—No estarás pensando en dirigirte a la guarida, ¿o sí? —preguntó una voz melodiosa y seca a la chica que corría por sobre las ramas de los árboles de ese inmenso bosque.
—Por supuesto que no —aseguró Beka—, ellos me están siguiendo. No les abriré la puerta de mi hogar tan fácilmente.
—Vamos, necesitamos arreglar esto pronto —dijo Krista abriendo un espacio dimensional en uno de los troncos; las dos mujeres entraron y desaparecieron junto al portal.
—¿Kris... ta? —murmuró Kakashi reconociendo a esa mujer de cabellos rojos que había interceptado a la chica y le había ayudado a escapar con un jutsu que él le había enseñado a hacer.
* *
—¿Qué pasó? —preguntó Krista ocupando el asiento frente a donde la chica estaba de pie.
—Nos descubrieron —respondió la peliplata y la azabache bufó una risa.
—No me digas —pidió con sarcasmo la mujer—. ¿Y cómo es que eso ocurrió?
—Fue tu culpa —respondió Beka inmediatamente—. Te dije que no la dejaras ir. Las aldeas son amigas, es obvio que dos chicas iguales, con comportamientos similares, en diferentes aldeas llamarían la atención. Shikamaru y Kakashi sospecharon de todo, nos llevaron a enfrentarnos y me enteré que Beha habló del clan porque se enamoró.
Los hermosos ojos marrón cobrizo de la pelirroja se abrieron enormes, igual que su boca.
» Y eso no es todo, Beha está embarazada.
Krista debió apretar los dientes mientras su ceño se fruncía. Beka se mordió los labios y se tragó el aire que la ahogaba para fallar en su intento de no llorar.
» Dijo que haría todo por su hijo, y le creo. La muy idiota morirá por dar a luz a ese bebé que no tendrás, porque ellos no lo van a permitir. Ni yo tampoco.
—¿También traicionarás al clan? —preguntó Krista descolocada.
No sabía qué hacer con todos los sentimientos que le provocaba el reporte de una de sus hijas. De la nada se había enterado que la otra le había traicionado y que, además, una de sus pequeñas estaba en peligro de muerte.
—Claro que no —respondió Beka—, pero no voy a meter las manos al fuego por ti. Yo, a diferencia de ti, protegeré a quienes amo, pero, a diferencia de ella, no le haré daño a nadie más.
—¿Qué se supone que significa eso? —cuestionó a azabache.
La chica H caminó hasta el sillón frente al que ocupaba su madre, y líder actual del clan, para sentarse y, tras tallar su cara con ambas manos, suspiró.
—No me importa lo que harás después de esto, pero justo ahora no te queda más que liberar a las que están afuera. No tendrás ningún bebé esta generación, no de los clanes que querías ni con las chicas que el mundo ya conoce. Tendrás que dejar esto por un tiempo, el tiempo suficiente para que ellos lo dejen al olvido.
—¿Y cómo vamos a sobrevivir? —preguntó Krista poniéndose ahora de pie.
La opción que daba Beka era la más conveniente, pero no la más efectiva. Así que no la aceptaría hasta que no se agotaran todas las opciones.
—Tendrás que robar bebés, pero lejos de Konoha y Sunagakure.
Krista, viendo como su hija temblaba y lloraba cabizbaja al dar esa opción, se enterneció recordando a esa chica que fue y tuvo que matar para poderse convertir en la líder de ese clan que odiaba.
Ella también se había enamorado de alguien, pero no tuvo el valor de pelear por eso. Pero era inteligente, supo resignarse y ganar la fuerza para convertirse en la líder y encargarse de cuidar de todos, sobre todo de esas pequeñas que no quería dejar.
Y es que, cada que una mujer dio a luz, fue asesinada por los ancianos para no perder bebés. Antes, algunas madres intentaron salvar a sus hijos del destino del clan, no lo permitirían más. Solo las más fuertes, las que se desapegaron de esos hijos, se convirtieron en guerreras en la sombra para proteger al clan y hacer trabajos que les mantuvieran a flote económicamente.
Beka era como ella, no era valiente, pero era fuerte e inteligente. De hecho, por eso y porque Beha siempre estuvo enferma, la peliplata que ahora lloraba en su oficina era la futura líder de ese clan.
Beha, al contrario, siempre respaldada y protegida por todas, siempre mimada y consentida, había ganado el valor de hacer lo que fuera, a pesar de no tener la fuerza. Y es que, ella no necesitaba fuerza, era tan débil e indefensa que todo el mundo hacía todo por ella. Fue siempre así, Krista debió considerar que sería así para siempre.
» Deberás apoyarte en Nyoko —dijo la chica H para la mujer que no le quitaba la vista de encima—. El resto de nosotras fuimos vistas, y nos han vinculado entre nosotras, así que se terminó.
—Nyoko está en Konoha. Decidimos que fuera a seducir al chico Nara.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó Beka preocupada.
Ellas cinco eran los mejores genes del clan, y se fortalecerían en la nueva generación. Ahora todo estaba perdido.
—¿Crees que, por el clan, ellas se suiciden si se los pido? —cuestionó Krista intentando no perder la calma.
—¿Nos pedirías eso? —preguntó la peliplata llorando, viendo como su madre dejaba de ser la mujer fuerte e inquebrantable que siempre vio.
—Los ancianos irán tras de ustedes —argumentó la azabache—. No van a permitir que se siga escapando información, y yo no podré protegerlas. No voy a sobrevivirlos si se enteran.
Krista, sin más fuerza de seguir aparentando una valentía de la que carecía, lloró por la impotencia de no poder proteger lo que amaba, a ese par de peliplatas que cargó diez meses en su vientre, y a tres chicas locas que, junto a sus hijas, cargó en su corazón desde que las vio.
Continúa...
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EL CLAN
FanfictionEllas fueron concebidas y procreadas con los génes de los mejores clanes para un único propósito: concebir y procrear en secreto descendientes de los mejores clanes existentes. Ellas son la cuarta generación de EL CLAN, y las cosas no les saldrán j...