Capítulo VI

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"Dos serpientes me salvan la vida..."

Me encanta Nueva York. Aunque salgas del reino de Hades a Central Park; aunque subas a un taxi y bajes por la Quinta Avenida con un perro del infierno gigante corriendo detrás, nadie te mira ni te pone cara rara.
Desde luego, Skylar sabía hacer lo suyo con la Niebla. Lo más probable es que la gente viera a la Señorita O'Leary como un camionero demasiado simpático.

— ¡Sky! — un mensaje Iris apareció de la nada entre ella y yo — ¿Se puede saber dónde demonios estás?

— En camino. — pude observar como a Elliot le cambiaba la expresión a una de agotamiento al ver como yo saludaba con torpeza — ¿Vosotros dónde estáis?

— Camino a donde nos pediste. Estamos a punto de llegar al túnel de Queens.

— ¡Skylar, se puede saber cuál es tu plan! — Annabeth también apareció en el mensaje Iris — Hemos dejado el campamento práticamente indefenso. Y es imposible que los dioses-

— Nos vemos allí.

Skylar disipó la imagen y se recostó en el asiento. A mí me temblaban las manos.
No sabía si sería una secuela de mi inmersión en el Estigio o de mis nervios por lo que estábamos a punto de hacer. Si no funcionaba, no podría evitar que me volaran en pedazos por muy invulnerable que fuera.

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El taxi nos dejó frente al Empire State hacia media tarde. Llamé con un silbido al ver que se paraban tres furgonetas blsncas junto al bordillo: las tres con el rótulo de Fresas Delfos.
La primera la conducía Argos, nuestro jefe de seguridad. Las otras dos, las arpías. En cuanto pararon, se abrieron las puertas laterales y empezaron a bajar un montón de campistas. Me llenó de alegría ver que habían venido tantos: Pólux, Silena Beauregard, los hermanos Stoll, Jake Mason, Katie Gardner, Annabeth y Elliot, junto a la mayoría de los miembros de sus cabañas.
Quirón fue el último en bajar. La cabaña de Ares no había venido; Clarisse era una estúpida testaruda y punto.

Hice un recuento: cuarenta campistas en total. No muchos para librar una guerra, pero sí el mayor número de semidioses que había visto reunidos fuera del campamento.
Las hechiceras de Tesalia descendieron en picado junto a nosotros. Me preguntaba si los mortales las verían como urracas gigantes o algo por el estilo con aquellas alas negras. En total, alrededor de cincuenta guerreras que se sumaban a nuestras filas.

— ¿Qué pasa? — preguntó Skylar, frunciendo el ceño.

— ¿Qué quieres decir?

— Me miras de un modo extraño.

Advertí que había estado pensando en la extraña visión que había tenido de ella en el río Estigio.

— Ah, no... Nada. — miré a los demás — Gracias a todos por venir. Quirón, pasa tú primero.

Mi viejo mentor meneó la cabeza.

— He venido a desearos suerte, muchachos. No pienso volver a visitar el Olimpo si no me llama.

— Pero eres nuestro líder...

Él sonrió.

— Soy vuestro entrenador, vuestro maestro. Lo cual no es lo mismo que ser vuestro líder. Me dedicaré a reunir a tantos aliados como pueda. Entretanto, tú eres quién a convocado a los campistas y por tanto, el líder.

Iba a protestar, pero todos me miraban con expectación.
Inspiré hondo.

— De acuerdo. Como le hemos dicho a Elliot y a Annabeth por teléfono, algo va a suceder esta noche. Una especie de trampa. Tenemos que conseguir una audiencia con Zeus.

𝐓𝐇𝐄 𝐋𝐀𝐒𝐓 𝐎𝐋𝐘𝐌𝐏𝐈𝐀𝐍 || PJO 🔱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora