Capítulo 2

736 73 7
                                    

   Cuando la segunda alarma empezó a sonar, con ese ruido estridente que Yoongi tanto odiaba, el peligris ya estaba lo suficiente despierto como para apagarla de inmediato. Menos mal que era previsor y solía ponerse, como mínimo, tres alarmas antes de irse a dormir. Todo aquel que lo conocía había sufrido la mayor consecuencia de tenerlo como amigo: esperar a que llegara porque acostumbraba a hacerlo tarde si quedaban por la mañana. Pero, en su defensa, Yoongi siempre tenía una buena excusa y justificación: su cuerpo era incapaz de reaccionar a las alarmas. Él suponía que era algún mecanismo ancestral o algo por el estilo, porque ni programando más de una conseguía despertarse. Con el paso de los años (y las malas experiencias) aprendió que debía ponerse mínimo tres, si tenía que asistir a algo importante, con un tono fuerte y ruidoso, de los que deseas callar con todas sus fuerzas.

   Y, bueno, parece que de momento le funcionaba ya que por suerte aquella mañana consiguió atender a la primera. Aunque también supuso que se debió a los nervios del primer día, pese a no tener demasiado sentido ya que él tenía bastante experiencia laboral. Pero no podía evitar sentir ese cosquilleo inquieto en el estómago, por leve que fuese, ante algo nuevo. Así que, devolviendo el aparato a la mesita, se deshizo de las sábanas que cubrían su cuerpo y fue directo al baño para asearse y vestirse antes de bajar a desayunar. Estuvo dudando unos minutos sobre qué ponerse, ya que el uniforme que debía llevar como empleado de la librería era un simple chaleco fino con el logo impreso en el lado izquierdo del pecho. No quería ir demasiado formal porque tampoco era un alto cargo o un oficio que lo requiriera, pero tampoco podía vestir la ropa ancha y cómoda que solía utilizar. Resoplando por la indecisión, acabó escogiendo unos tejanos negros ajustados y una camisa azul celeste.

   Tras comprobar su aspecto una última vez, salió del baño y fue directo a la cocina.

   No solía comer demasiado por las mañanas, ya que su estómago aún estaba perezoso y parecía no gustarle tener que trabajar tan temprano. Por lo que optó por algo más occidental, llenando un tazón de leche y después echando un puñado de cereales. Desayunó en silencio, disfrutando de la calma que pocas veces habitaba aquel piso. Pero poco le duró, puesto que en seguida escuchó pasos en el pasillo que desembocaron en un Jungkook demasiado somnoliento, con los ojos ligeramente hinchados.

   —Buenos días —saludó Yoongi, obteniendo un simple cabeceo como respuesta. Jungkook tomó asiento frente a él en la mesa, apoyando los brazos en esta para después recostar la cabeza—. Ya veo que tienes unas ganas increíbles de ir a clase.

   El pelinegro soltó una especie de gruñido ronco, haciendo sonreír al mayor.

   —Piensa que hoy es jueves. Mañana termina la semana y podrás descansar.

   Las palabras de Yoongi hicieron que el pequeño se irguiera bruscamente, escrutándolo con las dos rendijas que tenía por ojos y los pelos apuntando a todas direcciones, producto de la almohada y lo mucho que se removía por las noches. Yoongi durmió con él una vez y se juró no volver a repetir semejante experiencia.

   —Tengo dos exámenes y un trabajo que entregar. ¿Dónde ves la palabra descansar en esa frase? —El peligris rio ante el pobre de Jungkook, no solo por su aspecto sino por todo lo que tenía que aguantar por ser universitario.

   —Está bien, tienes razón.

   Jungkook suspiró, quejándose mientras se levantaba a preparar su propio desayuno. Pronto estuvo acompañando a Yoongi de nuevo, el mayor casi acabándose el tazón con cereales. No obstante, se quedó junto a Jungkook comentando un poco la semana que llevaban. Esos últimos días solo se habían visto por la tarde-noche, el pelinegro siendo el que no estaba casi nunca en el apartamento. Cuando Jungkook salía de la universidad acostumbraba a quedarse estudiando en la biblioteca de su facultad. Eso si no tenía que dar clases de taekwondo a los niños del gimnasio que frecuentaba. El caso era que cuando más tiempo juntos podían pasar era en los fines de semana. Por eso a Yoongi le gustó la idea de encontrárselo a partir de ahora por las mañanas también, porque debía admitir que echaba de menos a aquel mocoso.

Beautiful You || SopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora