CAPÍTULO 14

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Liam

-Capitán, un chico quiere verte con urgencia.

-Que pase.

Casi las doce de la noche, y mañana tendría que ir a matar a mi propio primo si no daba más señales de vida.

-Capitán, siento molestarle- dice un chico mientras agacha la cabeza con cierta rapidez- pero es que un joven que estaba trabajando en la campaña de las vacunas me ha dado esto- saca un tubo muy pequeño de cristal.

Lo agarro y lo pongo del revés para sacar el papel que lleva dentro: "El 3 de Marzo a las doce de la madrugada".

-Gracias chico.

No se opone a que los guardias le saquen de la campaña, y como si de una llamada espiritual se tratase aparece Tanit mucho más preocupada.

-Liam, se que te pedí una semana para que diese algún tipo de mensaje, pero por favor dale una segunda oportunidad.

-Acaba de mandarnos el mensaje.

-¿Cómo?- pregunta asombrada.

-No sé como tiene alguien dentro del equipo de vacunación, y le ha dado este bote a un chico.

-¿Y qué dice?

-Dice que el 3 de Marzo a las doce de la madrugada estemos allí, nada más.

Silencio, no hay más que decir, tendré que confiar en mi primo.

Tras una noche sin poder dormir por las pesadillas, decido salir a dar una vuelta, pero a solas, sin guardias. En el camino me encuentro a unos chavales jugando con unos puñales, y en cuanto me ven agachan la cabeza para saludar. Los  recuerdos cuando Adel y yo hacíamos lo mismo me invaden. Pasábamos horas y horas fuera de casa clavando puñales en los bosques, jugando al escondite y lanzando flechas, pero todo eso se dejó de lado cuando mi padre me presentó a los diecinueve años como candidato para ocupar el lugar del difunto Capitán, gané la batalla, y me otorgaron el poder. Para ese entonces Adel tenía catorce años, y siempre me contaba lo que se le pasaba por la cabeza, hasta iba a ir con él a la Ciudad, pero pensé que mi pueblo me necesitaba, o puede ser que yo los necesitase a ellos para ser alguien.

Entretanto, me senté en uno de los árboles más alejados de la gente, para poder relajarme, pero de repente aparece una mujer bastante joven, ojos verdes muy claros, pecas y el pelo rubio.

-Capitán, he escuchado que vamos a ayudar a unos cuantos chicos del Bosque que hay ahí fuera, y quiero ayudar.

-¿Cómo vas a ayudar?- pregunto incorporándome del suelo.

-Soy madre de una de las chicas que hay ahí dentro, y mi marido seguramente murió cuando vino a visitarme hace bastante tiempo- comenta avergonzada.

-¿Su hija es una bastarda?

-No es una bastarda- responde bastante enfadada-. Se llama Arya y seguro que está con ellos, la conozco.

-Lo siento, pero no puedes ayudar- le digo dándole la espalda.

-Sé como curar a los enfermos de la vacuna.

Me quedo quieto, completamente. Si eso es verdad, puede que mi madre tenga una nueva oportunidad, que esta vez pueda vivir de una mejor manera.

-Esta bien, si salimos de aquí te pondrás a trabajar en el antídoto de inmediato, y así tu querida hija no morirá- digo yendo con paso firme a la casa.

DESENTERRANDO MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora