Poder

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Al llegar a clase, vi que todo estaba alborotado, las mesas por el suelo, un montón de papeles en el aire y el suelo, los niños gritando como locos, incluso algunos estaban de pié en las sillas. Eso a mí no me extraña, la clase que me había tocado era un conjunto de los rebeldes del curso y a mí me tocó estar en ella no sé por qué, porque yo no soy muy rebelde que digamos. Me a acerqué a mi pupitre y al lado vi a lo peor de la clase. Mi enemiga y sus amiguitas del alma.
Una de ellas me miró con cara de despreciar me. Aquello me enfadó mucho más, estaba a punto de salirme humo por las orejas. Luego me tranquilicé y respiré hondo (mi método para conseguir la calma). Me senté en la incómoda silla y pensé que sólo me faltaban cinco días para el viernes, sí, mi vida es muy triste, siempre estoy esperando al viernes. Pero, ¿Qué felicidad voy a tener con esta clase?

5 minutos después, apareció por fin la profesora, aunque paró el alboroto, ella tampoco lo hizo muy bien, nos asustó a todos con un grito que se oyó por todo el pasillo. A mí me puso lo pelos de punta. El alboroto, paró y los niños dejaron de gritar y de subirse encima de las sillas, recogieron la clase y levantaron los pupitres que estaban en el suelo. Y la clase comenzó con un tono desagradable.

A la hora del recreo, salí del aula y por el pasillo busqué a Marina.

YO:– ¡Marina!–

Le grité para que me esperase. Ella se acercó y preguntó algo que me hizo muchísima gracia.

MARINA:– ¿As oído el grito de un profesor en la primera hora?–

YO:– Em... Sí, era mi clase la que provocó que la profe nos gritara.–

Ella se le escapó la risa y luego empecé a reírme yo y al final nos quedamos las dos partiendo nos de risa. Mientras que bajábamos por las escaleras que llevaban al patio, nos encontramos Marina yo a nuestros otros amigos. Alba, Victoria y Juan, pero faltaba alguien, faltaba Mario.

YO:– ¿Dónde está Mario?–

ALBA:– Dice que hoy prefiere jugar al fútbol.–

El fútbol, siempre gana a la amistad que está fuera de la pista y que no está en su equipo. Bueno; pues nada, ¿Qué le vamos a hacer?

Al llegar al patio Marina se puso a hablar de su trabajo con los demás, porque claro estaban en la misma clase menos yo. 😢 De repente me entró sed y decidí ir a beber agua las pequeñas fuentes.
Pero, al llegar, me encontré con mi enemiga mortal, una niña que entre nosotras hay guerra y supongo que jamás enteraremos el hacha de guerra. Ella me miró mal y yo como siempre le pagué con la misma moneda. Nos quedamos mirándonos hasta que acerqué mis labios a la fuente para beber agua.

Después de terminar de beber, ella empezó a meter cizaña.

ENEMIGA:– ¡Ay! Sí es Cristina. Deja de pensar de que tú eres la víctima porque no lo eres, lo que eres tú, eres una @/#€@/#.–

Es mejor que no sepáis que palabras exactamente dijo. Pero, lo que dijo me enfadó un montón. De repente, veo que ella mira aterrorizada hacia arriba, cuando me di la vuelta vi un dragón mucho más grande que yo. Pero cuando creía que me iba a comer el dragón se convirtió en agua porque estaba echo del agua que salía de la fuente. Claro, al caer el agua nos salpicó a las dos, nos quedamos caladas. Cuando me di la vuelta para mirar a mi enemiga, vi que ella ya había desaparecido. Pero sabía perfectamente que estaba calada, porque cuando la mojan grita y bueno; cuando me cayó parte del agua a mí, ella gritó. Lo bueno es que estamos en septiembre y podía secarme rápido, ¿Pero, qué digo? Ésto no me salva ni una supernova. Nada que tuve que ir al aula para coger la ropa para gimnasia y quedarme con la ropa de gimnasia puesta. (Aunque el pelo se quede mojado).

Después de cambiarme de ropa y de haber sido la atención de los profesores cuando me preguntaban qué me había pasado. Me dirigí a por Marina que me buscaba, pero antes de poder hablar con ella, Mario que estaba jugando al fútbol, se cayó, fui a ver qué le pasaba y cuando le vi, él estaba en el suelo dolorido por una gran herida que tenía en la rodilla. Yo me acerqué y le puse la mano en la rodilla herida (pero en un lugar donde no había sangre). De repente, de mi mano emanó un rayo de luz que nos cegó a todos los que estábamos alrededor, incluidos Mario y yo. Cuando la luz dejó de iluminar, vi que todos los que estaban alrededor estaban en el suelo. Todos me miraban a mí como si yo hubiese matado a alguien. Yo quité la mano de la rodilla y vi que ya no tenía ninguna herida en la pierna, no tenía ni una cicatriz. Marina, que también había presenciado aquello, dijo que yo tenía poderes. Todos me miraron aterrorizados.

¡Es un milagro!

Gritó Mario. Yo me levanté y miré a todos los niños que estaban a mi alrededor. Todos estaban boquiabiertos. Aquello me aterró a mí. Un profesor que también había presenciado aquello me miró y me dijo que tenía que ir al hospital.
¿Al hospital? ¿Por qué tengo que ir al hospital? ¡No tiene sentido! De repente, vi que el profesor, era justo un profesor que es famoso por estar loco. El profesor me cogió de la mano y empezó a arrastrarme. Yo salí corriendo, tratando de que me soltara. Al final me soltó y salí corriendo del colegio, pero, todo lo bueno se acaba, el profesor salió corriendo a por mí. Mira de verdad, ¿Algún día me dejara en paz el colegio?😠

Me dirigí hacia el puerto (sin darme cuenta). En el camino, el profesor llamó a dos guardias para que le ayudasen a perseguirme. ¡Pero qué tramposo! Tres contra uno, ¡Eso es injusto! Yo seguí corriendo hasta que el mar me lo impidió. Estaba en el borde de la cera, si daba un paso más me caería al agua. Mientras que los tres que me perseguían llegaban, yo sólo pensé en rendirme, hasta que el agua me recordó algunas cosas que dijo Marina sobre la leyenda.

" Esa gente tenía todo tipo de poderes sobre el agua, incluso podían andar sobre el agua."

¡Incluso podían andar sobre el agua!

La esperanza creció en mí, en ese momento sólo estaba decidida a saltar. Pero, antes de poder saltar, los guardias ya estaban detrás, bueno; había algo bueno en los dos guardias.
Ellos intentaban cogerme con sus propios brazos, ja, como si pudiesen cogerme, ja.

¡Qué empanados!

Salté al agua y de repente, vi que no me hundí, estaba andando sobre el agua. Yo di un paso por si acaso y vi que no me hundía, yo empecé a correr pensando que todos mis problemas habían desaparecido, pero, estaba equivocada. Uno de los guardias, cogió una lancha y comenzó a perseguirme por todo el puerto. Ese cacharro me ganaba en velocidad y no podía hacer nada para evitarlo. Pero no me quitó mis esperanzas de escapar. Justo después de la entrada del puerto, (por donde entran los barcos), vi una roca que había en medio del camino, se me ocurrió saltar la roca. Al saltar por encima, me caí, pero no me hice daño, (el daño se lo llevó el guardia de la lancha que se había estrellado contra la roca).
Yo gané ventaja y salí corriendo de allí.

La aprendiz del aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora