Capítulo 5

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   Yoongi pudo cumplir su promesa la siguiente vez que quedó con Hoseok, el castaño no oponiendo resistencia cuando insistió en pagar por los batidos y dulces que comieron en aquella cafetería. De hecho, Hoseok no se opuso en sí al hecho de quedar porque aquella semana realmente lo necesitaba. Por lo visto dentro de unos días el colegio donde trabajaba organizaba un evento exclusivo del centro. Era algo así como una tradición, ya que se llevaba haciendo durante muchos años. Y, claro, debían decorarlo todo acorde con el tema. Yoongi no podía parar de reír cuando el castaño le contó sobre la afición que tenían sus alumnos por adornarle la cabeza, el peligris creándose una imagen mental de la situación. Le hacían diademas con todo tipo de cosas, desde flores que encontraban por el patio hasta trozos de plastilina, al igual que horquillas o incluso pinzas.

   —¡No te rías! —Protestaba el chico pese a que él tampoco podía contener las carcajadas. Yoongi, por su parte, intentaba hacer lo que le pedía sin éxito. Incluso recibieron algunas miradas indiscretas por lo escandalosos que estaban siendo. Hoseok suspiró tras calmarse de su repentino ataque, sonriendo— La verdad es que mientras estoy con los niños no me molesta, les dejo que hagan lo que quieran. Merece la pena ver sus sonrisas y lo mucho que disfrutan con las pequeñas cosas. Aunque lo que más gracia me hace es la excusa que ponen cuando me niego a que me ensucien el pelo con la plastilina. Dicen: "¡Hoseok-nim, un hombre guapo como usted debe lucir cosas bonitas!". Es imposible decirles que no.

   —Por lo menos son honestos —soltó Yoongi sin pensar, dándose cuenta en seguida de lo que implicaban sus palabras. Hoseok lo miró sin poder ocultar su sorpresa, sintiendo calor en las mejillas poco después. Ambos se miraron sin saber qué decir hasta que Yoongi empezó a balbucear cosas sin sentido, demasiado ocupado en maldecirse mentalmente por ser tan bocazas—. Qu-quiero decir... O sea, a ver... No es que diga que tú... Qu-que sí, pero...

   Tuvo que callar cuando sus palabras fueron tapadas por la risa de Hoseok, quien no pudo evitar dejarla salir de nuevo al ver el nerviosismo de su amigo. El peligris cerró momentáneamente los ojos, llevándose una mano a la cara para intentar ocultar su vergüenza.

   —Dios... Perdona si t-te ha molestado... —cogió el batido de mango que estaba a medio acabar y se lo llevó a la boca para entretenerse en algo y no mirar a la cara a Hoseok. Aunque el castaño parecía no habérselo tomado mal, era imposible que la vergüenza no se lo comiera vivo.

   —Tranquilo, es bueno saberlo —dijo Hoseok mientras le guiñaba el ojo, haciendo que aumentara más el sonrojo en Yoongi. A esas alturas estaba seguro que parecía más un tomate que una persona. Sin embargo, él no era el único con tono en las mejillas.

   Y bueno, ya puestos, tampoco fue la única vez donde se dio una situación así. Ni tampoco su última quedada. Poco a poco fueron viéndose cada vez más seguido, a veces simplemente caminando juntos hasta que debían tomar caminos opuestos para llegar a sus respectivos hogares, y otras de más duración los fines de semanas. Yoongi había descubierto que Hoseok impartía su turno como profesor por las mañanas, siendo escasas las veces que debía quedarse haciendo algún tipo de reunión con sus demás compañeros. Era en esas cuando llegaba más tarde a su puesto en la librería, pero al parecer la señora Lee estaba al tanto y no suponía ningún problema.

   Aquellas quedadas les permitieron a ambos conocerse aún más y darse cuenta lo bien que parecían complementarse. Las risas jamás faltaban cuando estaba juntos y el tiempo se les escapaba de las manos, siempre quedándose con ganas de más. Pero, de momento, ninguno admitía que empezaba a gustar del otro. Ambos preferían quedarse en la conformidad y comodidad de saber que su relación de amistad iba bien, siendo demasiado tímidos o temerosos por lo que podía pasar. Aunque estuviese más que claro que se gustaban. Yoongi fue el primero en sospechar que quizá Hoseok se sintiera atraído por él (cosa que le ponía el corazón revoltoso cada vez que lo pensaba) por todas las veces que el castaño se mostraba coqueto. Al principio quiso pensar que lo hacía más en el ámbito amistoso, pero después descubrió que eran demasiadas las veces como para mantenerse en esa línea.

Beautiful You || SopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora