limites, y últimamente sus límites se volvían muy flexibles para con él.
-Chiqui- lo llamó mientras terminaba de cambiarse y su pareja comenzaba a hacerlo- no me obligues a castigarte- le dijo con una sonrisa que hacía juego con esa voz un tanto petulante- sabes a lo que me refiero- agregó acostándose.
La clara tez de Rubius se tornó de un rosa brillante, tragó saliva con dificultad pensando en aquella advertencia de su marido, sin duda, cuando Vegetta advertía no era por nada. Tendría que actuar con mucha cautela pensó para si mismo mientras iba a apagar la luz y caminaba hasta la cama.
La rutina nocturna consistía en contarse lo que habían hecho ese día en particular, en planear cosas como las remodelaciones en la isla flotante de Rubius y cuando las palabras ya descansaban comenzaban los besos y las caricias que nunca estaban demás y siempre eran bienvenidos, hasta conciliar el sueño que por lo general acudía a Vegetta mucho más rápido que a Rubius, quien solía quedarse en silenció viéndolo dormir y memorizando cada detalle de su rostro hasta que por fin sucumbía ante el sueño.
El pueblo se encontraba en calma una noche más casi como las anteriores, casi... Una figura observaba desde la lejanía aquel tranquilo lugar, la oscuridad era en ese momento su dama de compañía y su protectora.
-Conque esto es Karmaland... interesante- dijo esbozando una sonrisa.
-No parece la gran cosa- sentencio una segunda figura acercándose a la primera.
-Ja, tu no pareces la gran cosa y aún así, sin ayuda, ya has destruido aldeas enteras por tu cuenta- sonrió sin apartar la mirada del pueblo.
-En fin, no veo razón para hacerle nada a este pueblucho... no necesito nada de aquí- aseguró esa segunda voz- pero eres tú quien está encaprichado con ese hombre-.
La primera figura llevó su dedo índice hasta sus labios pidiendo silencio- él nos será de mucha ayuda- afirmó.
La segunda figura sólo suspiro y largo una especie de quejido- lo que digas... comencemos con esto- agregó desapareciendo en la espesura del bosque detrás de ellos.
Bobadas de la autora:
Hola hola, heme aquí subiendo un corto capitulillo, no pensaba hacer nada con batallas o cosas así, pero en mi mente surgieron ideas y pasaron cosas, así que quizás este fic se me haga un poco más largo que el anterior, aún así, gracias por tomarse el tiempo en leerlo, por votarlo y comentarlo.
Espero que estén teniendo una buena mitad de semana.
See you.
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Desde que estoy contigo
ФанфикVivir juntos terminó convirtiendo sus vidas en una montaña rusa y de las divertidas. Un Vegetta más flexible y un Rubius un poco más responsable empezaron a habitar aquella gran mansión. ¿Qué les depara ahora el futuro?