Capítulo IV

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Al día siguiente, Yoongi sintió una sensación de extrañeza al ver al azabache.

No tenía la misma actitud que en días anteriores, es más hasta Yoongi podía jurar que el menor solo había pronunciado unas cuántas palabras desde que se había levantado.

—¿Qué deseas desayunar? —preguntó Yoongi en la barra de la cocina.

Eran tempranas horas de la mañana y aunque, Yoongi debía admitir que no tenía la costumbre de levantarse temprano. Había hecho un esfuerzo para poder atender al joven que se había quedado a dormir en su casa.

«Es un invitado, a las finales» pensó con somnolencia. Todavía llevaba puesto la pijama para dormir y una bata.

Esperaba que Jimin pidiera algo simple como un café y unas galletas para volver a dormir plácidamente cuando se marchará.

—C-creo que debería irme. —dijo el menor después de varios minutos.

Yoongi giró el rostro para mirarlo con confusión. ¿Se iba a ir sin desayunar?

—Es que... Mis padres deben estar preocupados. —dijo Jimin con una sonrisa nerviosa leyendo la expresión del mayor—. Debería ir a mi casa lo más rápido posible.

—Uhmm, tienes razón. —respondió Yoongi dejando la cafetera a un lado—. Todavía eres un mocoso, tus padres de seguro deben estar arrancándose los cabellos de la preocupación. ¿Si avisaste que te quedarías aquí por la tormenta, cierto?

Jimin retrocedió unos pasos al escuchar la mención de sus padres.

«¿Qué le pasa a este niño?» pensó Yoongi bostezando. Sin embargo, no le dió más importancia. Tenía sueño.

Anoche no había podido descansar como hubiera querido. Después de haber encontrado a Jimin husmeando entre "la habitación". Yoongi no había parado de pensar en ella y lo descuidado que había sido en dejarla sin llave.

A veces, Yoongi frecuentaba demasiadas veces aquel lugar como para dejarla con seguro siempre. Era como un pequeño recordatorio de lo que había dejado y sus consecuencias de ello.

—Yo... Sí, les avisé. —dijo Jimin luego de unos minutos, refiriéndose a sus padres—. Pero, dije que regresaría temprano. Mi auto ya debe estar en mejores condiciones, el clima de hoy es cálido.

Yoongi asintió viendo a la ventana, todavía perdido en sus pensamientos.

—Si es así puedes irte. —dijo sin pensarlo mucho.

—Uhmm, esto. ¡Gracias! —exclamó Jimin haciendo una pequeña reverencia antes de irse—. Gracias por acogerme una noche en su casa, Sr. Min.

El mencionado lo miró alzando una ceja ante el honorífico. No obstante, no pudo ver la expresión del azabache porque había salido como un rayo del lugar.

«Sin un "Hasta luego o adiós"» pensó Yoongi viendo la silueta de Jimin caminar por la nieve e ir en dirección hacia su auto.

¿Esta vez no volvería a molestarlo..?

—¿Qué es lo que haz visto que te ha asustado tanto? —susurró para sí mismo.

Después de unos instantes, decidió dejar el tema a un lado y se fue hacia su recámara. La vida de un rebelde adolescente no era de su incumbencia. Sus temperamentos eran inestables. Además, Yoongi tenía demasiados problemas en la mente como para hacer espacio para otro.

«Lo que sea que hayas visto, Jimin. Tú te lo buscaste» pensó finalmente.

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.

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Jimin miró nervioso la residencia que estaba al frente suyo.

«No quiero entrar» pensó, todavía sentado en el asiento de conductor. Había pasado unos minutos desde que había llegado a su casa y Jimin no tenía ni la más mínima intención de ingresar.

Sabía que sus padres no se encontraban en casa, a pesar de lo que le dijo a Yoongi. Habían comprado el lugar hace unas semanas y la ausencia de los dueños era muy notoria. La pareja Park, tenía demasiados pendientes en su agenda como para estar velando en su propia casa.

Así que Jimin respiró profundo y salió del coche.

—Ya llegué. —dijo a la nada, cuando abrió la puerta de la casa.

La enorme sala, amoblada con grandes mesas y sillas de diseñador estaban vacías. Igualmente que los pasillos y la gran escalera que se podía deslumbrar desde la entrada. Era una vivienda que había sido construida en su mayoría con mármol y algunas columnas de roble, dando un toque pintoresco al lugar.

«Parece más un museo que un hogar» pensó Jimin subiendo pesadamente hacia la segunda planta.

Las luces parpadeaban algunos instantes por el frío. Haciendo el ambiente se sintiera un poco lúgubre y apagado. Jimin siguió avanzando por el largo pasillo, hasta llegar a la habitación que le habían asignado.

Estaba a punto de sacar su llave, cuando escuchó el crujido de una puerta abrirse.

—¿Ya llegaste, hermano? —preguntó una voz a unos metros suyos.

Específicamente, de la habitación contigumñ. Mostrando una cabellera castaña con unos lentes que reposaban en el cuello del joven con aspecto cansado. Al parecer, su hermano mayor se había desvelado estudiando. Otra vez.

Qué novedad.

—Sí. Ya llegué. —respondió Jimin a duras penas.

—Bien. No hagas demasiado ruido. —dijo el contrario con voz dura—. Padre y madre han salido desde temprano. Creo que fueron a inscribirte para la competencia que habrá la próxima semana. —dijo con una sonrisa de lado—. Quién diría que te mantendrían ocupado hasta en este pueblito de mierda.

Jimin apretó los puños, sin decir palabra alguna.

«Juwon sigue molesto por irse de la capital. Qué ridículo» pensó el menor mordiéndose la lengua. No quería pelear con su hermano y mucho menos hacerle saber el disgusto que tenía por aquella competencia.

—Ni siquiera estoy practicando... —susurró casi inaudible.

—¿Qué?

—Nada. Gracias por avisarme. —dijo Jimin en tono firme.

—Bien. —dijo el castaño antes de cerrar de un porrazo la puerta de su habitación.

Jimin soltó un suspiro cuando se quedó completamente solo en el pasillo. Tenía la mente a punto de explotar.

«¿Por qué mi papá nunca me contó que su antiguo rival era Min Yoongi? ¿Qué le costaba mencionarlo?» pensó Jimin, con todas las preguntas que rondaban en su cabeza.

Ahora no podría acercarse al pelinegro bajo ninguna circunstancia.

La noche anterior, Jimin se la había pasado mirando vídeos sobre las interacciones de Park Jihyo y Min Yoongi en los campeonatos. Dejando más que claro que tanto como su padre como el azabache, se odiaban.

Eran rivales de carrera y fuera de la pista también. Inclusive, había visto un rumor de una página amarillista sobre que hace unos años se habían agarrado a golpes a fuera de un bar.

—¡¿Cómo rayos le voy a pedir que sea mi entrenador?! —exclamó Jimin en tonos bajos, pegando su frente a la puerta—. Debo estar loco.

Era más que seguro, que nunca... Sin ninguna posibilidad, Min Yoongi aceptará ser el entrenador privado del hijo de su antiguo rival.

Sonaba tan inverosímil que Jimin perdía más las esperanzas con el pasar de las horas. Tendría que apañarse por sí mismo para la competencia de la próxima semana. No podía defraudar a sus papás.







Copos de Nieve [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora