El aire salió con fuerza de sus pulmones después del suspiro que Hoseok dio una vez cruzó las puertas del colegio. Era sábado por la mañana y a su malhumor no le hacía mucha gracia tener que asistir a aquella reunión de profesores. Pero sabía que era importante porque hablarían de los exámenes que sus alumnos deberían hacer dentro de poco. Suerte que no eran demasiados complicados de hacer debido a la edad de los pequeños, pero aun así lo último que quería Hoseok era ponerse a pensar en cómo formular las preguntas o qué ejercicios eran los más adecuados. Pese a ello y no teniendo más remedio, avanzó por los pasillos saludando a las pocas personas que también les tocaba trabajar aquel día y a sus compañeros una vez entró en la sala de reuniones. Eran pocos, él y cinco maestros más, pero suficiente para comenzar a debatir sobre el tema. Empezaron por la asignatura de Lengua, justo de la que Hoseok era encargado. Explicó más o menos las ideas que había pensado días anteriores mientras releía el temario, y los demás profesores no se opusieron a ninguna. Al fin y al cabo, cada uno hacía lo que consideraba correcto con su asignatura y la forma de avaluación, aquella reunión solo tenía como finalidad poner al corriente a los demás profesores.
Una vez Hoseok dejó de hablar y los demás de dar su opinión, pasaron a la asignatura de Matemáticas. Después la de Música, la de Biología, la de Artes... Y así hasta que casi dos horas después se dio por finalizada la reunión. El castaño estaba agotado, y eso que apenas había intervenido más que para apoyar las propuestas de los demás. Era más un cansancio psicológico que sabía perfectamente de dónde venía. Pero aquella mañana, después de haber dormido apenas unas pocas horas, decidió que el asunto vivido el día anterior no tomara demasiada importancia. Pese a todas las preguntas que surcaban su mente y los miedos que las acompañaban, Hoseok quería decir basta por una vez. Estaba molesto consigo mismo por permitir que aquellas situaciones le afectasen más de lo que le gustaría, pero claro: sus reacciones estaban basadas en la experiencia previa. Y, aunque le encantaría poder estar tranquilo y saber que ser sordo no sería ningún impedimento para su trabajo (al fin y al cabo, lo había estado haciendo bien hasta el momento y aquello no iba a cambiar), era inevitable preocuparse.
Todos se levantaron de su asiento, algunos quedándose para seguir trabajando y otros yéndose a sus hogares. Hoseok fue de los últimos, teniendo ganas de volver a casa. No supo lo que haría durante el día porque su humor no ayudaba a que fuera productivo, pero ya encontraría la manera de mantener la mente ocupada. Quizá viendo algo por la tele o simplemente leyendo. Hacía días que no retomaba la lectura de aquel libro tan interesante, y pensó que sería un buen momento para hacerlo. Qué mejor que ver los problemas ajenos para olvidar los tuyos, aunque en aquel caso fueran ficticios. Cuando salió de la sala y caminó por el pasillo volvió a saludar a las personas con las que se topaban, esta vez para despedirse y desearles un buen fin de semana. Con algunas lo hacía mediante el habla y con otras utilizaba el lenguaje de símbolos, pero fuese como fuese el mensaje era el mismo. Atravesó la puerta principal y el sol le golpeó de lleno, demostrando el buen tiempo que hacía en Seúl. Pero aquel día no se paró a disfrutar un poco de la calidez que los rayos ofrecían, sino que se apremió para coger el autobús y llegar a su piso. Por suerte no tardó demasiado en venir y tampoco eran muchas paradas las que lo separaban del apartamento, por lo que en menos de quince minutos ya estaba plantado delante del portal llave en mano para poder ingresar en él.
El bloque era bastante humilde, nada de los pisos ostentosos que podían verse en los barrios más ricos. A Hoseok nunca le habían gustado los excesos, por eso cuando tuvo que mudarse a la capital y escoger un lugar donde vivir se fue a los barrios más humildes. Además, no es como si se pudiera permitir otra cosa. Pero se estaba bien, los vecinos eran amables y nunca daban problemas. Él era de los que pensaba que la tranquilidad estaba por encima de todo. Cuando salió del ascensor y estuvo frente a su puerta ingresó el código que la desbloqueó, esta emitiendo un suave pitido de confirmación. Empujó hacia adentro y el silencio habitual de la estancia lo recibió, el castaño estando más que acostumbrado a él. Siempre le había gustado la soledad que se respiraba en aquella casa y casi nunca echaba en falta la presencia de alguien más. Sin embargo, en días como aquel en los que su ánimo no era el mejor, no le hubiese importado que alguien más compartiera espacio con él para hacerle compañía o darle consuelo. Ya empezaban a ser muchas las veces en las que se había planteado adoptar un perrito, porque ellos aportaban alegría especial al hogar, pero luego recordaba que se pasaba trabajando prácticamente todo el día y recapacitaba.
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Beautiful You || Sope
Fiksi PenggemarHoseok siempre había sido un chico de lo más alegre, intentando contagiar su positivismo allá donde iba. Sólo había una parte de su vida que podía llegar a ensombrecerlo. Min Yoongi no pensó que se enamoraría de él. Y estaba dispuesto a demostrarle...