Capítulo VIII

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En el firmamento nocturno, la noche se hacía cada vez más oscura. Con pinceladas negras que formaban gigantes sombras en las raíces de los frondosos árboles.

El bosque parecía imponerse alrededor de la carretera donde un pequeño coche corría con las luces prendidas.

—Ya ha comenzado la temporada de invierno. —dijo Yoongi en voz alta mientras conducía—. La nieve será aún más intensa.

Jimin no respondió y volvió a mirar a las afueras de la carretera. Era verdad lo que decía Yoongi, la mayoría de árboles tenían nieve seca en lo más alto de su copa. Tratando de resistir al frío invierno.

El aire que corría era crudo y feroz.

En aquellas heladas, Jimin no entendía como un pequeño pueblo podía mantenerse cálido. Los animales morían, los lagos se congelaban y las pistas con hielo hacían que nadie se atreviera a conducir por temor a un accidente automovilístico.

Todos, excepto Min Yoongi.

—¿A dónde vamos? —se atrevió a preguntar Jimin. Después de haber permanecido callado toda la tarde.

Yoongi alzo la vista a través del retrovisor.

—¿Ahora ya puedes hablar, niño? Al parecer ya se descongelo tu lengua. —dijo con sarcasmo, mientras negaba con la cabeza—. En toda la visita médica no pronunciaste palabra alguna. Ni siquiera cuando Jisso se despidió de ti.

La mención de la castaña, hizo que Jimin se encogiera en el asiento de atrás. Se había comportado como un total maleducado.

Jisso lo había ayudado en todo momento al ir al médico, hasta defendió su comportamiento por el suceso que había tenido con su padre y que no debían presionarlo. Aunque, Jimin había estado acostumbrado a aquellos tratos desde hace 5 años.

En el momento que su papá se había interesado en su carrera artística y lo había sacado de la secundaria para entrenarlo personalmente.

—Jimin. —llamó Yoongi nuevamente—. La próxima vez que la veas, discúlpate con ella.

El pelinegro asintió vagamente con la cabeza. Claro que lo haría.

No obstante, en esos momentos su mente no estaba muy concentrada. Tenía demasiados pensamientos y no sabía con que comenzar.

—Ya llegamos, chico mudo. —dijo Yoongi aparcando el auto y sacando las llaves.

Jimin miró a su alrededor confundido. ¿Tan rápido? ¿Y a dónde habían llegado?

Una solitaria casa al frente de sus ojos, respondió a su pregunta. Era del color del roble y se podía ver a través de la ventana del primer piso, una prominente chimenea.

Sin lugar a dudas, era la acogedora casa de Min Yoongi.

Si ponías atención al patio trasero, podías ver una imagen de ensueño. Un enorme lago congelado por el invierno que reflejaba de una manera hipnotizante todo a su alrededor. Los árboles gigantes parecian estar atrapados al revés en el hielo pulido y brillante junto a toda la fauna.

La luna justo en el medio en su máximo esplendor, también se replicaba en el lago.

Dando un paisaje con la sensación que quizás, estarías frente al espejo más grande del mundo. La belleza del invierno en la noche más oscura era sacada a la luz en aquel lago solitario.

—¿Jimin? —llamó una voz detrás suyo—. ¿No piensas entrar? Hace frío aquí a fuera.

Jimin negó con la cabeza sin despegar sus ojos del lago. ¿Cómo Yoongi soportaba no querer patinar en aquel lugar? Era mágico, inspirador y especial.

Sentía sus pies intentar moverse involuntariamente hacía allá. Quería estar sincronía con la naturaleza. Quería soltar todo el dolor guardado en su corazón.

Simplemente quería patinar.

—Park Jimin. —dijo está vez Yoongi con la voz dura.

El mencionado volteó conmocionado. Las únicas veces que el mayor había dicho "Park" en una oración, habían sido escupidas con odio.

«Yo no soy Park Jihyo. No me odies, por favor» había querido decir desde el principio. Sin embargo, la mirada de Yoongi hizo que callara sus pensamientos y también esperanza.

—¿S-sí? —a penas pudo preguntar.

Yoongi lo escrudiño con la mirada, quizás buscando algo con qué molestarse o que le recordará que era hijo de su rival. Sin embargo, no pudo hallarlo.

Solo veía a un joven adolescente que tenía los ojos empañados, quizás de tanto llorar o aguantarse las lágrimas. Y simplemente pudo suspirar.

—Hace frío, ¿sabes? —dijo Yoongi metiendo una mano dentro de su abrigo, sacando una pequeña bufanda roja—. Debes abrigarte, el invierno no perdona a nadie.

Suavemente envolvió alrededor del cuello de Jimin, la bufanda que había guardado antes de salir. Lo miró un instante y vio las mejillas del menor enrojecerse.

«Bien. Ya está entrando en calor» pensó.

Yoongi se alejó un poco y posó sus frías manos en los hombros de Jimin.

—No nos hemos presentado correctamente desde el inicio. —dijo Yoongi tratando de confortarlo—. Soy Min Yoongi, un patinador retirado y mayormente suelen decirme Suga en estos últimos cinco años. ¿Tú?

El menor abrió y cerro la boca sin saber que decir. No esperaba aquel giro de situación.

—Soy... Soy Park Jimin, hijo de-... —no pudo continuar porque sintió los dedos de Yoongi apretar contra sus hombros.

—No quiero saber quién es tu padre, sino quien eres tú. —dijo Yoongi mirándolo fijamente—. Hasta ahora solo he conocido a un revoltoso y terco chico llamado "Jimin" que desea que sea su entrenador. Quiero saber más.

Jimin abrió los ojos sorprendido y sintió como la vista se le hacía borrosa. Por fin pudo entenderlo.

—Yo no conozco a ningún Park Jimin. —habia dicho Yoongi al frente de su padre.

«Solo conoce a Jimin. Por eso lo dijo» pensó entre sollozos. Un peso en su pecho se comenzó a desmoronar lentamente.

—P-puedo ser Jimin solo para ti. —dijo limpiándose las lágrimas—. Yo... Yo no sabía cómo ibas a reaccionar cuando te enterarás. No soy como él, en serio. Solo quiero patinar.

—¿Por qué? —preguntó Yoongi con la mirada tenaz—. ¿Quieres patinar para la aprobación de tu papá o porque te gusta?

Jimin negó con la cabeza.

—Quiero patinar, porque es la única manera en que me siento libre. —dijo agachando la cabeza—. Quizás no sea talontoso como mi papá o sea una estrella como tú. Pero, mi único deseo es patinar. No importa si nadie me mira, el aire que golpea mi rostro y la emoción que siente mi pecho siempre me acompañarán y con eso me siento feliz.

—¿Solo eso? —cuestionó Yoongi.

—Sí, no espero más. —dijo Jimin alzando la vista. Las lágrimas todavía corrían por sus mejillas, pero su determinación era clara.

Y por segunda vez en su vida, Jimin vio como las comisuras de los labios de Yoongi se levantaban. No era la misma sonrisa que vio en la tarde.

Era diferente, más sincera. Yoongi le sonreía mostrando sus pequeñas encías.

«Adorable» pensó Jimin fugazmente.

—La verdad es que nunca lo pensé seriamente y perdón por eso. —dijo Yoongi sin mirarlo.

Jimin se sintió confundido. ¿De qué hablaba?

—Ademas, tengo una experiencia nula enseñando a los demás, pero puedo intentarlo. —dijo Yoongi asintiendo con la cabeza decidido—. Así que... ¿Me dejarías ser tu entrenador, Park Jimin?

«Quiero que la sensación de emoción dentro de tu pecho nunca desaparezca y en el camino, convertirte en el mejor patinador profesional de Corea»

Copos de Nieve [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora