Capítulo 7

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El hombre de tez de ébano, ojos de jade y gorro de astracán se inclinó hacia Neville.

-Confío, señor Longbottom, en que no haya traicionado el secreto de Tom Riddle.

-¿Y por qué no debería traicionar a semejante monstruo? -Replicó Neville en tono altivo, intentando liberarse del inoportuno. Necesitaba ir al despacho de la directora, ese era su lugar en ese momento. Debía hablar con los aurores, contarle lo que sabía.

-Espero que no haya dicho nada de Tom, porque el secreto de Tom es el de Luna Lovegood. Y hablar de uno es hablar del otro.

-¡Filch! -Exclamó Neville cada vez más impaciente -Parece al corriente de muchas cosas que me interesan, pero ahora no tengo tiempo de escucharle. Debo buscar a Luna.

-Entonces, señor, quédese aquí, ya que Luna Lovegood se encuentra aquí. Con Tom Riddle.

-¿Aquí? -Neville empezaba a escucharle esta vez de verdad, sus ojos recorriendo alrededor del Gran Comedor, luego las maderas a sus pies por donde pensaba había caído Luna - ¿Cómo lo sabe?

-Entiendo que no se hubiera percatado. Nadie nota cuando yo estoy allí -dijo con un tono sin importancia -Pero pasó junto a mí a la carrera, con la señorita Lovegood a su lado, al entrar al Gran Comedor. Vi cuando las luces se apagaron y ella desapareció. He reconocido la mano de Tom en todo esto.

Neville no sabía qué pensar. Filch no era una persona a la que se escuchara por temas importantes o siquiera se pidiera opinión para algo, pero la realidad era que siempre estaba allí, como dijo, observando todo sin ser visto.

Y ahora que lo pensaba, Filch había estado ya en Hogwarts en la época en la que Voldemort era estudiante, cuando no era conocido más que como Tom Riddle. ¿Qué tanto lo conocía entonces?

-Señor Filch, -dijo entonces Neville, rogando no arrepentirse por la decisión que acababa de tomar -ignoro la relación que usted tiene con Tom Riddle, o sus intenciones en este momento, pero, ¿puede hacer algo por mí?... Quiero decir, ¿por Luna?

-Creo que sí, Longbottom, y éste es el motivo por el que lo he abordado -Filch esbozó una sonrisa desdentada. Sabía que el muchacho lo estaba llamando señor para lograr obtener su ayuda, no era sincero como cuando Luna Lovegood se lo decía, aun así le hizo sentir alguien importante -Intentaré llevarlo hasta ella... Y hasta él.

-¿Me llevaría hasta Voldemort? -Preguntó el joven, cuyas manos ardían de fiebre, cogió en un gesto espontáneo las manos de Filch que estaban heladas.

-¡Silencio! -dijo el hombre deteniéndose y escuchando los lejanos ruidos del castillo y los más insignificantes chasquidos que se producían en las paredes y los corredores vecinos al Gran Comedor -No pronunciemos ese nombre. Digamos, él. Tendremos menos posibilidades de llamar su atención...

-¿Cree que está cerca de nosotros?

-Todo es posible... Si es que no se encuentra en este momento con su víctima en la mansión del Lago, puede estar en esta pared, en el suelo, en este techo... ¡Qué sé yo!... Puede tener el ojo pegado a esta cerradura..., el oído en esta viga...

Neville miró con incertidumbre cada una de las cosas que Filch señalaba, pero luego no tuvo tiempo de decir nada más cuando el hombre lo tomó del brazo y salió con él del Gran Comedor, arrastrándolo a través de corredores que el joven no había visto jamás.

Filch detuvo a Neville cuando estaban llegando a las habitaciones privadas de Luna, y en voz muy baja, tan baja que tuvo dificultad en oírlo, le preguntó:

-¿Qué le ha dicho a la directora?

-No llegué a decirle nada -contestó en el mismo susurro bajo que ocupó el hombre.

ÁNGEL DE MÚSICA (Luna - Voldemort)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora