Capítulo 2

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Eres hermosa, y que nadie te diga lo contrario.

Han pasado exactamente más de una semana desde que Anne y Michael se encontraban en el parque todas las tardes. Aunque haya pasado poco tiempo -desde que Anne decidió regresar al parque-, se han confiado algunos que otros secretos.

Anne descubrió que él comía comida de perros cuando era un crío, mientras que él descubrió que ella tenía una obsesión grande con él jugo de manzana, - éste le regaló uno, un día después de saberlo-.

Pero a pesar de que estaban ejerciendo confianza rápidamente, Anne no estaba lista para contarle sobre los abusos que le daban sus padres, y el acoso escolar que le dan en la preparatoria. Ella tenía miedo de que este la juzgara y la abandonara.

Ese día, un día soleado, pero fresco, Anne se encontraba en su habitación preparándose para ir al parque. Desde que conoció a Michael, su vida a cambio casual y raramente. Sus padres dejaron de abusar de ella como si fuera una desconocida, el bullying había bajado de igual forma. Sin embargo, no se queja. Esta más que alegre porque todo le estaba saliendo de maravilla y, para mejor, tiene un amigo.

Ese día era el mejor, Franklin y Camilla habían salido de la ciudad por una semana por temas de su trabajos. Y por supuesto que Anne no podría estar más que feliz.

Se observo en el espejo de cuerpo completo. Aunque en realidad no sabía ni porque se molestaba en verse en él. Estaba usando ropa simple, unos jeans negros ajustados rasgados en las rodillas, una camisa con el logo del nuevo álbum de Conan Gray, Sunset Season, y unas simples Converse negra sucias.

Suspira rendida al ver el nido de enjambres que se llamaba cabello. Su cabello era liso, y sabía la grandes ventajas que tenía al serlo, pues no le costaba nada desenredarlo, no obstante ese día había amanecido de lo peor. Cogió el peine que se encontraba en su escritorio, y empezó a peinarlo con la mayor delicadeza y paciencia para que este no se reventara de las puntas y se viera como la mierda. Esta acción le costó diez minutos, dejando como lo tenía habitualmente.

«Debería de cambiar de estilo» pensó.

Hizo una mueca antes de quitar la vista del espejo, y se movió para coger su teléfono, sus llaves, y se aseguró que el morete - que obviamente Franklin le hizo con su mano cuando ella se le derramó un poco de agua en sus zapatos- que tenía hacia dos semanas no se viera. Este se encontraba en su hombro, y agradeció mentalmente de tener solo camisas de mangas o mangas largas, aún no se recuperaba del todo, estaba entre un color violeta y rojo, sin embargo, cada día se notaba menos.

Salió de su casa asegurándose que las ventanas estuvieran muy bien cerradas, y cuando se fija bien que todas la están, sale y cierra con llave la puerta principal, no se arriesgaría a dejar sin llave.

Y emprendió su corto camino a el parque. No mentía cuando decía que el camino a su casa solo era de tres minutos, tanto que se sorprendió de no haberse percatado que ese parque se encontraba desde siempre y nunca se detuvo a observarlo.

Estaba casi llegando cuando escucho pasos detrás de ella, más no le prestó atención, pues era vía pública y era obvio que muchas personas transcurrían por ese camino. De lejos vio que no había casi nadie en el parque, sólo 2 niños a los cuales le calculaba unos 14 años, se encontraban ahí jugando al soccer en una mini canchita.

Escuchó como pasos apresurados venían por detrás, y se dio la vuelta para ver.

Fue su peor idea.

Observó a dos chicos como de su edad, yendo hacia ella, corriendo que cuando se dio cuenta, uno de ellos la cogió de espaldas, aferrando una mano a su cintura, y otra a su boca.

Dear DiaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora