Capítulo 4: Rose Bickman

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Lentamente nos vamos acercando a la cuidad. Tras un silencio tormentoso, volteo a ver a mi mejor amigo de vez en cuando. En su mirada se nota como trata de procesar todo lo que ha pasado. No me ha comentado absolutamente nada. Ni siquiera me ha preguntado algo. No sé que sucederá ahora, solo sé que tengo que salvarla. 

Desde que nos alejamos de la casa de playa, Géminis no ha dejado de mencionar un tal Sauro. En verdad me esta preocupando esto. Cada vez se ve más débil y la poca seguridad  y confianza que he obtenido se ha desaparecido totalmente. Quisiera escapar y jamás regresar, pero algo me ata, no sé que, pero lo siento y que se debe a ella, a mi ángel guardián.

- Sauro, por favor, Sauro - vuelve a decir ella, con una voz que apenas es entendible, le toco  la enfrente para ver si tiene temperatura, pero esta fría, técnicamente helada, pero desde las pocas horas que la conozco ella siempre ha estado así.

- Shhh, toda estará bien Géminis. Ya no estamos en el mar. Tranquila - le susurro tratando de que Oscar no me escuche.

- Mmmmm... - se queja.

No he dejado de ver sus heridas, en la playa no se notaban tanto.

- Oscar, ¿Estas bien? - le pregunto a mi amigo con la esperanza de que me conteste – Oscar, por favor háblame...jamás has estado tan callado en tu vida -

- Ya casi llegamos a tu depa... - me dice con la voz cortante, creo que esta vez la cage con él y no sé  de que, hay tantas cosas por dejarme de hablar.

- Ok, gracias...en verdad gracias - le digo siendo sincero para él y para mi.

Y de nuevo el silencio gobierna en la camioneta de Oscar, con excepción de los delirios de ese Sauro, en verdad, hay necesidad de tanto quejido, bueno no soy quien para decirle que se  calle, pero el tono que utiliza ella me causa una sensación rara, ese tal Sauro tuvo que ser muy importante para ella. 

Lentamente Oscar entra en el estacionamiento de mi edificio, y aparca en mi puesto, con lentitud saco a Géminis con miedo de que se fuera a romper, esta tan pálida y no sé que hacer. Toco el botón del elevador y espero a su llegada con Oscar a mi lado, creo que en verdad que esto podría ser un maldito sueño o mejor dicho una estúpida pesadilla provocada por la borrachera del siglo y un buen golpe en la cabeza, pero esto es real, lo sé, lo siento.

El elevador tarda más de lo normal, aumentando la tensión que ya existe entre Oscar y yo. Lentamente veo como avanzamos piso a piso y jamás creí que odiaría vivir en el último piso, pero bueno vivir en un ático espectacular...pero ahora...vaya que me arrepiento. Solo quiero llegar y proteger a un ser que da miedo con solo pensar que existe y aunque se encuentre en mis brazos como una hoja de papel, frágil y totalmente pálida siento como si se me fuera a romper en mil pedazos. 

Por fin llegamos a mi piso y el alivio que siento es como si fuera el fin de las guerras, y es ahí cuando recuerdo de un pequeñito problema. No tengo mis llaves, ¡Aggg! Señor Taylor, como deje que me despojara de ellas.

- Oscar... - comienzo con confesarle mi gran descuido con voz temerosa – ...wey se me olvidaron las llaves del depa... - lo miro con miedo, a estas alturas ya no sé que esperar de él.

- Si serás cabrón....y tu crees que vendría a tu rescate sin recoger la copia de tus llaves - me dice, pero, un momento...él dijo... ¡ UNA COPIA!

- ¿Cómo que tienes un copia? Wey sé que me amas, pero esto es acoso total - bromeo un poco con el para quitar la tensión. Lo veo como saca el juego de llaves y abre mi apartamento con una  media sonrisa.

Lentamente llevo a Géminis a la recamara para acostarla en la cama, y noto algo que no esta bien, hay una maleta en la esquina de mi tocador y hay alguien en el baño y para el colmo cantando. Rezo para que sea el señor Taylor y no un vagabundo. Me acerco al cuarto de baño, tomo mi bat de beisbol y abro lentamente  la puerta, y si sin duda se encuentra alguien en la ducha, pero esa maldita forma yo la conozco.

LÁGRIMAS DE ÁNGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora