《8》

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Hal Jordan trabajaba en un pequeño local por la zona del centro, a unas dos cuadras de donde se encontraba viviendo actualmente. El local no era más que un minimarket que pasaba bastante desapercibido, con turnos flexibles y en su mayoría atendidos por adolescentes que buscaban algún acceso económico.

Había tenido suerte con encontrar ese lugar de trabajo, el dueño era un señor amable y que era bastante comprensible con Hal, la paga era buena y tampoco era un trabajo tan pesado. Sus compañeros, además, eran chicos agradables que nunca le dieron algún problema, bastantes similares a su situación actual, y que hacían que Hal no quisiera huir de Star City al tener contacto con gente no millonaria.

Sin duda fue un golpe de suerte para todo lo malo que había traído para él esta ciudad.

Claro, descontando el conocer a gente como Dinah y Barry, quienes sin duda habían sido una buena presencia este año.

Fuera de eso, Hal ya había llegado al extremo de ir tachando los días en un calendario que tenía colgado en su pequeño departamento, cada día menos era un día más cerca de irse de esa ciudad, a solo meses de la graduación.

Y eso significaba otra complicación que Hal no había considerado tan pronto, ya debería que postularse para entrar a sus estudios superiores.

Para su desagrado, por mucho que intento subir sus calificaciones, no era lo suficiente para optar a la universidad, sacar una licenciatura en fisca o ingeniería y luego ir a hacer el curso de aviación que necesitaba.

Hal había estado investigando las últimas semanas de mejor forma con respecto al tema, cuando fue su cumpleaños y hablo con su madre por teléfono, ella le menciono vagamente los pasos que tomo su padre para llegar al trabajo soñado.

Claro, ahora se lo decía porque Hal tenía las cosas en contra y las posibilidades de estudiar eran casi nulas para su disgusto, todo su esfuerzo en vano.

O eso creía, hasta que hablando con algunos profesores y en el último partido de futbol en el que estuvo una opción se le presento.

No era novedad que para los de ultimo año se les presentaban varias universidades en actividades extracurriculares, sobre todo en las deportivas, Hal había estado participando igual que siempre, sin ningún movimiento relevante o algo de ese estilo, su currículo académico ya estaba lo suficiente sucio como para que alguna universidad se fijara en él.

Entonces, al finalizar el partido y cuando se estaba yendo, apareció una persona y le entrego un panfleto, hablándole sobre actitud y espíritu que a Hal no le importo en un principio.

Hasta pensarlo mejor.

Ahora, atendiendo la caja registradora del local, sonriendo de forma amable hacia un cliente cercano a su edad que solía frecuentar el lugar, Hal se debatía mentalmente que hacer.

Apretó el panfleto que lo había estado acompañando la última semana, las palabras haciéndole eco.

_¿Te encuentras bien? _El chico cuestiono, pese a verse agradable, Hal nunca se atrevió a preguntarle el nombre.

_Uh, si, ¡Si! No es nada. _Sonrió, abriendo la caja para sacar el cambio, sus ojos mirando cada cierto tiempo al chico_. Aquí tienes... ¡Y esto también! Un regalo para nuestro cliente predilecto.

Guiño un ojo cuando deslizo un alfajor sobre el mostrador, el chico sonrió, bajando ligeramente la mirada antes de tomar la bolsa con sus cosas, dio un suave "gracias" antes de irse, compartiendo miradas por la ventana.

Hal suspiro, volviendo a sacar el panfleto.

Mordió su labio con cierto nerviosismo, pensando seriamente sobre las opciones que tenía a mano, ninguna lo suficiente reconfortante más que la que estaba frente él. Agito con cansancio su cabello, desde que cumplió dieciocho que sentía que todo el mundo se le vino encima muy pronto.

Nunca es demasiado Tarde. [Halbarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora