• 3 •

186 25 2
                                    

Como un día cualquiera, Lisa se encontraba en su última clase de danza. La mayoría de las veces iba sola, en otras, iba acompañada de JiSoo, Jennie o de ambas. Sus amigas disfrutaban ir a verla, decían que era como si Lisa fuese parte de la música, siempre al compás y con una pasión admirable.

Pero ese día, para su sorpresa, Bambam estaba apoyado de una de las paredes de sala, con sus brazos cruzados, viéndola con orgullo. Lisa al verlo dio un pequeño salto y llevó su mano al pecho.

—Dios mío, que susto me has dado. —

—Quisiera decir que no soy tan feo, pero es imposible ¿tengo un fantasma atrás? — Lisa rio y se acercó a él.

— ¿Cómo lograste entrar? ¿Por qué no estás en tu trabajo? —

—Pues, les dije que era tu hermano y quería verte, no me creyeron hasta que hablé tailandés y me vieron extraño. Respondiendo la otra pregunta, mi jefe me dio la tarde libre por ser un buen empleado y que hoy se encargaría de la cafetería, entonces, como en las tardes no tengo nada que hacer, pues, viene aquí, ¿te apetece caminar un rato? —

Lisa sonrió y asintió.

—Solo espera a que me cambie. — El chico hizo una seña que le dio a entender que fuera con calma, la pelinegra tomó sus cosas y se dirigió a los vestidores.

Mientras tanto, Bambam fue viendo el lugar donde Lisa pasaba gran parte de su tiempo, parecía ser bastante caro, pero las personas quienes estaban pasando o haciendo algo, demostraban que era todo lo contrario, causándole bastante curiosidad.

En eso, sus ojos se encuentran con los de un chico.

Al perecer ya tenía tiempo mirándole, haciendo que este sonriera al notar que había captado su atención del tailandés y a este le pareció que tenía una tierna sonrisa, más bien, el chico le pareció muy tierno.

Aunque estaban a una distancia considerable, podía asegurar que ya había grabado su rostro en la memoria de Bam y Lisa desde un punto de la sala, podía notar como ambos chicos se miraban, sonriendo al recordar cuando pasaba lo mismo con la rubia.

El chico que no paraba de sonreír, quería acercarse a Bam, pero justo sonó la campana, haciendo que ambos volvieran a estar en sus cinco sentidos y asustándolos un poco, rieron. Cuando terminó de sonar el timbre, el tailandés notó como se iba, antes de perderlo de vista, este se volteó y volvió a sonreír, despidiéndose con la mano, como si se hubieran conocido.

Lisa se acercó.

— ¿Ya tu corazón tiene nombre? — Preguntó mientras sonreía al ver lo tierno que se veía

—Tal vez lo tenga pronto. — Su voz se había vuelto más grave de lo normal, pero a su vez, dulce. —Creo que ya es momento de irnos. —

La chica hizo caso, ambos salieron del edificio y empezaron a caminar hacía la cafetería, como era de costumbre.

— ¿Por qué no te fuiste a descansar? No me molesta que me acompañes a hacer nada, pero debes estar cansado. — Por más que su amistad era extraña, los dos sentían un gran cariño por el otro y Lisa tenía toda la razón de preocuparse por él. Bam en la mañana estudiaba filosofía, que ya de por sí, era una carrera que causaba bastante agotamiento mental, y luego pasaba el resto del día trabajando.

—A este punto, el no hacer nada me agobia, prefiero hacer algo, por eso vine a buscarte, estoy bien. — Al escuchar eso, no quiso insistir más, sabía lo que se sentía.

Una vez más, volvió a la misma banca de otros días.

—Aún no llega. — Dijo Lisa mientras que veía el espacio vacío donde siempre se colocaba aquella chica. —Últimamente llega tarde. —

—Últimamente estás más rara. — Bambam esperaba que ella le diera un golpe o una mirada asesina, sin embargo, notó que sus ojos no se separaban de ese lugar, algo se revolvió dentro de el al verla así. — ¿Estás bien? —

—Lo estoy, solo que se me hace extraño. —

—Te creeré, pero, ¿cómo vas con tus sentimientos con ella? — Lisa sonrió y bajó la cara para ver sus manos que no paraban de moverse, algo típico de ella cuando estaba en una situación que le inquietaba.

—Creo que es mejor que te acomodes y compres algo para comer. — Bambam se para y va a la cafetería, Lisa río por el hecho de que se lo tomó en serio. Unos minutos después, había vuelto con varias cosas en la mano.

—Traje batido de mora y algunas galletas. — Lisa tomó uno de los vasos y ambos se acomodaron bien en la banca. —Soy todo oído. —

La pelinegra se sentía un poco presionada al tener a Bam dándole toda su atención. Cerró sus ojos y dejó que su corazón dijera todo lo que había intentado retener.

—Me confunde y lo cuestiono siempre que mi mente deja de pensar en algo, no tiene descanso. — Soltó una leve risa. —Quisiera entender cómo es que logró atraparme de esta forma, de hecho, no se compara a lo que he sentido antes. —

— ¿Eso es bueno o malo? —

—Todo dependerá de lo que suceda después de conocerla, pero hasta ahora, sin si quiera saber su nombre, siento que es la única... No sé en qué, pero estoy segura de que la quiero y cada vez que estoy frente a ella, quiero decirle miles de cosas, pero mi cuerpo no reacciona, me hace débil y a la vez me llena de energía. — Lisa volvió a reír después de escuchar lo que dijo. — ¿Eso tiene sentido? —

—Te entiendo, no tanto por el hecho de que sienta lo mismo o porque haya pasado por eso, sino porque es obvio que lo que empezaste a sentir por ella va más allá de lo que tenemos y sabemos cómo personas, al menos estás aceptando lo que sientes por ella y... — Lisa lo interrumpió.

—Bambam, ya no puedo esperar más, no quiero seguir viéndola a esta distancia sin decirle o hacer algo. No quiero recordar su voz ni sus ojos... — El tailandés terminó la frase.

—Quieres que esté ahí. — Lisa volteó a verlo y Bambam sintió como su corazón se volvía pequeño por la forma en que lo miraba, realmente estaba queriendo a una desconocida.

—Sí. — La pelinegra inhaló lo más que podía, intentando recuperar algo de tranquilidad.

Pero justo llegó.

Bambam notó como Lalisa se tensaba, hasta que la recién llegada empezó a cantar, sin embargo, se notaba que estaba preocupada por la tailandesa.

El chico solo observaba esa escena, pero toda duda que tenía sobre ellas se esfumó cuando se sonrieron, jamás visto tanta sinceridad y cariño en un acto.

Ahora podía entendía el temor de Lalisa.

Ella hace que mis rodillas se sientan débiles
Ella hace que mi bebida se sienta más fuerte
No puedo comer, no puedo dormir, no puedo soñar, no puedo esperar más.

Ella es la única, me tiene hecho un desastre
Podría escribir un millón de canciones
Pero sé que eso no es suficiente

Porque ella es de quien tengo sentimientos

Podría escribir un millón de canciones
Pero sé que eso no es suficiente
Porque probablemente ni siquiera sabe que esta canción es sobre ella.

❁ Imagination - ChaeLisa ❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora