—¡Cato! —Martina abrazó aquel hombre y volvía a sentir esa sensación tan desagradable. Los celos, si, celos de verla en brazos de un desconocido.—¿Y usted es? —preguntó el lord Constantine con una ceja levantada.
—Marcel Bernal. —Marcel se encontraba tenso, su tono salió más seco y furioso de lo que esperaba.
—Lord Bernal, le presento a Constantine Silverton. —dijo Martina, intentado que ambos hombres se presentaran con respeto. Cato extendió su mano.
—Un gusto milord. —el rubio tampoco sonó muy amable ni tampoco lo intentó, extendió su mano a Marcel y este la aceptó para no quedar como un grosero frente a Martina.
—Lo mismo digo. —la muchacha podía sentir la tensión entre los dos, aunque no lo esperaba le gusto que Marcel se pusiera celoso por la presencia de Cato. —Hasta mañana lady Felton.
—Hasta mañana —Marcel miró con indiferencia al rubio, montó su caballo y se marchó de la residencia mientras Martina lo miraba irse.
—¿Un nuevo pretendiente? —preguntó burlón Cato y ella le miró.
—No, pero está en proceso. —dijo divertida —Vamos, mi madre se alegrará de verte.
Cato había venido acompañado de tres hombres, lo que hicieron fue entrar a la casa y lady Phaby al verlo se mostró bastante emocionada. Su familia se encontraba en la sala, el lord Felton hablando con Albern y la marquesa tomando al té. Martina llamó la atención de todos y su madre vio a Cato.
—Constantine no esperaba que llegaras tan pronto. Te has vuelto más guapo muchacho —dijo su madre mientras lo abrazaba.
—Gracias por el cumplido lord Felton.
—Ven aquí muchacho —mi padre le dio un abrazo con una palmada en la espalda. Todos aquí queríamos mucho a Cato, podría decirse que era el único familiar cercano que conocía de su lado materno porque prácticamente habían vivido juntos desde su más tierna infancia, así fue hasta que Cato decidió irse a estudiar y recorrer el mundo.
—Albern mira cuanto has crecido —él miró al niño con amabilidad y una sonrisa pero este casi no recordaba al hombre. Albern había sido aún muy pequeño cuando Cato dejó la casa y solo mantenían comunicación por algunas cartas por lo que el niño se mostraba muy reacio al principio.
Se instalaron en la sala a hablar.
—¿Y por qué ese deseo de venir tan de repente querido? —preguntó lady Phaby a su sobrino.
—Quería verlos tía ¿es tan difícil de creer? Sobre todo a la pequeña Martina, quien ya está en busca de conseguir pretendiente. —dijo burlón el rubio. Martina pensaba que su primo Cato era más hijo de su madre que ella misma; ambos eran burlones, conspiradores y gozaban de ponerla en vergüenza.
—¿Oh, ya conociste al lord Bernal? —preguntó emocionada lady Phaby.
—Sí, simpático el hombre.
—¡Él y Martina son tal para cual!
—¡Madre! —chilló la morena consternada y avergonzada. Martina miró a su padre —¡¿Tú no piensas decirles nada?!
El marques levantó una ceja.
—¿Y por lo haría? Fui yo quien trajo a lord Bernal a esta casa para eso mismo. —si pudiera morirse de vergüenza Martina lo habría hecho en ese preciso momento. Su familia estaban todos locos, todos menos su pequeño Albern; él si era un pan de dios.
—¿Así que todos están ejerciendo papel de casamenteros? ¡Me uno! —dijo Cato y Martina quien estaba sentada a su lado le golpeó el costado con su codo.
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©𝑆𝐸𝑅𝐸𝑁𝐷𝐼𝑃𝐼𝐴. Saga: Palabras Hermosas.
Historical Fiction❦︎ 𝐍𝐮𝐞𝐯𝐚 𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐝𝐚 𝐡𝐞𝐜𝐡𝐚 𝐩𝐨𝐫: EvelynCampos488 ❦︎ Marcel Bernal se enamoró de la mujer equivocada. Él la amaba pero Verónica solo lo veia como un hermano, ella lo rechazó hasta que se fue en busca de un amor que si pudiera correspon...