Capítulo 6

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—Sasuke, déjalo —gruñó la ronca voz de una peliplata que, tras apenas un par de horas de dormir, despertaba por la humedad que dejaba la lengua del azabache sobre su pecho—. Estoy exhausta, y tengo que viajar más tarde. Necesito descansar.

—¿Viajar?, ¿a dónde? —cuestionó Sasuke parando de hacer lo que hacía.

—Sunagakure —respondió Beka medio dormida, recogiéndose y cubriendo su cuerpo con la sábana.

—No sabía de ese viaje —reclamó el azabache—. ¿Quiénes van y cuándo vuelven?

—Shikamaru, creo que el sexto y yo... Regresaremos cuando terminemos lo que sea que vayamos a hacer allá. 

—¿Solo ustedes?, ¿a qué van?

Ante la insistencia del azabache, y la poca información que podía dar, aunado al cansancio que cargaba por la ajetreada noche y su poco sueño, la peliplata enfureció.

—¡No lo sé! —gritó incorporándose—. Ve y pregúntales si tanto quieres saber. Me limito a seguir órdenes, es lo que siempre he hecho y lo que voy a hacer para siempre, al parecer.

—No tienes que enojarte —refunfuñó el azabache sorprendido por la actitud de su ahora amante.

—Sasuke, estoy exhausta. No sé qué piensas que soy, pero te prometo que, aunque probablemente nací para ser esclava, no nací para ser una maníaca del sexo. Estoy adolorida, y en serio necesito recuperar energías porque el viaje que aguarda no es lo más agradable de hacer. Así que en serio deja de joder y lárgate de una vez.

—Y pensar que antes dijiste tanto que me amabas —ironizó Sasuke dejando la cama y tomando toda su ropa para dejar la habitación y vestirse luego de un baño.

—¿Quién sería tan idiota de enamorarse de un imbécil que no la ama? —murmuró la chica H volviendo a tirarse en la cama para dormir un par de horas más—. Yo no me enamoro de basura como tú.


* *


—Te ves terrible —señaló el Sexto Hokage y la chica que recibía semejante cumplido le miró molesta, luego suspiró y comenzó a andar un camino que le revolvía el estómago, pues la llevaba al lugar que más ansiaba y no quería visitar.


* *


—Te ves horrible —dijo una peliplata en una cama del hospital de Sunagakure.

—No quiero escuchar eso de ti —respondió entre hipidos Beka al ver a su pálida hermana sonreírle desde ese terrible lugar al que estaba atada por un suero intravenoso y una delicada condición, seguramente.

—Esto no es nada —aseguró Beha sonriendo tras levantar la mano en que el suero estaba inyectado.

—¿Nada? —preguntó Beka rindiéndose al llanto—, ¿cómo es que una sentencia de muerte es nada para ti?

—Igual mi esperanza de vida era poca —respondió Beha sonriendo, como si hablara de algo tan trivial como el clima.

—¿Y por eso decidiste tirar por la borda diez años de tu vida? —reclamó Beka sin poder dejar de llorar, y sin poder acercarse a esa que se moría por abrazar—. ¿Segura de que lo que estás haciendo vale ese sacrificio?

—Muy segura —dijo la peliplata en la cama—. Este bebé es la prueba de que viví, de que amé y de que el hombre que amé me amó, será la prueba de que fui feliz.

—Eres una idiota —regañó Beka—. Nadie sabrá de eso. En el clan no importa de quién eres hijo o qué hay en tu historia. Por eso somos las chicas H y no las chicas Hatake, como es el apellido de papá.

—Pero este bebé no irá a ese lugar del que salimos —aseguró Beha—. Este bebé crecerá amado por su padre, quien le contará nuestra historia de amor juntos, quien le dirá que su mamá le amó tanto que incluso dio su vida por él.

—Parece que ya estás muriendo, y lo estás haciendo por partes. Perdiste el cerebro —dijo Beka andando hasta el sillón frente a la cama de su hermana gemela—. Krista no va a permitirlo. En cuanto se entere del embarazo va a venir por ti y no podrás evitar que te lleve.

—Yo no puedo evitarlo, es cierto —admitió Beha—. Pero eso no significa que ella vaya a ganar.

Beka miró confundida a su hermana. No había manera de que ella le ganara a su madre, al menos no sin apoyo.

—¿Traicionaste al clan? —preguntó Beka a punto de una nueva crisis nerviosa.

La confianza de su hermana en eso que mencionaba parecía una declaración de haber sido ella quien enteró a Shikamaru de todo aquello que ahora el chico sospechaba.

—No tengo la fuerza, pero tengo todas las ganas de proteger a los que amo. Haría lo que fuera por Gaara y por mi bebé.

—¿Estás loca? ¡Traicionaste al clan! ¡Traicionaste a Krista, a mamá!... me traicionaste a mí.

—Yo... no lo lamento.  


Continúa...

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