Tú no a mi.

Capitulo ocho.

07:23 pm
Hamburgo, Alemania.
Cafetería Artig, Graf-Anton-Weg 27.

Vaya mierda.

La escuela es estresante, más en mi último año de preparatoria, dejan trabajos sin fin, proyectos, eventos, recaudar dinero para la fiesta de fin de curso, buscar trajes para el baile y muchas más cosas que me estresan.

Un baile no es tan interesante.

Parece que a todos les importa mucho, demasiado diría yo, los chicos de mi curso solo hablan de quien pueden invitar y también de que se deben de dar prisa para no quedarse con las menos atractivas, las chicas ni se digan, están vueltas locas buscando vestidos.
A Adler le interesa mucho el baile, dice que será la mejor fiesta de nuestras vidas y que el debe de verse muy atractivo.

Y yo.

Bueno yo no pienso gastar tanto en un traje.

¿Gastar tanto para después ir a una fiesta con todos los de mi colegio?, suena a una terrible idea. Que me paguen ellos mi traje.

— Necesito tu ayuda. - Adler cierra mi casillero justo después de que quite mi mano, eso estuvo cerca.

No hablamos por unos días después de lo qué pasó en su casa sobre Marcela, guardó el tablero y prometimos no volver a hablar de lo sucedido, lo atribuíamos a nuestro mal control del alcohol para no volvernos locos.

— Casi me la arrancas. - le digo un poco molesto, pero él se mira preocupado y nervioso. — ¿Qué pasa Adler, estas bien?

— Si si, es solo que... - se acerca un poco más a mi y me susurra. — No se como invitar a Elke al baile.

Elke Maier, una chica castaña que va en nuestro curso, alta, pecosa, realmente linda y loca por Adler desde que vamos en 4 grado de primaria.

— ¿Es enserio lo que me dices, Adler? - el está avergonzado, a él le gusta mucho ella desde hace años pero todavía no entiendo la razón de por que no se dicen esto, todos lo saben menos ellos. — Tu le encantas a ella, ¿cual es el problema?

— ¿Y si me dice que no? Mark, quedaré marcado para toda mi vida, que vergüenza decirle a mis hijos que me rechazaron en la preparatoria.

— ¿Quieres tener hijos? - frunzo el ceño mientras caminamos a una de nuestras clases.

— ¿Tú no quieres tener hijos? - me mira igual.

— No me refiero a eso, solo que pensé que tú no...

— No me importan los hijos ahora, está decisión depende de mi dignidad y mi estabilidad emocional. - me rio ante su comentario asustado.

— Te dirá que si, confía en mi. - le digo mientras toco su hombro en apoyo mientras entramos a nuestra clase de lengua.

Las clases pasan lentas. Aburridas y lentas.
Como si tuvieran ganas de quemar y achicharrar cada vez más mi cerebro.
Nada nuevo, los profesores enseñando, unos cuantos platicando de su vida durante un 45% de clase, otros tantos reprendiendo al que respire, otros diciendo que se sienten enfermos y por eso no hablarán fuerte pero igualmente terminan gritando como si hubiera un ratón debajo de ellos. Lo normal.

Camino fuera del colegio, no a habido nada interesante en esta semana, después de la fiesta en casa de Adler, no he visto a Inna, es como si me evitara y la verdad no me quejo, no quiero verla o que quiera preguntarme algo de ese día.

Llegando a casa dejo mi mochila en la silla de mi escritorio, en mi habitación. Comienzo a sacar el uniforme de mi trabajo, mientras me lo pongo recuerdo ese beso...