Capitulo uno.

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05:02 am.
Hamburgo, Alemania.
Calle 16 Hubertusweg.

— ¿¡Qué quieres!? — respondo todavía adormilado después de que Erika tocará la puerta con tanta fuerza que apuesto que pudo despertar a los vecinos, pero parece a ella no importarle en lo absoluto, ese sonido fuerte sigue retumbando en la habitación y molestándome aún más.

Me levanto con pereza de mi cama, acomodando mi pantalón de pijama cuadriculada y cubriéndome mi torso desnudo con la cobija, la temperatura de la habitación está a 13 grados por que olvidé encender la calefacción ayer por la noche, aquí en Alemania la mayoría del tiempo hace frío.
Cuando mis pies descalzos tocan el suelo mi piel se pone de gallina y hago una mueca extraña.

Abro la puerta con fuerza, calmo mi voz lo más que puedo aunque el sonido de fastidio es notorio. — ¿Qué es lo que pasa Erika? — pregunto y ella me mira indignada.

Erika Widman. Mi madre, una mujer alta de cabello negro, delgada, es una mujer bella. Me parezco mucho a ella igual que mi hermano Jan, es una mujer muy trabajadora.
Va con su uniforme de trabajo, ella es enfermera y su horario es extremo a mi parecer, a veces me pregunto si dormirá.

— Se me hace tarde, ¿y tú me respondes así?— ignoro su pregunta y ella se da cuenta así que sigue — pasarás por el pan a la casa de la señora Wagner después del colegio. — me dice y camina por el pasillo hacia la salida de su pequeña casa.

La señora Wagner es una viejita a la que no conozco, mamá siempre le compra el pan por que dice que casero sabe mejor y la verdad es que no se lo discuto, pero ¿levantarme a las 5 am para decirme esto? ¿Enserio Erika?

— No te lo estoy preguntando Mark, te lo estoy ordenando. — me dice de espaldas tomando su bolso antes de que yo si quiera abriera la boca para comunicarle mi molestia.

Bien, perfectamente bien.

Me tiro en mi cama, enojado y maldiciendo el por qué yo y no el tonto de mi hermano menor Jan que solo se la pasa en sus video juegos estupidos que lo vuelven tonto y agresivo o eso es lo que decía Erika cuando él no hacia sus deberes por jugar.

La verdad es que me enojo por todo, las mañanas no son lo mío, preferiría dormir todo el día y en las noches comer pastel mientras veo series o películas de misterio y terror.
Tengo un gusto culposo por el pastel de chocolate del señor de la cafetería en la que trabajo, hago turnos en las tardes para pagar materiales de mi estudio y ahorrar para el coche que quiero comprarme en unos meses, no necesito ayudar a Erika por que le pagan bien en su trabajo, solo somos tres en casa.

Me levanto con tanta dificultad después de estar tirado en mi cama por bastante rato ya que no pude conciliar el sueño por culpa de que Erika me despertó así que me dirijo al pequeño baño que compartimos los tres en la casa, es completo y limpio pero pequeño, Erika lo mantiene limpio y cada vez que ve pasta dental untada en el lava manos nos da un golpe en la cabeza seguido de sus regaños y acusaciones diciéndonos que ella siempre nos recuerda que no lo hagamos.

Sentir el agua tibia relaja mis músculos y quita el enojo de haberme despertado, tomo el shampoo de sandía de el pequeño mueble donde están todas las cosas para el baño y me aplico cantidad en mi cabello negro masajeándolo, esto es la gloria.
Comienzo a cantar una canción que he escuchado mucho todo el verano, mamá nos llevó a Jan y a mi a un campo donde vive el abuelo a las afueras de Alemania.

— Now, here you go again, You say, you want your freedom... -comienzo a mover la cabeza al ritmo de la música que canto en mi mente. — Well, who am i to keep you down.

Empiezo a bailar, con mis pies levantando el agua que está en el piso de la regadera y mis manos haciendo espuma en mi cabeza mientras me muevo lado a lado. Es ridículo pero divertido.

Tú no a mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora