XVI

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ARISTÓTELES

Llevo una semana haciendo ejercicio otra vez, Fran se ha encargado de matarme y no de forma literal, he seguido la dieta que me dio, hago ejercicio 6 días a la semana y ahora mi día se maneja con horarios específicos lo que no me gusta mucho pero así me mantengo distraído.

El ya no ocupa tanto mi mente, realmente estoy dejando de darle importancia a lo que el haga aunque no mentire, siento que me muero cuando lo veo llegar tarde y cuando sonríe mientras habla por teléfono, llevo 20 años con el, todos mis sentimientos no se van a apagar de la noche a la mañana y por un largo tiempo no dejará de dolerme verlo arreglarse para otra persona...

Cambiando el tema mi día ha pasado tranquilo, por la mañana edite mi artículo, lo envíe a revisión, después leí un poco, hice yoga y finalmente fui a hacer ejercicio, 15 minutos después de iniciar la rutina de hoy ya quería volver a mi casa, realmente ya no estoy muy acostumbrado a hacer ejercicio y Fran no tiene piedad las dos horas que hago se volvieron eternas, al terminar no podía ni caminar, me dolía cada músculo que hay en mi cuerpo y los últimos cinco minutos casi lloraba para que se compareciera de mi y terminaramos antes cosa que no sucedió.

Llegué a mi casa, deje mi auto y entre, solo quería tomar un baño, ponerme la pijama y dormir el resto del día, estaba realmente cansado, pero nada de mi plan pasó, cuando iría a mi habitación escuché su voz, ¿Que rayos hace aquí? Se supone tiene mucho trabajo y siempre llega tarde.

Cuauhtémoc: Si verás a tu amante se discreto
Aristóteles: No me estés fastidiando
Cuauhtémoc: Ni siquiera puedes caminar
Aristóteles: Ya me cansé de decirte que hago ejercicio y más explicaciones de mi vida ya no debo darte, cree lo que te de la gana
Cuauhtémoc: Cámbiate, te veo en el auto
Aristóteles: No, si tienes una cena, comida, reunión, fiesta o como le quieras llamar te vas solo, estoy cansado
Cuauhtémoc: Desde la semana pasada te dije que debemos viajar, cambiate que ya nos vamos
Aristóteles: No puedes obligarme a ir, invéntate algo, eres experto diciendo mentiras, una más no afecta
Cuauhtémoc: (toma su muñeca) Trate de ser amable, tienes cinco minutos para cambiarte que apestas al perfume de tu amante
Aristóteles: ¿Te molesta?, Porque a la próxima se lo pido y lo uso
Cuauhtémoc: No te hagas el gracioso
Aristóteles: Y tú no seas ridículo, ya suéltame que me lastimas
Cuauhtémoc: Cinco minutos o te llevo como estés
Aristóteles: No iré

Me libere de su agarre y me fui a mi habitación cerrando con el seguro, acomode mi ropa en la cama, me quite la ropa que usaba y entre al baño para ducharme, el agua tibia recorría mi cuerpo brindando relajación, poco a poco la tensión de mis músculos fue disminuyendo, al terminar me puse mi bata y salí del baño encontrando a Temo

Aristóteles: No iré contigo, ahora vete
Cuauhtémoc: No era pregunta, vístete que se hace tarde y perderemos el vuelo
Aristóteles: ¿Por qué no consigues un esposo de cara bonita que solo sepa sonreír?, Es para lo único que me utilizas y ya me aburrí de solo servirte como accesorio
Cuauhtémoc: Sabes que no solo eres eso (lo toma de la cintura)
Aristóteles: Suéltame
Cuauhtémoc: (acaricia su mejilla) Arréglate cariño
Aristóteles: No esperes que haga lo que quieres solo por hablarme lindo, sal de mi habitación, sobra recordarte que realmente no somos pareja y quiero privacidad, déjame solo por favor, no quiero repetirtelo
Cuauhtémoc: Te espero abajo tahi (lo besa y se va)

Mi mente se perdió y solo reaccione hasta que mis rodillas impactaron contra el suelo, el aire me faltaba y una presión estaba en mi pecho, trataba de tranquilizarme pero no podía, ni siquiera se en que momento fue que comencé a llorar, daría mi vida por dejar de amarlo, por dejar de creer sus mentiras, yo lo ví con el otro y aún no entiendo que todo lo que sale de el son mentiras, no entiendo que el ya no me ama, no entiendo que el solo está jugando conmigo...

Cuauhtémoc: ¿Que pasa?, Ven (lo ayuda a levantar)
Aristóteles: ¡SUÉLTAME!
Cuauhtémoc: Tranquilo
Aristóteles: ¡NO, YA SUELTAME, DEJAME EN PAZ!
Cuauhtémoc: (lo abraza) Cálmate
Aristóteles: (solloza) ¡NO ME TOQUES!
Cuauhtémoc: ¡Teresa trae las pastillas de mi cuarto!
Aristóteles: ¡NO QUIERO TUS MALDITAS PASTILLAS!
Cuauhtémoc: Cálmate Aristóteles
Aristóteles: ¡SUELTAME!
Cuauhtémoc: ¡ESCÚCHAME! (Toma su rostro) sabes bien que solo basta una llamada para que te internen, Ari yo no quiero dartelas pero es la única forma en que puedes seguir aqui, la única forma en que podrás seguir viendo a tu familia, yo no te quiero en un hospital, no te quiero en un psiquiátrico porque tú no perteneces a ese lugar
Aristóteles: ¡YA DEJA DE MENTIR!
Cuauhtémoc: Yo no necesito mentirte Ari, tranquilo
Aristóteles: ¡NO, YO LOS VI! (solloza)
Cuauhtémoc: (confundido) ¿Los viste?, ¿A quienes?, ¿De que hablas?
Aristóteles: ¡NO PREGUNTES TONTERÍAS, A TU ESTÚPIDO AMANTE Y A TI, YO LOS VI BESANDOSE, LOS VI! (sigue llorando)

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