Capítulo 3

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Narra Ignis

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Narra Ignis


La mejor parte de que no me conocen, es cuando digo mi nombre completo, es tan satisfactorio ver sus rostros llenos de confusión y algunos con miedo, simplemente me encanta.

Carlisle, al ya conocerme, no se sorprendió ante la noticia, y bueno, la humana tampoco, pero realmente no está prestando la mínima atención, solo ve mis labios moverse y piensa en todo lo que hará cuando se convierta inmortal, pero al no importarme en lo más mínimo, dejaré que siga con sus ilusiones un rato más.

—A ver si entendí –empezó a decir Emmet— ¡Tú eres hija del diablo! —exclama con diversión, sonrío y asiento con la cabeza—. ¡Genial!

—¿Eres la misma de las leyendas? ¿Sobre la única hija del diablo que es la creadora de los vampiros, hombres lobo y brujas? —inquiere Jasper con asombro. Vuelvo a asentir, los demás se sorprendieron al ver a Jasper hablar más de una oración. Es entendible, conociendo lo reservado que es él.

—La realidad es diferente, la creadora de las brujas es mi madre —decidí regresar a sentarme, así que lentamente lo hice, en cada movimiento que hago, siento la intensa mirada de Edward, quien no ha pronunciado palabra desde que llegué—. Y en mi defensa, no sabía que, si mordía a un humano, este se convertiría en vampiro —me encojo de hombros—, y los hombres lobo los creó mi padre solo por querer pelear conmigo —tal vez no es lo más normal del mundo, pero para mi sí, así que lo cuento de esa manera.

—¿Y por qué mordiste al humano? —preguntó Alice.

—Es un poco larga la historia.

—Tenemos mucho tiempo —dice Emmet con una sonrisa ladina. Me quedé en silencio unos segundos hasta que decidí contarles parte de la historia.

—Hace varios milenios vine al mundo mortal porque quería saber cómo era convivir con los humanos, en ese entonces conocí a un increíble chico —sonreí burlona al escuchar un bajo gruñido—. Un día nos encontrábamos en su casa, pero saben que, desde hace bastantes años, la sociedad veía de muy mal gusto que un chico y una chica sean amigos —Esme y Carlisle asintieron—, pues en esa época era aún peor. La cuestión es que ese día, escuchamos un ruido, sus padres habían llegado, nos tuvimos que esconder y para que yo no hiciera ruido, mi amigo puso su mano en mi boca, para apartar su mano, lo mordí —lleve una fresa a mi boca y después de masticarla y tragarla, continué con mi relato—, él se desmayó, yo estaba muy asustada porque no sabía nada de humanos, así que decidí llevarlo con mi padre —solté un suspiro al probar el helado de vainilla.

—¿Qué sucedió después? ¿Y de dónde sacas esa comida? —preguntó desconcertada Rose.

—¿Por qué, quieres fresas? —cuestioné mientras extendía mi mano con las fresas hacia ella—. Adelante, dejaré que pruebes, solo porque me caes bien.

Con inseguridad, Rose se acercó y agarró una fresa para después llevársela a la boca. Sonreí cuando su rostro reflejó asombro y satisfacción al momento de masticar la fresa.

—¿Lo ves? Saben muy ricas, son de las mejores —dije con un poco de burla. Aunque es la primera vez que nos conocemos, al menos en persona, Rose me agrada demasiado, siempre he pensado en el momento adecuado para darle un gran regalo, algo que tengo preparado para ella desde hace mucho tiempo.

—Gracias, están deliciosas —me reí cuando vi que ya tenía todo el plato de fresas solo para ella.

—¡Yo también quiero probar! —exclamó Emmet con emoción. Hice un ademán con mi mano para que tomara una, Rose no quería darle fresas, porque ya solo quedaban dos, pero en segundos el plato estaba nuevamente lleno. Solté una carcajada fuerte cuando Emmet probó la fresa y su rostro cambió a uno de querer vomitar—. ¡Sabe asqueroso! —dice haciendo muecas extrañas— ¿Por qué comes eso? —le preguntó a Rose

—Porque yo activé sus papilas gustativas —dije simple—. Rose, puedes darle a Jasper, Esme y Carlisle.

Ella se acercó con el tazón de fresas y les dio una a cada uno. Vi la misma reacción de Rose en sus rostros.

—Ustedes también me caen bien —digo con una pequeña sonrisa.

—Había olvidado el sabor de la fresa —expresa Esme, nostálgica.

—¿Yo no te caigo bien? —dice Alice un poco triste. Le hice una seña a Rose para que también le diera una.

—No te pongas así, Alice, te tendré algo mucho mejor —le digo sinceramente, le ayudaré a recordar su vida de humana, es lo que más anhela—. Aparte, en esta casa, de los que están presentes, la única persona que me cae mal es Isabella —digo como si nada.

—Solo Bella —esta es una de las razones por las que pienso que esta humana sí es estúpida, le acabo de decir que me cae mal y solo me corrige en cómo llamarla.

—Claro... Isabella —quise reír cuando me insultó en su mente, su rostro se puso un poco rojo por el enojo y lo que definitivamente me hizo soltar una pequeña risa, fue cuando pensó en que se desharía de mi en cuanto se convierta, todo porque no prestó ni un poco de atención, ahora sigue creyendo que soy humana.

La belleza que tengo en definitiva no es humana, eso es bastante claro como para que siga creyendo eso. Una de las cosas que me caracterizan es mi alta autoestima que se confunde con el ego, pero no es mi culpa, soy la hija del diablo después de todo, ¿quién no sería así teniendo a Lucifer como padre? A parte que solo soy mala con las personas que realmente se lo merecen, y lamentablemente para la humana que está aquí, merece lo peor de mí.

—Volviendo al tema, todo empezó con una mordida —dijo Carlisle un poco divertido por el asunto. Esta historia, bueno... la historia completa, solo la saben cómo cuatro o cinco personas, sin contarme a mí, obviamente.

—Así es

—¿Y tu amigo? El primer vampiro, ¿sigue vivo? —por primera vez Edward habla. La situación me resulta graciosa porque los celos en su voz se pudieron apreciar, aun cuando trató de ocultarlos.

—Sí, es de los pocos y más fieles amigos que tengo —respondo con sinceridad. Realmente lo quiero mucho, ha estado conmigo mucho tiempo y me ha apoyado en todas las locuras que se me llegan a ocurrir. Él es como un hijo para mí.





Espero les esté gustando la historia

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Espero les esté gustando la historia.

Saludos a todos.

Jocelyn C.

Mi compañera Demonio «Edward Cullen» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora