𝐎𝐁𝐄𝐃𝐈𝐄𝐍𝐂𝐄 [𝟣𝟪+]

Musa

[Un año antes].

—¿Te ha gustado?

La acompañante de Seulgi se paseaba de un lado a otro por la pequeña habitación bastante entretenida con la boquilla de su cigarro, luego procedió a tomar asiento sobre el diván.

—Sí pero ¿sabes qué preferiría? Que apagaras esa cosa horrenda. Sabes que odio el tabaco.

Se quejó Seulgi incorporándose de la cama donde estaba recostada. Inmediatamente comenzó a buscar sus prendas tiradas sobre el suelo. No sabía en qué momento la situación se había revertido a tal grado que había terminado con Sunmi en la cama, como muchas otras veces, solo que esta vez había sido diferente.

—¿Ya te vas?

—Eso intento.—Seulgi ni siquiera la miró.

—Me gustaría hacerte un álbum de fotos. Ya sabes... no soy pintora como tú pero me encantaría plasmar tu belleza como Warhol lo hizo con Sedgwick.—Sunmi dio una larga calada al tabaco antes de dejar la boquilla en un cenicero, posteriormente clavó la mirada en la más joven acercándose hasta ella.

—¿Vas a orillarme a una sobredosis para luego traicionarme? No, gracias.—Una sonrisa burlona se dibujó en los labios de Seulgi, al encontrar su ropa interior se la coloca, calzándose también sus vaqueros ceñidos.

—Solo quiero hacerte mi musa pero si así lo quieres ver... —La más alta jaló de sus pantalones intentando desprenderla de estos y al notar que la menor se resistía a sucumbir nuevamente a una escena de tensión y sexo, desiste.

Seulgi soltó un suspiro.

—Voy tarde a casa.

—¿Desde cuándo te preocupa llegar temprano a casa?—Preguntó Sunmi con el entrecejo fruncido. El silencio había reinado en la habitación—¿Quién es?—Se apresuró a agregar con una sonrisa triste en su rostro.

—¿De qué hablas?—Seulgi se hizo la desatendida pero era estúpida si creía que Sunmi no sabía algo. Claro que lo sabía. Todos esos años conociéndola no habían sido para nada.

—La chica.

Seulgi le lanzó una mirada recriminadora y buscó su blusa, al encontrarla se la colocó. Tomó asiento al pie del colchón de la cama para ponerse sus botas. Sunmi la siguió.

—No hay ninguna chica.

—Kang, han pasado dos meses desde que nos vimos. Vienes borracha a mi apartamento y me pides coger.

— Te extrañaba.

—Mentira. ¿Quién es?—Sunmi no parecía darse por vencida. Soltó el nudo de su bata de seda dejando al descubierto su cuerpo desnudo, la mirada de Seulgi fue rápidamente a sus pechos y luego la desvió. Sunmi cogió la mano de Seulgi llevándose sus dedos a la boca lamiéndolos y luego posándolos sobre su intimidad.—No olvides quién soy, Seulgi. Puedes mentirle al mundo pero no a mí.

Seulgi tragó saliva y apartó su mano de la intimidad de Sunmi. Las palabras de la mayor ocasionaron que su mandíbula se tensara enseguida dotando a la misma de un aspecto más afilado.

—Tú ya no me controlas.—Sentenció.

—Sigues llorando por Yeri ¿es eso?

—Cierra la boca.

—¿O qué?—La mayor la tomó de los hombros posicionándose a horcajadas en su regazo. Seulgi sabía a dónde iba esa escena pero quería evitarla a toda costa. Hacerla enojar para luego terminar acostándose con su amante era algo que Sunmi siempre lograba hacer.