CAPÍTULO 10

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Tanit

Han pasado ya dos meses, y sigo echándole de menos. Además me arrepiento de no haberle contado la verdad sobre su padre, aunque pensándolo mejor si lo hubiese hecho no se habría marchado de aquí y no habría cumplido su sueño.

Después de recoger algún que otro fruto y visitar a los demás clanes para ayudar a los desfavorecidos, como de costumbre, fui a dar una vuelta alrededor de la casa. Todo como antes: hierba, un pequeño lago cerca donde bañaba a Adel, y los gigantescos árboles de alrededor. Justamente me acerco al árbol favorito de mi hijo, en el que decidió dejar sus marcas según la edad hacía que creciese; y antes de marcharse marcó su altura: un metro noventa. Eso es justo lo que su padre medía, y lo recuerdo bien ya que siempre se metía con mi altura. Mientras esbozo una sonrisa recordando esos buenos momentos, en los que nada nos importaba, me doy cuenta de que hay una flecha clavada en el árbol, subo sin apenas esfuerzo por las ramas y la recojo, dejando caer un sobre blanco. Lo abro con cuidado y veo dos cartas, una con la letra de mi hijo, me pongo nerviosa y entro en la casa para que nadie se entere de que me ha escrito.

Después de media hora consigo relajarme; la pesadilla continúa, y ahora pretende acabar con la vida de mi hijo. Me incorporo y sin pensarlo dos veces me dirijo a la casa del Capitán.

-Dejarme pasar- ordeno a los guardias que custodiaban la puerta.

-No pode....

-Si que podéis dejarme pasar, así que hacerlo ya u os clavo un puñal en el pecho- interrumpo tan amenazante que me dejan pasar sin rechistar.

La casa de el Capitán es como las nuestras, una pequeña choza con tejado de paja, una cama, un lavabo y una cocina, lo que dejaba ver que nuestro líder no se consideraba superior a nosotros, sino uno de nosotros.

-Liam tenemos que hablar- le digo preocupada con su nombre de pila, cosa que casi nadie hacía menos yo, ya que era su tía.

-Que quieres tía- responde rodando los ojos mientras se levanta de la silla en la que estaba sentado.

-Adel ha mandado una carta.

-¿Una qué?- pregunta enfadado-. Sabe perfectamente que le mataré si lo hace.

-Por eso te pide que no lo hagas, aunque asume las consecuencias, toma- le ofrezco las dos cartas.

Tras varios minutos leyéndolas y releyéndolas, Liam suspira cansado. Aunque él fuese todavía muy pequeño para entenderlo, vivió de primera mano lo que sufrí cuando Marc salió de este bosque, para intentar buscar la solución a el experimento y nunca más volvió ya que Tomas lo mató con sus propias y asquerosas manos.

-Esto es serio, y estoy segura de que sabe lo que hace, tenemos que darle una oportunidad.

-Solo le daré una, y esperaremos una semana por si se digna a darnos más instrucciones, sino, estaré obligado a matarlo.

-Es tu primo...

-Pero este es mi pueblo, y debo de cumplir con las normas que entre todos configuramos para que El Bosque fuese un sitio perfecto para vivir.

Sin darle una respuesta, salgo de la cabaña. Estoy cansada de pelear contra los recuerdos, contra los miedos, y quiero que esto acabe cuanto antes.

DESENTERRANDO MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora