Oprah:
A las seis de la mañana alguien me despertó, moviéndome bruscamente. Abrí los ojos confundida, topándome con Calum que sonreía tranquilamente. Me incorporé, tallando mis ojos con el puño de mis manos.
─¿Qué sucede? Todavía ni siquiera amaneció─ dije con la voz baja, normalmente hablaba así cuando me despertaba.
─Justamente por eso. Nos vamos─ me destapó para que me levantara─. Ya armé tu maleta con todo lo necesario para chicas, ya sabes. Pasaremos por Cole para que puedas despedirte. Vamos.
─¿Por qué tan pronto?─ mis manos ataban los cordones de mis botas rápidamente.
Si Calum fuera Ulises, no estaría vistiéndome enfrente suyo. Como éramos hermanos con confianza plena, e incluso me había bañado de pequeña, no sentía necesidad de decirle que se fuera. Ya lista, peine mi cabello y corrí a buscar las partituras de Cole.
Finalmente bajamos corriendo, no sin antes esconder una nota en un cajón que solo Anabelle sabía de su existencia. Hicimos el menor ruido posible hasta salir de la casa. Cuando el viento otoñal golpeó mi cara, me sentí extraña, como si fuera libre finalmente. Subimos nuestros equipajes a un carruaje que nos esperaba, luego entramos nosotros.
Con cada metro que nos alejábamos, mi pecho comenzaba a sentirse liberado. Era como si respirara oxígeno por primera vez, como si recién comenzara a vivir. Lo único que me dejaba inquieta era el hecho de saber que probablemente nunca más volvería a pisar Avonlea, porque una vez que cruzara hacia Canadá, mi nueva etapa estaría comenzando.
Todavía no dejaba de tener miedo, me aterraba el futuro. Pensar en lo que podría suceder más adelante, que mis padres descubran nuestro paradero y nos encuentren. Pensar en qué sucederá con mi amistad con Cole luego de irnos. Incluso pensar en qué sucederá conmigo. Eran tantas dudas, tantas cosas que daban vueltas en mi cabeza, que no me di cuenta de que estábamos a unos metros de la casa de mi mejor amigo. El carruaje no entró a los terrenos de la granja, y eso me dejó confundida.
─Debemos ser lo más sigilosos posible, por eso tendrás que entrar a la casa de tu amigo sin despertar a nadie. Lo siento─ dijo mi hermano.
Suspiré rendida y bajé. Caminé la distancia que debía hacer hasta estar debajo de la ventana que daba al cuarto de Cole. Miré hacia todos lados, buscando alguna cosa para trepar. Mi vista dio con una escalera que estaba tirada cerca de pared, así que la agarré con cuidado y la paré para apoyarla y subir. Cuando estuve arriba, vi hacia adentro. El rubio parecía dormir plenamente, tapado hasta la cabeza con unas sábanas gruesas de color café y blanco. Abrí con cuidado la ventana y entré silenciosamente. Luego me senté al lado del chico, acariciando su cabello con delicadeza.
─Cole, despierta─ susurré cerca de su oído─. Cole.
Lo moví un poco, pero al ver que no abría los ojos, lo moví con brusquedad. Él se despertó confundido y un poco asustado, quizá creyendo que era su madre. Al verme, su expresión se volvió más confusa. Miró hacia afuera, luego a mi y por último a un pequeño reloj que tenía a su lado.
─¿Qué haces aquí, Ophy? ¿sucedió algo?─ preguntó incorporándose.
─Si, quiero hablar contigo, pero dame tiempo porque no sé cómo hacerlo sin ponerme a llorar.
─Está bien─ me regaló una sonrisa tranquilizadora antes de darme un apretón en el hombro.
Mi vista bajó al suelo, buscando las palabras correctas. Era conciente de que decir lo que debía decir me iba a costar demasiado. Nunca me había dolido tanto dejar atrás una amistad como lo estaba haciendo en este momento. Cole era mi mejor amigo, la mejor persona que había conocido en mi vida. Ambos nos complementábamos perfectamente. Éramos almas gemelas, de esas que no necesitan ser pareja para encajar. Un alma gemela puede darse en cualquier relación, no solo amorosa.
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OPRAH | awae ✔
Fanfiction"¿No se siente jodidamente bien besar a quien queramos? (...) No dejemos de luchar por eso" • contenido lgbt