Capítulo I

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El aroma a café pasado inundaba el lugar como si fuera una pequeña serpiente que tentaba a las fosas nasales de Yoongi.

«Uno más y ya» pensó el pelinegro cogiendo su taza preferida con rapidez.

Cuando sintió el sabor amargo chocar contra sus labios, Yoongi no pudo evitar soltar un suspiro. Era la tercera taza de café en el día.

—Qué más da. —dijo en voz alta, mientras iba a acurrucarse en su sitio preferido de toda la vieja casa.

Tomó asiento al frente de la ventana y como solía hacer desde hace más de 5 años de su retiro. Yoongi dirigió su vista al nevado paisaje.

«Es tan hermoso» pensó embelesado, viendo los frondosos árboles alrededor de su casa, luchando contra la nieve en su copa más alta. Tenía una de las mejores vistas y ese fue uno de los motivos por lo que compro la vieja casa de madera.

Sin embargo, el centro de atención siempre sería el lago congelado. El agua tan cristalina había quedado tan inmóvil que daba la sensación que estaban viendo un espejo.

El lago siempre reflejaba a lo lejos las montañas prominentes. Si Yoongi fuera un pintor y tuviera los dotes de uno, estaba segurísimo que hubiera pintado tan hermoso paisaje.

No obstante, toda la paz que sentía el pelinegro fue interrumpida por unas cuchillas chocando con estrépito sobre el hielo.

Yoongi sintió los vellos de sus brazos erizarse al reconocer aquel sonido. Alguien estaba patinando.

Con toda la calma que pudo obtener, dejó la taza de café a un lado. Nunca nadie se había acercado tanto a su alejada casa que estaba a las fueras de un pueblito turístico.

Nunca nadie había usado su lago como un pista de hielo.

—Vamos, Yoongi. —se dijo a sí mismo, mientras salía de la casa con una chaqueta—. Solo debemos decirle al turista que se largue. —se convenció.

Cuando comenzó a caminar, sintió como sus pisadas se hundían en la nieve.

«¿Hace cuánto tiempo no limpió esto?» pensó viendo cómo el hielo le llegaba hasta las rodillas. Yoongi siguió caminando con prisa hacia el lago congelado, los sonidos y respiraciones agitadas se hacían más presentes mientras más se acercaba.

—¡Hey, chico! —gritó Yoongi muerto de frío. La chaqueta que había sacado, no estaba siendo lo suficientemente abrigadora.

Una cabellera desordenada y negra, paró sus movimientos ante las palabras de Yoongi. Era un joven de silueta esbelta y delgada, llevaba prendas que no eran suficientes para la tarde tan fría de había.

Yoongi se preguntó, si no se estaba congelando.

—¡Oh, perdona! —dijo el joven volteando y mostrando el rostro por primera vez—. Me encontré esta hermosa pista de hielo y decidí practicar. —dijo con una sonrisa—. Soy Jimin. Acabo de mudarme hace unos días en el pueblo.

Yoongi lo miró por unos segundos, un poco sorprendido por el atractivo del joven. Tenía una sonrisa bonita y llamativa.

«Pero eso no quita el hecho que está en nuestra laguna» le dijo su mente.

—Okey, Jimin. —dijo Yoongi en tono sereno—. Lamento decirte que estás en mi patio trasero y tengo que pedirte que por favor, te vayas.

«Bien hecho, Yoongi. No dijiste ninguna grosería» pensó orgulloso ante sus palabras. Hace tiempo que había dejado de entablar conversaciones con los pueblerinos o algún turista.

La última vez un niño le había dicho que era un "anciano amargado" desde ese momento Yoongi trataba de medir sus palabras. Solo tenía 26 años y ya tenía la actitud de un viejo de 50.

Copos de Nieve [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora