Un Halloween inusual

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Cuauhtémoc López y Aristóteles Córcega eran dos padres excepcionales; Carlitos, su hijo adoptivo de 8 años era el más afortunado por caer en esa pequeña familia llena de amor, abrazos y felicidad entera para él.

Ellos prometieron darle una buena vida y lo mejor de ellos siempre, es por eso que cuando llegó un problema fuera de sus manos y control, quisieron dar lo mejor de ellos para que Carlos no lo resintiera.

Una gran pandemia azotó la vida de todos, haciendo que nos quedáramos en casa; todos los negocios cerraron, las escuelas y teatros también, las calles estaban vacías...

Carlos López Córcega entendía muy bien el porqué no se podía salir, pero a decir verdad, no la estaba pasando del todo bien: convivir 24/7 con adultos siendo él un niño no era lo más divertido del mundo y poco a poco lo fue resintiendo.

-Carlitos está bien achicopalado, tahi.

-Lo sé... quiero hacer algo para verlo de nuevo sonreír, pero no se me ocurre qué.

En eso, su hijo entró bailando a la cocina, donde la pareja estaba hablando.

-Estoy bailando 'Tiler' de Michael Jackson, es para el Halloween virtual de la escuela.- anunció rápidamente el pequeño niño, haciendo los movimientos que Michael hacía en su video de Thriller.

Ambos hombres soltaron una pequeña carcajada de ternura al ver a su hijo. En eso, Lúa, su perro, pasó por ahí y Carlitos corrió detrás de él, saliendo del cuarto.

Gracias a ese divertido momento, una idea se estaba formando en la mente de uno de ellos.
-¡Ya sé! Hagamos un Halloween entre nosotros, hagamos un día especial y divertido para el niño.

-Me gusta como te gira la ardilla, Aris. -le contestó Temo y con un pequeño beso cerraron el tema.

Pasaron dos semanas en las que planearon una serie de actividades familiares a discreción de los oídos curiosos de Carlitos, cuando por fin llegó el día.

Eran las 10am cuando decidieron levantar al niño.

-¿Listo, tahi? Espero tengas listo tu disfraz y todo.

-Obvio, Temo. Carlitos se divertirá mucho hoy.

Los dos comenzaron a prepararse; Temo se disfrazó de pirata y Aris de vampiro, y así fueron por su hijo.

-Carlitos, mi amor, ya despierta. -Aris movió el pequeño cuerpo con amor y cuidado, dejando también un beso sobre la pequeña frente.

El niño a penas había abierto un ojo cuando ambos gritaron -¡Sorpresa!
Éste, al verlos con disfraces casi saltó de la cama.

-¿Papi Ari? ¿Papi Temo? ¿Por qué están vestidos así?

-Creo que se equivoca, señor zombie, yo soy el vampiro más sangriento de la ciudad.- contestó Aris, haciéndole cosquillas.

-Y yo, soy el pirata más astuto de todos los mares. -Temo se lanzó a besos a su hijo.

Las tiernas risas de Carlitos se escucharon por toda la casa y para los dos hombres ese fue el sonido más hermoso de todos.

-¡Vamos, vamos, párate, que tenemos un gran y terrorífico día por delante! -alentó Temo.

Entonces el niño saltó de la cama y ambos padres lo ayudaron a ponerse su disfraz.

El día comenzó con un sangriento desayuno que consistía en huevito con catsup, licuado de fresa y cupcakes caseros de red velvet hechos por Temo.

Siguieron con un pequeño maratón de películas de terror; Carlitos era muy valiente y disfrutaba mucho al verlas, algo que posiblemente Aris no podía decir de sí mismo, pero por su hijo aguantaba lo que fuera.

Por ahí de las 3pm, hicieron una pausa para la comida hecha por Aristóteles: hot dogs con forma de zombies.

La siguiente actividad fue buscar dulces por toda la casa, ya que no podían salir a 'pedir calaverita', ellos se habían encargado de esconder varios de los dulces favoritos de Carlitos por todo el lugar y éste estaba muy entretenido y divertido con su búsqueda.

Para finalizar, cenaron a la luz de las velas mientras contaban historias y anécdotas de terror hasta que los escalofríos se estaban apoderando de Carlitos; entonces fue momento de poner la ofrenda para el Día de muertos.

Cuando terminaron, los ojos del niño casi se cerraban por inercia, había tenido un día bastante ocupado, divertido y diferente, toda la frustración que el encierro había creado en él había desaparecido, se sentía protegido, querido y apapachado.

Se estaba rindiendo al sueño en un sillón, cuando Aristóteles lo cargó para llevarlo a su cuarto. Ahí, Temo le puso su pijama, lo acomodó y tapó, dando un beso de buenas noches al igual que Aris.
Los dos salieron sigilosamente para quedarse en el marco de la puerta viéndolo, velando su sueño; se veía tan chiquito, tierno e inocente. Suspiraron, esa era la vida que siempre habían querido y ahí estaba frente a sus ojos.
Aris tomó la mano de su esposo y éste lo volteó a ver, lleno de satisfacción y alegría.

-Ya no le dije que se ve muy guapetón, señor pirata.

-Muchas gracias, hermoso vampiro. Ojalá no se le ocurra querer comerme hoy... aunque una mordidita no estaría mal. -le contestó Temo con picardía a lo que Aris río bajo. Ambos sabían que su noche a penas estaba por comenzar.

Definitivamente, ser hijo de Aristemo era una gran aventura sin fin, pues los dos hombres siempre se esforzaban por ver una sonrisa en la cara de su amado hijo, Carlitos.

Historias con orgullo [Aristemo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora