CAPÍTULO 35

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Detuvo su caminata para pensar con mayor claridad, los ciudadanos seguían dialogando delante de sus ojos como si su presencia no fuera de importancia o intimidante. Comenzó a jugar con la pantalla, iconos y capacidades que el mismo dispositivo otorgaba. Tenía dos opciones claro estaba, pero aún no sabía con cuál quedarse, además de que la curiosidad lo estaba torturando.

-Maldito Flex...- exclamó en un susurro viendo por tercera vez el mensaje. El rugir de su estómago vacío hizo que sus pensamientos cambiaran de rumbo.

...

Con lágrimas y llanto sin remedio el niño corrió hacia sus padres recibiendo un cálido y asfixiante abrazo por parte de quienes no fueron responsables en su momento, y como no, la culpa no fue del robot que seguía en fallo, sino de quién debía de vigilarlo. El castaño oscuro fue quien recibió las quejas delante de todos los demás presentes.

-¡Este lugar es salido del mismo infierno!- setenció sin calma o filtro en sus palabras la mujer que seguía con su pequeño entre brazos. Al parecer el ambiente apto para todo público se había ido a la mierda, o posiblemente nunca lo había sido.

-Oiga...- captó la atención el joven ojinegro que claro, su desagrado hacia los niños lo hacían perder la cordura y paciencia en tan solo segundos, y esa ocasión no fue una excepción. -No es culpa de nadie a excepción de su hijo malcriado...las normas son claras y quién no las siga, el local no se hará cargo-.

Una chispa fue suficiente para encender aquella fogata y desatar el mismo infierno, metafóricamente hablando.

...

Recuerdos repentinos y miseria recuperada en conjunto y ataque inesperado, el dolor fue imposible de tolerar y sus circuitos entraron en fallo, cruel destino de desquiciados deseos. Lágrimas caían de sus cuencas azules, manchando sus prendas y el mismo escenario de tonos carmesí. Con espasmos cortos intentaba seguir con el Show, pero por cada palabra chispas salían de su ojo dañado.

-Trollino...- susurró el canino con lágrimas en sus ojos, y al igual que su amigo de fríos cabellos observaba con horror el sufrimiento ajeno. Temía lo peor para su colega.

La cuenca ocular dañada del azabache había sido víctima de un golpe repentino causando que las partes sensibles del endoesqueleto resultaran cruelmente dañadas en el proceso. Ya no era un robot.

-Luz...López...oscuridad...Javier...¡Soy yo!- entre chispas, lágrimas y estática dijo su nombre, finalmente lo había recordado, había recuperado sus memorias pero eso trajo nuevos problemas, y con una última vista de los presentes, fue desconectado al igual que el resto de animatronicos.

El interminable llanto por parte de todos los pequeños inundó el ambiente, el horror los dominaba.

...

Ya en su vehículo, guardó su móvil en un sitio seguro y sin más, con la radio como distrayente de sus pensamientos, volvió a su hogar.

Oscuridad eterna y fría sensación, emociones distorsionadas y muerta esperanza.

Nervios e intriga, calidez del ambiente sobre su ser.

Lágrimas y llanto.

Seriedad y concentración absoluta.

Mentes en blanco y cuerpos ingravidos.

Tensión y mente abrumada.

Ya nada era igual, siendo de más destacar que ninguno quiso estar presente en su historia, en su destino que nunca imaginaron ver alguna vez, deseando ser simples jóvenes que ansiaban volver a su hogar.

Ya nada era igual, sus pensamientos y distanciamiento ante cada alma que se acercaba, la seriedad en sus palabras, el miedo constante de perder su vida.

Sus deseos y gritos eran ignorados, nadie les prestaba atención, al menos no más de lo usual y requerido.

Aún quería seguir a pesar del peligro que su empleo implicaba.

Por más que intentaba y permanecía en su puesto de trabajo, no pudo evitar alarmarse a pesar del conocimiento de la historia y posible desenlace que esto conllevaría.

Una arremetida inesperada por quienes eran el centro de atención en ese famoso local, y con una revelación esperada desde un inicio, hizo que el temor invadiera al castaño oscuro que seguía hundido en sus pensamientos y preocupaciones. Con las herramientas en sus manos y preparado para su actividad, observó a los robots.

-Esto no tendría que pasar…-.

Los personajes yacían delante de sus ojos con sus extremidades recogidas y ojos cerrados. Quizás dos de ellos podrían salvarse de sufrir algún cambio en sus sistemas, sin embargo quién había tenido un descontrol, una revelación ante todos en la fiesta que fue interrumpida en seco, no se salvaría con tanta facilidad.

Una vez en su destino y con el hambre distorsionando sus pensamientos comenzó a preparase algo para comer.

-Me cago en ti Flex…¿Al menos…no podrías haber preguntado?- con sus manos ya limpias se dispuso a empezar. Retiró una sartén, huevos y algún que otro condimento. Quizás no era el mejor cocinero de la calle, pero al menos lo intentaba y claro, el resultado final era una delicia ante su paladar para nada exigente.

No sé animaba a tocarlo a pesar de que solo era un simple animatronico, tan solo piezas de metal y circuitos oxidados. Suspiró una vez su mano rozó el rostro del robot que no se mostró asustado o sorprendido, básicamente ninguna expresión pudo ser compartida y tan solo en cuestión de minutos su rostro fue retirado. El arreglo no duró más de media hora, dejando de lado los descansos para ver el animatronico que representaba a su colega de hace ya muchos años. Sus ojos seguían cada movimiento.-No me culpes…ah…- dió un bufido de pocas ganas.

El local estaba cerrado por lo que el joven estaba encerrado con aquellos robots, atrapado en su trabajo hasta terminar con su tarea.

-Lo siento…compañero…- el desánimo comenzó a susurrarle en su oído provocando que varios recuerdos dieran su aparición desempolvando la verdad de su distanciamiento, el origen de su desagrado hacia los niños, su odio hacia los robots, la culpa en su alma, la pena por lo ocurrido y la preocupación por el joven adolescente. Volvió a colocar la máscara al personaje antes de empezar a guardar todo en su sitio.

-Debí…debí de haberte ayudado…contrario a lo que hice…a lo que yo te hice- no lloró por su tristeza, pero si se mostró apenado por su elección que se llevó un alma y rompió un lazo de amistad, uno que aún seguía sangrando a pesar de los años que pasaban.

Sentado nuevamente en su mesa, comenzó a comer y claro, está vez apagó su celular para evitar interrupciones sin sentido. Sonrió con ligereza.

UNA NOCHE MAS//AU//compadretes y fnafDonde viven las historias. Descúbrelo ahora