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Nos encontrábamos todos sentados en ronda. A mi lado estaba Anne y del otro Diana. Josie daba instrucciones sobre un juego que consistía en girar una botella y a los que apuntara debían besarse.

─Anne, cambia de lugar con Charlie─ dijo Josie. Ahora estaba entre él y Diana─. ¿Quien quiere girar primero?

─Diana─ dijo Charlie mirándola.

La nombrada se acercó a la botella y la giró.

─Moody─ dijo Josie.

─¿Yo?─ preguntó incrédulo.

─Ahora tienen que besarse─ siguió Josie─. En la boca.

Varios soltaron una pequeña risa. Diana y Moody se acercaron, intercambiaron unas palabras y se dieron un corto beso bajo la mirada atenta de todos quienes aplaudieron y vitorearon.

Este juego era absurdo.

─Te toca, Ophra─ me avisó Josie sonriendo.

Me acerqué a la botella. No tenía ganas de hacerlo, pero bueno, solo iba a ser un beso supongo. Aunque no era algo que me iba a gustar. Giré la botella, esta se mantuvo dando vueltas hasta que cayó en quien menos quería. Billy Andrews.

─Genial─ dijo el rubio sonriendo de lado.

─Maldición─ dije.

Ambos nos levantamos. Suspiré profundamente y me acerqué al rubio que me miraba con una sonrisa de superioridad. Lo miré con asco para luego mirar a los demás que observaban todo sonrientes, excepto por Josie.

Billy se acercó y puso sus manos en mi cintura para plantarme un beso. Hubiese sido aceptable si no lo hubiera hecho de esa manera tan brusca. Lo empujé molesta y volví a mi lugar escuchando como la mayoría reía.

Miré a Cole que parecía aguantarse la sonrisa pero sabía que tenía tantas ganas de huir como yo.

(...)

─Anne─ llamé a la pelirroja mientras corría─. ¿Por qué te fuiste?

─Esa Josie Pye─ espetó molesta─. Para tener tan poca imaginación, sabe inventar formas de torturas crueles e inusuales, ¿por qué me obligan a dar una expresión de ternura a gente indiferente o, en algunos casos, repulsiva?

─Sabes que Billy es un idiota─ dije con una voz tranquilizadora─. Cuando te fuiste, admito que le pegué una patada antes de correr detrás de ti. No le hagas caso.

─Ese juego hiere los sentimientos de todos. No es favorable.

─Lo sé─ admití─. Pero no hagas caso a comentarios idiotas de gente cerrada, Anne. Pienso que eres una chica increíble.

─Gracias─ dijo sin más y continuamos la caminata en silencio.

Llegué a casa y dejé mis libros sobre una mesa. Subí a mi habitación para quitarme mis zapatos.

─¿Y mamá?─ pregunté viendo solamente a mi padre que leía su periódico.

─Se levantó un poco de dolor de cabeza así que le dije que descansara─ contestó cambiando de página y dándole una calada a su pipa.

Asentí.

Horas después la llegada de mi hermano mayor, Calum, desde Estados Unidos nos alegró demasiado. No lo veíamos hace muchos meses y nos habíamos dado cuenta lo mucho que nos hacía falta sus chistes y anécdotas interesantes.

─Madre, Padre─ llamó él captando la atención de ambos y también de Valerie, Anabelle y mía─. Tengo un anuncio importante.

─Habla, hijo─ dijo mi madre sonriendo.

Aunque dijera que no, todos sabíamos que Calum era su favorito.

─Conocí a una chica─ la sonrisa de mi madre se agrandó aún más─. Y estoy preparado para pedirle matrimonio. No es de alta sociedad, pero créeme, mamá, es preciosa, encantadora, inteligente, delicada y ama todo lo que yo amo. Es perfecta.

─Me alegro, hijo─ mi madre tomo su mano y la apretó suavemente.

─¿Como se llama?─ pregunté sin ocultar mi curiosidad.

─Ágata Smith─ respondió.

Luego de que nos contara un poco cómo se habían conocido y como era la vida en Estados Unidos, prometió que le escribiría para presentarnosla. La había descrito como una chica de cabellera negra y ojos marrones, era tan simple pero a la vez hermosa a su vista. Nunca había visto a mi hermano enamorado, sin dudas el cambio de vientos lo hizo madurar ya que cuando vivía con nosotros solía hacer muchas bromas y salirse siempre con la suya.

─Ophra también conoció a un chico─ soltó Anabelle.

Todos dirigieron su mirada a mi pero yo solo miraba mal a mi hermana por ser una mentirosa. Valerie soltó una risa y Annabele me miró sonriendo.

─No es verdad─ me limité a decir.

─¿Y quién es ese Cole del que tanto hablas?─ preguntó Valerie esta vez.

─Es un amigo─ exclamé─. La amistad entre los chicos y las chicas existe, ¿sabías?

─Chicas, no molesten a Ophra─ dijo mi padre─. Ella nos dirá cuando llegue el chico indicado porque lo sabrá, y sabe que todos la apoyaremos.

Asentí agradecida. Al menos mis padres, a pesar de ser estrictos a veces, entendían que era algo personal. Pero, la pregunta que más me inquietaba, ¿y si no era un chico?

Cuando la comida estuvo pronta todos nos sentamos y cenamos mientras que compartíamos charlas y risas. Luego nos fuimos a acostar ya que mis hermanas y yo teníamos clases al día siguiente.

Me desperté por el sol que me daba en la cara. Odiaba eso. Me puse mi vestido verde limón y mis botas negras para después bajar a desayunar.

─Buenos días─ saludé sentándome frente a mi vaso de leche calentita y un trozo de pastel de manzana.

─Buenos días, querida─ dijo mi padre bajando un poco la vista del periódico.

─¿Y mamá?─ pregunté.

─Se sentía mareada así que le sugerí que siguiera durmiendo─ asentí un poco preocupada.

El tercer mareo en dos días.

Terminé de comer, me abrigue y agarré mis libros. Le pedí a mi padre que les avisara a mis hermanas que me fui temprano para pasar por Cole en el camino. Salí de casa.

La brisa del otoño pegaba en mis mejillas dejándolas frías. Llegué a la casa de Cole y sonreí al verlo salir colocándose su boina.

─Hola─ lo saludé con una sonrisa.

─Hola─ me devolvió a sonrisa.

Caminamos hasta la escuela. Charlábamos de todo y a la vez de nada, era como una conversación que con cada palabra surgía un tema nuevo. Al llegar pude ver a Anne junto a Diana quien la veía confundida.

─¿Que opinas?─ le preguntó la pelirroja, supongo que hablaba del extraño peinado que se había hecho.

─Bueno...─ comenzó a decir Diana─. Llevas la cabeza con un aire...

─Te queda hermoso─ dije y ella me sonrió.

─Mira, si no te importa, yo haría uno o dos ajustes para equilibrarlo─ sugirió Cole─. ¿Puedo?

Anne aceptó y nos sentamos los cuatro en los bancos. Cole comenzó a arreglarle las trenzas a Anne pero yo... Yo no podía dejar de mirar sus pecas.

OPRAH | awae ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora