La guerra

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Ese momento de paz se acabó muy pronto. Después de que Nieves confesara, oímos un extraño sonido y fuimos a ver de dónde venía.

Al llegar a la orilla, se podía divisar un barco de gran dimensión que se dirigía hacia donde estábamos nosotras. Nos asustamos tanto que salimos corriendo a por el pueblo que se escondía bajo tierra.

Al llegar a la cueva, fuimos a la zona de entrenamiento donde estaba el ladrillo que si lo pulsabas aparecía la gran grieta que te llevaba al lugar donde se situaba la estatua.

Al bajar las escaleras nos dirigimos a un pequeño túnel que había a la izquierda. Entramos en ese túnel, todo parecía algo oscuro, no había luz en ninguna parte.

Al salir del túnel, vi un pequeño pueblo que estaba, efectivamente, debajo de la nieve. A los dos lados de el lugar habían unas pequeñas viviendas donde los niños y  las niñas tendían su ropa, cocinaban, ... Al fondo del lugar, había una gran puerta con dos niñas que estaban vigilando por si alguien entra a ese lugar.

Nieves comenzó a caminar recta y disimulando mientras que los niños que la veían se quedaban atónitos. Yo la seguía con un pelín de miedo, aunque cuando ya estábamos en medio de aquel pueblecito se me quitaron los miedos.
Al llegar a la puerta, los "guardias", nos impidieron entrar.

GUARDIA:– No puedes pasar y debo pedirte que te vayas.–

NIEVES:– No lo voy a hacer, y lo sabes. Así que vamos a hacer esto por las buenas.–

La niña frunció el ceño.

GUARDIA:– Tú no me das miedo y no estamos para bromas.–

Nieves se acercó a la oreja de la guardia y le susurró algo a la niña. La pena, es que no supe qué es lo que le dijo, pero, funcionó, porque después de haberle dicho eso, la niña nos dejó pasar, aunque la otra guardia no entendió nada.

Al entrar, se podía ver a una niñita pequeñita de más o menos 3 añitos que estaba sentada encima de un sofá brillante. El sofá era precioso, brillaba porque contenía unos cristales hechos de agua congelada. Y cuando un rayo de luz iluminaba el lugar, gracias a que el suelo es traslucido, el sofá brillaba.

La niña frunció el ceño cuando vió a Nieves caminar por ese edificio. Ella se levantó del sofá y se acercó a Nieves.

NIÑA:– ¡Tú! ¿Qué estás haciendo aquí? Para tí, entrar en éste lugar te está prohibido.–

NIEVES:– Ya, ya. He venido aquí, no para enfadarte, si no para avisarte de que en la superficie hay todo un ejército de hombres y si descubren éste lugar lo arrasarán entero, contando con los habitantes.–

NIÑA:– ¡Qué! ¡Raquel dame lo que tú ya sabes!–

Una niña apareció en la sala y le entregó unas gafas con un trozo de carbón pegado en el cristal. Yo creo que con eso no se puede ver nada, pero, la niña empezó a contar lo que veía y al final la creyó a Nieves.

NIÑA:– Hay que evacuar.–

Nieves se molestó en intentar convencer a esa niña para que lucharan por éste hermoso lugar, pero, ella se negó.

Cuando el pueblo ya estaba preparado para huir, Nieves no pudo contener su ira y volvió a hablar con la niña.

NIEVES:– Si no vas a hacer nada por éste lugar, yo lo haré. ¡María, Juan, Yolanda, Gabriel venir conmigo!–

Nieves salió del pueblo y se plantó delante del ejército de los hombres con los niños que había nombrado. Yo le pregunté qué estaba haciendo (y me temo que también lo hizo la niña pequeña), pero no contestó. (Creo que iba a luchar) aquello es lo que pensé cuando vi que uno de ellos empezó a pelear.

La aprendiz del aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora