Capítulo 8

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La tensión era palpable en todo el barco, en ambos bandos. Los Piratas de la Muerte se veían muy confiados y seguros de aquella batalla. Por otro lado, estaban los Mugiwara, en sus posiciones de combate, listos para contraatacar con cualquier mínimo movimiento por parte del enemigo.

Nami observaba expectante la escena desde la puerta de la enfermería, donde el capitán le había ordenado que se quedase. En caso de que algo sucediera, tenía el Clima Tact en mano, lista para defenderse.

—¿De verdad crees —empezó a hablar Luffy, avanzando un par de pasos con sus ojos escondidos bajo la sombra de su sombrero— que puedes abordar mi barco como si nada, y llevarte a mi nakama?

—Nunca fue tu nakama —contestó Katashi con una sonrisa de superioridad—. Siempre lo fue de los Piratas de Arlong, que como podeis ver, siguen vivos. Nos sigue debiendo lealtad.

Los que parecían los dos principales oficiales de la tripulación enemiga fueron directos a atacar a Luffy. Él no se movió ni un centímetro, porque en ese instante, Zoro y Sanji los mandaron de vuelta al sitio donde estaban, protegiendo a su capitán.

—¡No dejaremos que te acerques a nuestro capitán! —exclamaron al unísono mientras se posicionaban al lado del moreno.

Luffy siguió avanzando, parándose en seco y lanzar un “Gomu Gomu no Pistol”, ataque que el cabecilla de la tripulación esquivó con facilidad. Ese ataque fue la declaración de guerra, pues ambos bandos se sumieron en uno, dando por comenzada la batalla.

Todos tomaron de oponentes a quienes serían sus contrincantes perfectos, sus contrincantes complementarios. Desde el punto de vista de Nami, todo era borroso, solo veía a una masa de personas en todo el barco, aunque lograba distinguir la cabellera verde de Zoro o el sombrero de paja de Luffy.

La pelinaranja estaba tan sumida en la batalla y en ver que todos sus nakamas estaban bien, que no se percató de que uno de ellos se dirigía directamente a ella.

Giró la cabeza en el último momento para verlo, ahogando un grito a la vez que se posicionaba para utilizar su arma, al menos para parar el ataque, pero esto no le hizo falta. Sanji, el cocinero de la tripulación, lo había apartado lejos de una patada.

—¡No dejaré que le pongas una mano encima a Nami-san! —sentenció el rubio mientras soltaba el humo del cigarrillo y se giró a ver a la chica—. ¿Estás bien?

—Sí. Gracias, Sanji-kun —asintió Nami suspirando algo aliviada ante la intervención del chico. Se sentía muy afortunada de tener a unos nakamas como ellos.

El chico se limitó a asentir y volvió a la batalla, pero sin alejarse mucho del lugar donde se hallaba Nami, por si debía volver a intervenir. Ella, por su parte, volvió a centrar la vista frente al escenario que se presentaba ante ella, preocupada por la vida de todos y cada uno de sus nakamas, que estaban luchando por ella.

Pasaron lo que le parecieron unos minutos eternos, pero no fueron en vano, la victoria de su tripulación iba incrementando, con más bajas en los enemigos, sintiendo como un sentimiento de alivio la invadía.

Pero, desgraciadamente, aquel sentimiento no le duró mucho, pues un arma letal se acercaba a Zoro de manera peligrosa.

— o —

Proteger a Nami y al resto de su tripulación eran los únicos pensamientos que ocupaban la cabeza del espadachín. Siempre había sido así, y siempre lo sería.

Estaba concentrado en la batalla, notando como enemigos del bando contrario iban cayendo, ¿no era impresionante lo que podía hacer una tripulación de nueve personas? Al fin y al cabo, se convertirían en la futura tripulación de el Rey de los Piratas.

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⏰ Última actualización: Jul 07, 2021 ⏰

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