CAPÍTULO 41

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SPARTA

Finalmente allí estaba, esperando pacientemente la llegada de Scott mi superior y si, causante de incomodidades en cada parte de mi. Temblaba sin saber la causa o razón aparente pues aún tenía rastros de la seguridad rondando cerca como un aura a tonos pastel, muy suave, ligera, ¿Cómo lo sabía? Pues lo sentía como un suspiro en mi cuello, luego caí en la cuenta de que era la brisa de la ventana abierta. Rocé las cortinas con las yemas de mis dedos. No había pedido nada a pesar del embriagador aroma del ambiente, profundo y tentador, era una adicción casi imposible de resistir, fue entonces que llegó él. Debía de sonreír si quería perder mi oportunidad.

Ninguno de los dos dijo una palabra, aunque mínima fuera, un susurro persuasivo o hasta un sencillo saludo, nada fue capaz de cortar la tensión formada en aquel sitio, siendo esa mesa en específico la escogida para la resolución de este dilema, no podía resistirlo por mucho más tiempo, intriga cegadora.

-¿Por qué?-.

-¿Que de que?- quizás no era tan listo como ansiaba, y con una mano arriba una joven se acercó he hizo su trabajo, anotó el pedido para sonreír con gran calidez, un velo que fue imposible de no pasar por desapercibido e ignorarlo con un distanciamiento claro. Sonreí a pesar de mis intentos de ser lo más serio y frío posible. Suspiré internamente para hacer un pedido rápido que cambio por completo el destino de la conversación.

-He asistido al trabajo por días y solo me gano pesadillas, nadie responde y el vacío es el contenido de la carta sin sello…- poético, quizás exageré un poco o demasiado para la ocasión, pero algo estaba seguro y era que no pensaba irme sin respuestas, tampoco quería irme sin probar aquella delicia qie la joven traía entre manos, una tarta de crema con chocolate y masa de galleta, azúcar a flor abierta en primavera, problemas en sangre asegurados. Agradecí ilucionado desviando mi atención directo al postre, se había robado mi corazón apenas lo ví.

-Esto te pertenece…- dijo entregando un papel rectangular, lo colocó sobre la mesa de un golpe seco y lo arrastró hasta estar delante de mi mano, a disposición de mis dedos, podía tocarlo, y era obvio de que no se trataba de un trozo de papel cualquiera, era uno muy particular con letras legibles e impresas de color negro y el fondo de un verde pastel, era imposible confundirlo con algo que no se tratara de un tema externo al banco de la ciudad. Lo tomé y leí en voz interna, fue cuando mis ojos cafés se posaron en los suyos.

-Un cheque…- resolví la pregunta sin pensar en lo que seguiría luego. -¿Es alguna clase de soborno?-.

SCOTT

Entregué el cheque que comenzaba a arrugarse en mi bolsillo y para no perder el dinero escrito lo entregué con la idea de dejar a un lado esta conversación, ya tenía una punzada en mi conciencia cuando retire la mano, y una espada en mi corazón cuando lo escuché, su voz sonaba firme y sarcástica, un detalle que no olvidaría jamás. Inspiré hondo, iba a afrontar lo que venía con la mejor y más fuerte de mis fuerzas.

-Jamás haría algo como eso…- sentí un golpe helado sobre mi pecho y mente, mi conciencia dolía y eso que no había hecho más que aumentar el salario, la paga que le debía al joven guardia por sus noches de responsabilidad y sufrimiento entendible. Me negaba rotundamente a responde otra pregunta relacionada al local.

-Pero contratar a un joven al azar sin presentar papeles escritos si lo es- tenía crema en sus labios, manos y parte de su ropa pero ese no era el problema, al menos no si tu objetivo era incomodar a quienes se hallan a tu alrededor. No tenía intenciones de decirle que estaba mal en sus pensamientos y solo esperaba a que el diálogo no fuera por el camino que lo desviaba directo a la boca del lobo. Mi cuello iba a ser desgarrado una vez la historia se revelara.

-Nadie acepta este trabajo, fuiste el único idiota que entró…y sobrevivió- si, habia hablado y mas de lo que debía, ¿Por qué? Quizás era el sentimiento de culpa que crecía en mi interior o tan solo la idea de ver otro cuerpo, un trabajador honesto qie tan solo necesitaba el dinero para algo personal y que luego de días u horas como ha pasado, murió intentando mantenerse con vida, suspiré para aflojar las riendas, no tenía escape.

-Hubieron más…¿No es así?- dió un golpe a la mesa, quizás por el enfado que mi silencio provocaba o tan solo apenas por un error de cálculo, pues su taza por poco cae al suelo. Miradas se posaron en nuestra dirección, expectantes y serías, molestas y quizás preocupadas, pero nada podría cambiar lo que pronto iba a pasar, la historia iba a ser revelada por primera vez en años.

-…- debía contar cada guardia incluyendo a él y luego de unos segundos ya tenía la suma total de trabajadores. -Hubieron siente antes de ti…-.

-¿Siete?- su asombro era entendible, trabajar en un local peligroso por razones obvias y luego enterarte de que hubieron más guardias antes de ti, digamos que no era un alivio si te lo planteabas más a fondo. Honestamente esto era lo que he querido evitar desde que el primer local cerró, pues los medios en aquel momento no sabían la historia completa, extraño lo se, pero era para evitar el caos y el derrumbe asegurado de esta empresa que mi padre me entrego en bandeja de plata, lo había hechado a perder.

-¿Quienes?- elevaba mi vista hacia sus ojos castaños por cada palabra que oia salir de su boca, pero me volví a mi mesa cuando el silencio era la respuesta, me hubiera gustado más que haya fallecido o renunciado al menos, y esto no sería parte de la novela siendo escrita, en proceso de ser relatada. Aún recordaba sus nombres y paulatinamente fui organizando la oración en mi cabeza para luego abrir la boca después de años de profundo silencio.

-Miguel Bernal Montes, Javier López, Rubén, Víctor Rose, Vincent y Fabián-.

UNA NOCHE MAS//AU//compadretes y fnafDonde viven las historias. Descúbrelo ahora