Capítulo III

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Primer día de clases y yo me encontraba más nerviosa que un perro chihuahua

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Primer día de clases y yo me encontraba más nerviosa que un perro chihuahua.

Cuando llegue al pórtico de la universidad me di una palmada en la frente, que boba. Ayer ni siquiera guarde el horario, creo que hasta lo tiré.

Rápidamente fui a la dirección y pedí uno nuevo, obviamente, tuve que crear miles de excusas para que lo dieran.

Lo mire y tocaba poesía, nada mal. Colgue mi mochila a mi hombro mientras encontraba mi aula de clases, cuando sentí un empujón.

—¿Pero qué?.—giré molesta al escuchar su voz.

—Buenos días a ti también.—él se sorprendió, aunque su sonrisa no dejaba de estar.

—Perdoname bonita, es que no te mire, estaba pensando en otras cosas.—se escuchaba arrepentido, asi que tome la iniciativa de a ligerar el ambiente.

—Alessa Fotsis.—extendí mi mano, él la tomo con gusto. Su toque me dieron escalofríos.

—Ares Greco.—me dedico una sonrisa que hizo que mi cuerpo se quedara estático.

—Bueno gótico, nos vemos después.— apresure el paso y finalmente encontré el aula.

Me adentre en ella, me sente en el pupitre del medio.
Y espere que el profesor entrará y diera su clase.

Tiempo después nos ordenó que hiciéramos un poema u escrito vago para darnos una idea y hacernos una crítica.

Procedí, cada letra escrita era lo más profundo de mi ser.

—Fotsis, de pie.—me levante de inmediato, si que soy buena en recibir órdenes ¿no?, vaya sumisa.

—Interprete su escrito.—trague saliva y mis manos comenzaron a sudar.

Sus ojos parecían el mismo hielo
Representaban el frío puro
Un enorme iceberg de hace varios años yace en él

Pero eso no me detuvo
Escale la montaña
Y lo que descubrí fue algo impresionante

Conectamos al mismo tiempo
Su mirada fría cambió a una ardiente

Yo era su calidez propia
Yo era su fuego

Llamas se encontraban en ese lugar
Para que después el hielo se convierta en agua

Me mato la curiosidad
Me ahogue en lo más profundo de su mar
Y no luche
Ya que todo estaba perdido
Me destroce en la caminata y mi búsqueda

Ya no quedaba más fuerzas para nadar.—finalice con un suspiro, no había sido muy elaborado ni tan propio.

Solo me dieron 4 minutos suficientes para crear un borrador.

Vidas cruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora