36 parte

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Podía escuchar a Alastor toser aún en la habitación, seguía vivo, pero no por mucho tiempo.

Apreté los puños y traté de no llorar, mi pecho dolía y me costaba respirar. Caí al suelo desplomada por la poca fuerza de mis rodillas.

Cerré los ojos y entonces lo vi claro. Si yo lo mataba, ¿ En que me iba a diferenciar eso de él ? Yo era más que una asesina.

Entré en la habitación y lo encontré en la misma posición que me lo dejé. Por alguna razón tuve una sensación de deja vu, no era la primera vez que lo mataba después de todo.

Llevé mi mano a su herida sin saber muy bien que hacer. Alastor me miraba con la boca abierta sin decir ni una palabra. A pesar de que había dicho que iba a salvarlo no sabía como. La daga bendecida con la que le habia atravesado era más que un simple puñal.

Agaché mi cabeza algo rendida, iba a dejar morir a la última persona que me importaba. Algunas lágrimas cayeron desde mis ojos hasta su herida en un destello verde. A medida que estás tocaban el cuerpo de Alastor su herida iba cerrando como por arte de magia.

El demonio de la radio miraba la herida completamente fuera de si al igual que yo. Entonces recordé algo, algo que creía haber olvidado

Flashback:

Tomé asiento al lado del arroyo enfadada, todos los ángeles tenían un poder, menos yo:

- Padre - lo llamé

No hubo respuesta, padre no siempre solía contestar cuando le llamábamos:

- Padre - volví a llamar - ¿ Cuál es mi poder ?

Nada se escuchaba en todo el jardín del Edén, disgustada me levanté de aquel lugar y me dispuse a irme, entonces una voz profunda y masculina se escuchó en el lugar:

- Dar vida - dijo

Fin del flashback

Miré mis manos una vez más, es verdad. Había olvidado cuál era mi verdadero poder, el poder por el que padre me creó. Creí haberlo perdido al llegar al infierno pero al parecer esas eran mis últimas reservas.

Coloqué ambas manos sobre la zona dañada del cuerpo de Alastor y comencé a notar como la misma luz de color verde lo rodeaba. Estaba sanando. No tardaron más de tres o cuatro minutos hasta que el demonio se hubo recuperado por completo.

Alastor me abrazó en cuanto pudo levantarse. Yo lo abracé de vuelta, lo hice porque sabía que sería la última vez que lo haría.

Nos levantamos y pude ver como él parecía suplicarme que no hablara:

- Alastor - el me miró directamente a los ojos - no te he salvado por compasión.

El sonrió, parecía una sonrisa triste y sincera:

- Lo sé querida - contestó

Apreté el agarré de mi mano izquierda sobre el vestido que llevaba puesto:

- Lo he hecho para demostrarte que yo no soy como tú y jamás lo seré. Créeme, hay destinos ... Peores que la muerte y tú sufrirás tú propia soledad por toda la eternidad. La soledad que tú has escogido y la que acabará consumiendote. Espero que seas feliz reinando sobre este lugar que has vuelto podrido y solitario.

Alastor abrió la boca, parecía querer decir algo, pero al final la cerró de nuevo y no dijo nada. Entendí su silencio como un adiós y me di la vuelta. Antes de dejar el palacio, la voz robotizada del locutor de radio hizo que detuviese mis pasos:

- Eva, gracias. Respetaré tu decisión, no te buscaré... Aunque no sirva de nada, lo siento.

No miré atrás, sentía que se lo hacía perdería las fuerzas que tenía y me quedaría a su lado, salí de allí dejando al demonio atrás.

No sabía a dónde ir, estaba devastada. Comencé a caminar sin rumbo y sin saber a dónde ir. Jamás había sentido algo parecido.

Sin saber cómo, me encontraba frente al hotel. Casi como si mis pies no respondiesen acabé dentro. Observé todo, vacío, sin vida. Angel no me recibía al entrar. Husk no se encontraba en la barra y Niffty no correteaba de un lado a otro barriendo. No había rastro de la dulce princesa ni de su desconfiada novia. Solo quedaban los restos de lo que fue alguna vez, un lugar lleno de vida. Un singular paraíso.

Caí desplomada en el suelo y pasé algunos minutos enrollada ocultando mi cara:

- Padre - lloraba - jamás volveré a pedirte algo, no quiero tú perdón, pero por favor, aceptalos en tu reino.

Como era costumbre, no hubo respuesta, alcé la cabeza hacia la techo y grité:

- ¡Deja que vayan al cielo! Ese será el único favor que yo te pida.

Nada sonaba en el lugar, nada ocurría, golpeé el suelo. Algunos segundos pasaron y una luz cegadora llenó el lugar y la voz profunda y masculina de padre sonó en todo el lugar:

Ellos están bien hija mia. Charlie consiguió traerlos hasta aquí. Todos continuarán su camino aquí.

Esas simples palabras hicieron que mi corazón se aliviase por completo. Ellos no habían desaparecido, consiguieron ir al cielo. Sonreí para mí misma y salí del lugar. No volvería a ese lugar.

Miré por última vez hacia atrás y continúe mi rumbo hacia ninguna parte.

Eva ( Hazbin Hotel × Oc ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora